Limitar la subida de la temperatura del planeta a un máximo de 1,5 grados podría evitar que las regiones tropicales superen el umbral de la habitabilidad, al tiempo que frenaría la subida del nivel del mar, particularmente problemática para las comunidades costeras.

Así lo demuestran dos estudios sobre el cambio climático que publica este lunes la revista Nature.

El primer trabajo, desarrollado por la Universidad de Princeton (EE.UU.), recuerda que la capacidad del ser humano para “refrigerar” su cuerpo depende de unas condiciones determinadas de temperatura y humedad del aire.

Existe, explican los expertos, un límite de supervivencia más allá del cual una persona no puede ya regular eficazmente su temperatura corporal. Ese umbral se supera cuando el llamado Termómetro de Globo de Bulbo Húmedo (WBGT) indica que la temperatura y humedad del aire sobrepasa los 35 grados.

En el contexto actual de calentamiento global, los autores advierten de que esas regiones podrían llegar a experimentar en los próximos años “eventos de calor extremo” que excederían el límite de seguridad.

A través de simulaciones de modelos numéricos y observaciones, el equipo dirigido por el experto Yi Zhang analizó cómo afectarían los aumentos de temperatura en el futuro a los límites superiores del WBGT.

El termómetro de la “vida” en el trópico

Así constataron que ciertas dinámicas atmosféricas “relativamente simples” controlan la temperatura de bulbo húmedo máxima en los trópicos y sugieren que ésta aumenta, aproximadamente, al mismo ritmo que la temperatura media de esas regiones.

Por ello, destacan que los trópicos no deberían sufrir episodios de “calor extremo” que “excedan el límite de supervivencia humana” si se logra mantener la subida de la temperatura por debajo de los 1,5 grados.

No obstante, también precisan que incluso un aumento menor de esa temperatura podría tener “serias consecuencias” para la salud, por lo que recomiendan que se efectúen más estudios al respecto.

La segunda investigación, liderada por la Universidad de East Anglia (R.Unido), alerta que las poblaciones costeras están registrando un aumento relativo del nivel del mar cuatro veces superior al de la media global.

Sus cálculos superan las cifras aportadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ya que, por primera vez, han combinado el análisis del aumento global del nivel de mar con datos sobre el ritmo del hundimiento terrestre.

El estudio señala que el nivel del mar en las zonas costeras habitadas ha aumentado de media entre 7,8 y 9,9 milímetros al año durante las últimas dos décadas, frente a los 2,6 milímetros de media global.

Megaciudades hundidas e inundadas

“El aumento del nivel del mar asociado al clima está provocado por el deshielo de los glaciares y la expansión térmica de agua debido al calentamiento global”, expone en un comunicado, Robert Nicholls, el principal autor de este trabajo.

Además, recuerda, la rapidez con la que se hunden los deltas y, sobretodo, “las ciudades levantadas en deltas”, es fruto de la actividad humana, como “la extracción de aguas subterráneas, de gas, petróleo, minerales y arena” o el “levantamiento de defensas contra inundaciones”.

“En torno al 58 % de las poblaciones costeras está en deltas donde el suelo está hundiéndose. Menos del 1 % de las poblaciones costeras está en zonas donde la tierra está levantándose”, precisa Nicholls.

Los casos de aumento relativo del nivel del mar más urgentes se localizan en el sur, sureste y este de Asia, en zonas con abundancia de deltas en proceso de hundimiento y de llanuras costeras aluviales, donde, además, se erigen “megaciudades” en constante crecimiento, en las que se concentra más de 70 % de toda la población costera del mundo.

Durante el pasado siglo, por ejemplo, Tokio (Japón) registró un hundimiento neto de 4 metros, mientras que en Shangai (China), Bangkok (Tailandia), Nueva Orleans (EE.UU.) y Yakarta (Indonesia) fue de entre 2 y 3 metros.

Las autoridades de Tokio, Shangai y Bangkok, resaltan, han logrado atajar o amortiguar significativamente este problema al reducir la extracción de aguas subterráneas, mientras que otras, lamentan, su “intervención directa” ha sido insuficiente. EFEverde