René Zamora, economista forestal del Instituto de Recursos Mundiales, encargado de emplear tecnología geoespacial para realizar un conteo de árboles en una región remota del noreste de Nicaragua, tenía tres prioridades.

Primero, encontró un espacio en desuso en el edificio de una escuela local en el pueblo de Bonanza; luego, contrató a un proveedor de servicios de Internet vía satélite, y, por último, hizo correr la voz para que la población del lugar pudiera contribuir. La mayoría de quienes se interesaron se ocupaban de la cría de ganado vacuno y la agricultura y, aunque nunca antes habían utilizado una computadora, estaban dispuestos a intentarlo.

El resultado final fue un programa de cartografía de la FAO y el Instituto de Recursos Mundiales, con el que la población del lugar primero aprendió los conocimientos informáticos y las técnicas de recopilación de datos necesarios para luego aplicar esos conocimientos en lo que quedaba de la semana, todo ello con el objetivo de elaborar un mapa de alta resolución con la ubicación de los árboles de la región.

A los participantes en estos programas se los capacita para que rastreen microrregiones geográficas en sus territorios de origen e identifiquen árboles individuales. Eso se hace a través de una herramienta del Sistema de información forestal (Open Foris) de la FAO denominada Collect Earth, que utiliza imágenes de acceso gratuito de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) de los Estados Unidos de América, la Agencia Espacial Europea y Google Earth, así como información sobre el planeta reunida en el marco de la Iniciativa Internacional sobre Clima y Bosques de Noruega. Estas imágenes detalladas permiten ver objetos de incluso medio metro de alto y retroceder en el tiempo para evaluar cualquier cambio que se produzca en el terreno.

Con la herramienta Collect Earth, los expertos y la población del lugar pudieron actualizar estudios topográficos anteriores y seguir de cerca los avances en materia de restauración de la cubierta forestal. 

Este programa de cartografía en Nicaragua, organizado conjuntamente por la FAO y el Instituto de Recursos Mundiales, es solo un ejemplo de cómo Open Foris, una herramienta informática de código abierto concebida para recopilar y analizar datos e informar sobre ellos con eficiencia, puede ayudar a que comunidades y gobiernos evalúen y restauren sus ecosistemas.

La participación de la comunidad en los programas de levantamiento de mapas en Nicaragua fue decisiva para que regeneraran sus bosques y, al mismo tiempo, fomentó la confianza en relación con las actividades de restauración y el sentido de pertenencia a nivel local. © Instituto de Recursos Mundiales

En todo el mundo

De hecho, la FAO y el Instituto de Recursos Mundiales están ayudando a docenas de gobiernos, instituciones de investigación, organizaciones de la sociedad civil y comunidades locales de todo el mundo a producir sus propios datos, de igual modo que en Nicaragua. Recientemente, la Unión Europea también ha puesto en marcha una serie de iniciativas que se valen de programas de levantamiento de mapas con tecnología de la FAO para generar nuevos conocimientos sobre la propia geografía urbana, natural y agrícola.

Los datos validados compilados en Collect Earth se introducen luego en otra plataforma del Open Foris, el Sistema de acceso, procesamiento y análisis de datos de observación de laTierra para el monitoreo de la superficie terrestre, que es la plataforma de procesamiento de datos geoespaciales del sistema informático en nube de la FAO. Con ella se elaboran mapas personalizados que proporcionan información sobre todo un territorio.

Tras su capacitación, una persona puede analizar hasta 80 parcelas por día. Es impresionante, pero trabajar a esa escala no solo lleva tiempo, sino que además deben hacerlo las personas del lugar que conocen las tierras y saben de qué manera se utilizan.

“Las personas del lugar son las que realmente saben dónde están los árboles”, afirma Zamora, quien dirigió ese proyecto. “Cometen menos errores”.

Esto es fundamental porque el recuento de árboles en zonas agrícolas y degradadas ha sido tradicionalmente más difícil que contabilizar los de los bosques, por lo que el conocimiento autóctono es fundamental. Así se ayuda a gobiernos y comunidades de todo el mundo a elaborar inventarios virtuales de sus árboles, que sabemos que son factores clave en la captación de carbono. Concentrarse en la información que es pertinente para el lugar también fomenta el sentido de pertenencia y la confianza en las medidas de restauración, mientras que, cuando la comunidad participa en el seguimiento, todo eso se refuerza y se aportan datos de calidad más granulares.

¿Por qué es necesario llevar un registro de la cubierta forestal?

“Es necesario realizar un buen seguimiento en el plano local para llevar un registro tanto de los éxitos como de los fracasos”, explica Julian Fox, Jefe del Equipo de Monitoreo Forestal Nacional de la FAO. “Con ello pueden impulsarse las inversiones y ampliarse la escala en los casos de éxito, y facilitarse la gestión adaptativa cuando las cosas no van bien”.

Por ejemplo, en Etiopía, con un programa de levantamiento de mapas se descubrió que la cobertura forestal de un distrito apenas había aumentado de 2010 a 2015, lo que lo situaba muy por detrás de su objetivo. En consecuencia, el sector público aceleró sus esfuerzos para restablecer el equilibrio. En una zona de la India, los participantes del lugar identificaron los puntos en los que había cubierta forestal y en los que podría tener éxito hacerla crecer. Después de ello, los esfuerzos privados tomaron vuelo. En Rwanda, el distrito de Gatsibo tenía el ambicioso objetivo de incrementar la cubierta forestal hasta un 30 % de su territorio. El programa de cartografía reveló, en efecto, más árboles de los previstos alrededor de casas y pastizales, lo que demostró un gran potencial para cumplir ese objetivo e incluso aumentar aún más el número de árboles.

Estos programas son una forma de integrar a las distintas partes interesadas, en particular a los funcionarios forestales del Estado con sus prioridades y a los pequeños agricultores con las suyas.

Gracias al uso de conjuntos de datos satelitales históricos, los programas de levantamiento de mapas también permiten que los gobiernos y las comunidades vean los patrones que cambian con el tiempo, como este ejemplo de restauración exitosa en Rwanda. © FAO

Tomando impulso para el Decenio que viene

En 2021 comienza el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas y estos programas de levantamiento de mapas desempeñarán un papel fundamental para ayudar a las comunidades y los gobiernos a comprender cuáles son los ecosistemas que se ven amenazados y qué es lo que hay que hacer para resolver el problema.

“La FAO lidera los esfuerzos dirigidos a ofrecer soluciones geoespaciales abiertas y accesibles a los Estados Miembros y las comunidades mediante iniciativas como el Sistema de acceso, procesamiento y análisis de datos de observación de la Tierra para el monitoreo de la superficie terrestre”, afirma Fox. “Es fundamental hacer participar a las comunidades y empoderarlas para que recopilen y elaboren su propia información en materia de restauración forestal, lo que facilita la gestión local adaptativa en un clima cambiante”.

La FAO sigue avanzando en esta labor con el desarrollo de una nueva plataforma, el Marco para el seguimiento de la restauración de los ecosistemas, basada en la estructura de la Plataforma geoespacial Mano de la mano de la FAO. El marco se vale de datos geoespaciales para ayudar a seguir de cerca los avances en la restauración de todos los ecosistemas —terrestres y acuáticos, biofísicos y socioeconómicos— e informar al respecto. Tenemos que saber dónde nos encontramos para saber hacia dónde vamos, y el seguimiento es uno de los pasos fundacionales al adentrarnos en el Decenio.

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