Inundaciones, incendios, aumento del nivel del mar, ciclones e innumerables cuerpos perdidos en el océano y bajo la tierra: una realidad que ya viven muchas naciones que sufren los efectos del cambio climático. Con ellos arranca la segunda semana de la Conferencia sobre el Clima bajo el tema «Adaptación, pérdidas y daños». El mensaje es para los países desarrollados: deben mantener su promesa de financiación y apoyo a los pequeños estados que ya lo están perdiendo todo.
«Del océano surgió la vida, la paz y nuestro confort,
un mundo desconocido para la mayoría pero que era uno para mi gente…
Algún día recordaremos un tiempo en el que nuestros hogares se erigían orgullosos y altos,
porque hoy ya no se tienen en pie. Ese lugar lo ocupa ahora el océano».
El octavo día de la Conferencia sobre el Clima, COP26, arrancaba con un poema recitado por una activista de Papúa Nueva Guinea. Sus palabras resonaban en una sala de reuniones de la zona azul.
«Nunca sabremos cuando la marea subió y se tragó nuestros hogares. Nuestras culturas, nuestras lenguas y nuestras tradiciones se las llevará el océano. Cuando dicen ‘para 2030 o 2050’, ¿cómo pueden establecer esos plazos de nueve a 29 años cuando mi pueblo ha demostrado que tenemos que actuar ya, que no hay tiempo que perder?», dijo, explicando que el océano que una vez dio vida a su pueblo, ahora se ha convertido en su verdugo.
No estaba sola. A pocos metros, en otra sala, una joven y superviviente del súper tifón Haiyan que azotó Filipinas hace hoy exactamente ocho años, tenía un mensaje para el mundo.
«Dejaron de contar cuando el número de muertos llegó a 6000, pero todavía hay 1600 cuerpos desaparecidos. Hoy seguimos pidiendo justicia para nuestros amigos y familiares que perdieron la vida a causa de los desastres climáticos. Los jóvenes filipinos luchan por un futuro que no esté plagado de ansiedad y miedo porque otro Haiyan pueda llegar en cualquier momento y arrebatar la vida y los sueños de nuestros seres queridos. No merecemos vivir con miedo», dijo.
Para ella, la COP26 debe ser el espacio para defender el «programa de pérdidas y daños».
«Hoy hace exactamente ocho años que Haiyan cambió drásticamente la vida de los filipinos, los efectos del cambio climático son cada vez peores. No tendrían que estar esperando aún que se haga justicia», aseguró, y añadió que las empresas y otros emisores de carbono deberían ser responsables.PNUD/Silke von BrockhausenEl archipiélago de Tuvalu, en el Pacífico Sur, es altamente vulnerable a la subida del nivel del mar provocada por el cambio climático.
La lucha por las pérdidas y los daños
El término ‘pérdidas y daños’ está recogido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y se utiliza para referirse a los daños que el cambio climático, causado por el ser humano, está provocando.
Sin embargo, la respuesta adecuada a esta cuestión ha sido objeto de disputa desde la adopción de la Convención. Establecer la responsabilidad y la indemnización por pérdidas y daños ha sido un objetivo que se viene persiguiendo desde hace tiempo en las negociaciones para los países vulnerables y en desarrollo de la Alianza de Pequeños Estados Insulares y el Grupo de Países Menos Adelantados. Pero los países ricos se han resistido a debatir el tema a lo largo de los años.
«Seis años después del Acuerdo de París, que tiene su propio artículo sobre pérdidas y daños, los países pequeños todavía tienen que luchar para tener un tema de la agenda sobre pérdidas y daños en la COP», dijo un representante de la ONG Climate International durante una conferencia de prensa.
En cuanto al otro gran tema del día, la adaptación, también está ligada a la financiación. Los líderes de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo dejaron claro que los compromisos de la semana pasada en materia de bosques, agricultura, financiación privada y otros asuntos son insuficientes.
«Acogemos con satisfacción los nuevos compromisos contraídos la semana pasada, pero con el debido respeto, para ser honesto, no puedo estar entusiasmado con ellos (…) Faltan varias promesas nuevas, y otras vienen con compromisos insuficientes que sólo han conseguido poner obstáculos en el camino que lleva a la ruta errónea de los 1,5 grados de calentamiento», dijo Frank Bainimarama, primer ministro de Fiyi.
Una promesa rota
El anuncio de la semana pasada de que la promesa de 100.000 millones de dólares anuales para la financiación del clima en los países en desarrollo se retrasará de nuevo era el gran tema tabú de la Conferencia, pero muchos líderes de estos países lo pusieron sobre la mesa.
«Las naciones desarrolladas nos están fallando, son las que tienen los recursos y la tecnología para marcar la diferencia y, sin embargo, han dejado fuera de la mesa el potencial de las energías limpias y la adaptación al no cumplir la promesa de entregar 100.000 millones durante dos años consecutivos (…) A nosotros, los más vulnerables, se nos dice que nos aguantemos y esperemos hasta 2023», añadió Bainimarama.
El primer ministro recordó que, desde la firma del Acuerdo de París, trece ciclones han azotado las Fiyi, y afirmó que no debería haber una demora para desarrollar la resiliencia. Para ello se necesita dinero «simple y llanamente».
«Estoy preparado, junto con cada uno de los fiyianos, a hacer lo necesario para asegurar nuestra cadena alimentaria y garantizar el crecimiento de nuestra economía insular. Tenemos soluciones y siempre estamos dispuestos a compartir nuestra experiencia», destacó, y dijo a los delegados que también han ofrecido ya refugio a los habitantes de las naciones insulares de Kiribati y Tuvalu en caso de que sus hogares sean los primeros en desaparecer.
El ministro Simon Stiell, de Granada, también comentó que las promesas hechas la semana pasada deben traducirse en actuaciones significativas sobre el terreno.
«Para nosotros, en las islas, el cambio climático no es algo abstracto. Es real y se vive todos los días, y si la mitigación es un maratón que nos lleva a ese objetivo del 1,5, la adaptación es el sprintmientras luchamos contra los efectos y la urgencia de proteger la vida y los medios de subsistencia», subrayó.
Por su parte, Kathy Jetñil-Kijiner, enviada climática de las Islas Marshall, dijo que la ciencia está empezando a revelar que las medidas de adaptación van a costar mucho más de 100.000 millones de dólares al año.
«Hablamos de varios miles de millones de dólares para aplicar nuestros planes nacionales de adaptación. Hemos recibido estudios preliminares que nos muestran estimaciones de decenas de miles de millones para la recuperación de tierras, la elevación de partes de nuestras tierras y la migración interna. Cuando negociemos un nuevo objetivo de financiación para 2025, debe estar basado en la ciencia. El primer objetivo era una estimación», explicó.UNFCCC/Kiara WorthEl ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dirige a la Conferencia sobre el Clima COP26 en Glasgow (Escocia) y anima a los delegados a afrontar el reto de la crisis climática.
El expresidente Obama en apoyo de los pequeños estados insulares
Para sorpresa de algunos asistentes a la COP26, el expresidente Barack Obama asistió a la reunión con los representantes de los Estados insulares.
Nacido y criado en Hawai, se definió como un «niño de isla» y dijo que el mundo no está haciendo lo suficiente por las islas, que están más amenazadas que nunca.
«Esto no es algo que esté a 10, 20 o 30 años vista, sino que es ahora, y tenemos que actuar ya», dijo.
Invitó a los delegados a avanzar aunando fuerzas citando un viejo dicho hawaiano: «Si queréis remar en una canoa, lo mejor es que todos reméis en la misma dirección y al mismo tiempo. Sólo así se puede avanzar. Ese es el tipo de espíritu que se necesita para avanzar», añadió.
Más tarde, Obama intervino en la sesión plenaria de la COP26, donde se comprometió a impulsar la acción climática como ciudadano particular y dejó claro que mantener las temperaturas por debajo de 1,5C va a «ser difícil».
«La cooperación internacional siempre ha sido difícil, pero se hace más difícil por la desinformación y la propaganda que sale de las redes sociales en estos días (…) Conseguir que la gente trabaje junta a escala mundial requiere tiempo, y ese es un tiempo que no tenemos (…) Si trabajamos lo suficientemente duro durante el tiempo suficiente, esas victorias parciales suman», argumentó.
También animó a los jóvenes a hablar con sus familias sobre el cambio climático.
«Nuestro planeta ha resultado herido por nuestras acciones, esas heridas no se curarán ni hoy ni mañana, [pero] creo que podemos asegurar un futuro mejor. Tenemos que hacerlo», dijo.
Balance de las negociaciones
Mientras todo esto ocurría, la presidencia de la COP26 celebraba este lunes un acto para hacer balance del progreso de las negociaciones en curso. Como es lógico, los representantes de los países en desarrollo hicieron un contundente llamamiento para que se resuelvan los puntos pendientes de la agenda, haciendo hincapié en la cuestión de la financiación.
También afirmaron que la plétora de compromisos anunciados la semana pasada son bienvenidos, pero que falta por ver si se toman medidas.
«Una COP sin una financiación concreta no puede calificarse de exitosa», dijo el ministro negociador de Guinea en representación de los países del G77 y China.
«Estamos decepcionados porque los países desarrollados no están dispuestos a debatir cuestiones de financiación», y les acusó además de hacer algunas «promesas vacías».
Antigua y Barbuda, en representación de la Alianza de Pequeños Estados Insulares, abordó el fracaso de la entrega de los 100.000 millones de dólares de financiación para el clima por parte de los países desarrollados, así como la incertidumbre sobre la financiación para la adaptación, diciendo que debería ser mucho más ambiciosa.
«Si un árbol cae en un bosque y nadie lo oye, no hace ruido. El acto sobre las contribuciones determinadas a nivel nacional tuvo lugar brevemente a altas horas de la noche en una pequeña sala con un interludio musical. Colegas, no estuvimos allí para escucharlo. El informe revela una enorme brecha en la ambición, necesitamos unas planes nacionales más contundentes para 2030 con planes de implementación concretos», dijo la ministra, señalando que el informe indica que habrá un aumento del 13% de las emisiones, en lugar de reducir el 45% necesario para frenar el calentamiento global.
Bután, en representación del grupo de países menos desarrollados, dijo que las declaraciones públicas de los países suelen diferir de lo que se escucha y de las negociaciones.
«Llegamos a Glasgow con grandes expectativas, necesitamos compromisos firmes para garantizar la supervivencia de los mil millones de personas que viven en los países menos desarrollados en el futuro. Todavía hay puntos clave en las negociaciones que debemos resolver esta semana», subrayó.
El representante se refería a los temas de la transparencia, los mercados de carbono, el reglamento de París, así como la financiación, que la presidencia de la COP26 anunció que se tratarán en esta última semana de negociaciones.Noticias ONU//Laura QuinonesBernard Ewekia, un estudiante de Tuvalu, posa para una foto en el pabellón COP26 de su país en la Conferencia sobre el Clima en Glasgow, Escocia.
Cuestión de vida o muerta
Para Bernard Ewekia, un estudiante que viajó a Glasgow desde las islas de Tuvalu, en el Pacífico, las palabras no son suficientes.
«Ya hay cinco islas alrededor de Tuvalu que han desaparecido, y quiero que los líderes mundiales se comprometan, pero también que actúen ahora antes de que mi país desaparezca por completo», declaró a Noticias ONU en el pabellón de su país, que este año cuenta con un grupo de osos polares y pingüinos, ambas especies en peligro de extinción debido al cambio climático.
Para la poeta de Papúa Nueva Guinea, las verdaderas soluciones se encuentran entre en las comunidades, por lo que apoyarlas es indispensable para la adaptación y la mitigación del cambio climático.
«Eliminen los plazos, mi gente es la solución, esta es nuestra tierra y tenemos las conexiones, trabajemos juntos, dejen que se cuente nuestra historia. Confíen en nosotros para liderar nuestras soluciones a nivel local y actúen ahora», afirmó.
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