En un partido durísimo, entre la altitud y una cancha mala por la lluvia, La Roja sacó adelante la tarea para mantener la esperanza. Fue un 3-2, con goles de Alexis Sánchez (2) y Marcelino Núñez.
- Era la última oportunidad. No había nada más. Después de la derrota con Argentina, Chile no tenía margen de error. Si quería mantener la ilusión de llegar al Mundial de Qatar, ganarle a Bolivia era obligatorio. Fue un 3-2 exigente, que le da una vida más a la selección nacional. La ilusión se mantiene, por más que la ruta sea empinada. Un actor clave para el desarrollo del juego fue el tiempo. Producto de una lluvia torrencial, la cancha del Hernando Siles quedó anegada, lo que obligó a trabajar en el césped para sacar el agua, ocasionando un retraso de media hora en el inicio. Las precipitaciones aminoran los efectos de la altitud, en parte. Los bolivianos entraron a la cancha con pocas chances de optar por un cupo. El objetivo intrínseco, más allá del honor por lo que significa este partido, era sacar a Chile de carrera. La intención de ir a Calama para jugar con los argentinos era, en estricto rigor, como parte de la preparación para La Paz. Lo que Lasarte había ensayado en las últimas prácticas se llevó a cabo: un cambio de esquema. Línea de tres/cinco en defensa, con Medel de líbero y la inclusión de Kuscevic como central derecho (para frenar el juego aéreo de Moreno Martins). El arranque del juego fue duro, porque costaba en demasía armar fútbol a ras de suelo producto de las cuantiosas posas. Incluso, hasta el VAR quedó inutilizable por el agua. Chile se acomodó mejor en la cancha durante el primer tiempo, quitándole en control del balón a Bolivia. En esa dirección, la labor de Alexis y de Brereton fue importante como complemento. Sánchez, como dueño de la pelota detenida en La Roja, fue generador de peligro en el área rival. La mejor muestra de eso fue en los 14′. El tocopillano convirtió un golazo de tiro libre, con un remate franco hacia el arco, dejando sin reacción a Carlos Lampe. La apertura del marcador sirvió como aliciente, porque el cuadro nacional evidenciaba superioridad. Los lanzamientos de Alexis, incluyendo los córners, fue el método predilecto de Chile para atacar. Mientras el trabajo de los delanteros y las combinaciones entre Isla y Marcelino por la derecha le daban a La Roja más peso, Moreno Martins era controlado por los zagueros y Brayan Cortés no tenía mayor actividad. Hacia el cierre del primer lapso, el juego se fue complicando. Recién en los 36′ fue el primer remate del local, de Saavedra, desviado por el golero chileno. Todo nació en un pérdida de Pulgar. A la jugada siguiente, llegó el empate con un fuerte cabezazo del camerunés nacionalizado boliviano Marc Enoumba. El defensa se impone al propio Pulgar y le gana la espalda a Medel para conectar el envío de Arce. Justo al borde del descanso, el gol de La Verde dejó algo tocado a Chile de cara al inicio del complemento, porque la presión y el manejo de balón se fue perdiendo. La presencia de Marcelino Núñez en el juego se fue diluyendo y Erick Pulgar no se notaba cómodo. Se hizo evidente la poca continuidad con la que llegó el volante de la Fiorentina, quien partiría al Galatasaray. Fue de los puntos flojos de esta jornada doble. El equipo rojo pedía a gritos piernas frescas, sin embargo el cuerpo técnico mantenía el libreto como si se tratara de un imperativo: la demora en mover el tablero. Y el Mundial se iba. Hacia los 25′ finales, Bolivia hizo méritos para ponerse en ventaja y ahí apareció Brayan Cortés. El meta de Colo Colo fue clave, con un par de atajadas, para mantener a Chile en el partido. Contuvo las ocasiones de Vaca y de Martins. El segundo lapso se le hizo muy complejo a la Selección, mientras el reloj era otro enemigo. Pero se hizo la luz.
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