Llegar al Parque Ambiental Corazón de Pance implica reconectarse con los sentidos, respirar aire puro con una ola de frescura que embarga los pulmones; escuchar el canto melodioso de más de 268 especies de aves y el sonido relajante del emblemático río Pance.

En cada espacio de este hermoso lugar es posible deleitarse con el aroma embriagante de la huerta de hierbas aromáticas y disfrutar de la belleza del laberinto de polinizadores que atraen a seres míticos como los colibríes.

Recorrer el laberinto de polinizadores es un llamado a admirar a los picaflores, como comúnmente se conoce a los colibríes, que a pesar de su pequeño tamaño -que oscila entre 9,5 y 15 cm y su peso liviano de 4,8 a 8,5 g.- son imponentes en el cielo y enamoran con su danzar veloz aleteando hasta más de 70 veces por segundo sobre flores tubulares y de colores llamativos como el rojo, el naranja y el amarillo.

Con su diminuto tamaño, se acercan ágilmente, con un rumbo claro para encontrar su objetivo haciéndolo con rapidez, certeza y precisión con sus picos alargados y delgados succionando con su lengua casi imperceptible en forma de trompa que extienden de manera delicada acariciando y aspirando el néctar de las flores que crecen en los espacios de este corazón verde de la Sucursal del Cielo.                                  

Las leyendas ancestrales

Colibríes como Florisuga mellivora (Colibri collarejo), Chlorostilbon mellisugus (Esmeralda coliazul) y Amazilia tzacatl (Amazilia de cola rufa) están en el Parque Ambiental Corazón de Pance.

Es un regalo para los sentidos y el interior de cada alma que visita este lugar disfrutar del majestuoso danzar, ver como se mueven de madera cadenciosa con su frágil y ligero cuerpo sin mover un sólo pétalo cumpliendo el legado de la naturaleza de ser polinizadores. Es inolvidable la experiencia de ver volar a estos mensajeros alados que llevan de un lugar a otro los deseos y pensamientos de los humanos y los dioses, como eran considerados por el pueblo Maya.

Caminar por cada espacio de este parque y admirar la belleza de estos valientes guerreros, denominados así por los aztecas, es fantástico; verlos trasegar por el aire con sus alas de colores y una rapidez casi irreal que valida denominaciones como ‘Huitzilin’ del pueblo Náhuatl que significa siempre en movimiento como nuestro corazón y ‘Opochtli’ que se traduce como lado izquierdo, una metáfora que alude al corazón humano.

La leyenda del colibrí dice que pueden volar hacía los seis rumbos del universo, por lo que se relaciona con la fuerza de voluntad que nos dirige hacia el rumbo que el corazón quiera llevar nuestro destino lleno de amor, respeto y reconciliación con la naturaleza y nosotros mismos.

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Edith Perdomo Estrada

cali.gov.co