La bahía de Palma ha perdido desde 1984 un 37,8 % de sus praderas de Posidonia oceanica, un hábitat que ha sufrido un «profundo deterioro» causado por los vertidos de aguas residuales de emisarios y aliviaderos, según el Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Un 93 % de la pérdida de esta planta marina protegida se ha producido en la zona próxima al litoral entre el puerto de la capital y la playa de Ciudad Jardín, donde se ubican los puntos de evacuación de aguas residuales y depuradas, según un informe del «Impacto de vertidos de aguas residuales urbanas no tratadas en la Bahía de Palma» que ha hecho el IEO a petición del Juzgado de Instrucción número 12 de Palma, en el marco de la investigación penal por esa contaminación.
«Existe evidencia más que suficiente como para afirmar que los vertidos de aguas residuales de los emisarios que vierten en la bahía de Palma están implicados en el profundo deterioro mostrado por el hábitat en la zona de estudio», afirman los científicos autores del estudio.
Los investigadores plantean «la necesidad urgente de adoptar todo tipo de medidas que mitiguen y eliminen la influencia de los vertidos de aguas residuales en la bahía de Palma».
Reclaman mejorar las estaciones de depuración de aguas residuales (EDAR) de Palma, aplicar tratamientos terciarios de depuración, eliminar los vertidos de aguas pluviales mezcladas con aguas sucias a la bahía y aplicar sistemas alternativos de vertido con demostrada eficacia para mitigar los efectos sobre el ecosistema como los difusores venturi.
Los científicos han detectado, a nivel estructural, «alteraciones muy significativas de la pradera», con valores anormalmente bajos de densidad de haces de posidonia y porcentaje de cobertura en las zonas más próximas a los puntos de vertido de los emisarios submarinos.
Además, justo en estas zonas han observado una abundancia particularmente alta de la macroalga invasora Halimeda incrassata, probablemente relacionado con el empeoramiento de la calidad ambiental y deterioro estructural de la pradera.
Según el IEO, todas las praderas de posidonia de la bahía de Palma analizadas parecen encontrarse, en mayor o menor grado, afectadas por las aguas residuales.
En las zonas de pradera deterioradas próximas a los vertidos de los emisarios, el tamaño de las plantas se ha reducido entre la mitad y un tercio, y estas plantas más pequeñas muestran mayores valores de superficie foliar necrosada.
También los resultados obtenidos a nivel bioquímico ponen en evidencia la relación entre las alteraciones observadas en la estructura de la pradera y morfología de los haces y la influencia de los vertidos de los emisarios submarinos.
La señal isotópica del nitrógeno y del carbono «es un excelente trazador» del origen de los nutrientes y la materia orgánica «aportados por los emisarios sobre el ecosistema marino» e «indican de forma bastante inequívoca su influencia sobre la pradera de Posidonia oceanica».
El IEO afirma que la reducción de los aportes de nutrientes causados por la actividad humana a la bahía debe ser un objetivo prioritario para paliar el proceso de deterioro de la posidonia oceánica en esta zona y favorecer la recuperación del hábitat a largo plazo. Advierte que las medidas de gestión que se han puesto en marcha para proteger las praderas, como la creación de la Reserva Marina de la bahía, «no van a ser eficaces si no se eliminan o reducen dichas presiones».
Los científicos no descartan que otros factores y presiones contribuyan a explicar el estado de las praderas, como vertidos no controlados, otros aportes de pluviales y aguas subterráneas, fondeo de buques mercantes y embarcaciones deportivas y aportes terrestres de basuras y sedimentos.
Los investigadores también han detectado que los aportes de agua dulce de los emisarios submarinos en la bahía de Palma causan una alteración de la calidad de la masa de agua con incrementos de concentraciones de nitrato, fosfato, nitrógeno y fósforo «significativamente superiores a las zonas de aguas limpias».
Para estudiar el efecto de los vertidos, el IEO hizo tres campañas oceanográficas en las que tomaron muestras de sedimento con draga y de agua a diferentes profundidades con roseta oceanográfica. Además, cuatro buceadores hicieron muestreo del estado de la pradera de posidonia en la bahía de Palma.
Ya al tomar las muestras detectaron que el sedimento de los aliviaderos presentaba «un color más oscuro y con mal olor» que en el resto de la bahía de Palma.
El área de muestreo cubrió una superficie de 216 kilómetros cuadrados de la Bahía de Palma, entre los 10 y los 57 metros de profundidad, desde cala Portals Vells a Cap Blanc. EFEverde