Reducir el uso de biocidas, fomentar la ganadería extensiva y prácticas agrarias que favorezcan a los polinizadores, son algunas de las propuestas recogidas en un estudio publicado por Ecologistas en Acción y la Asociación Española de Entomología para frenar el declive de los insectos.
Así se desprende del estudio ‘Análisis de la situación y propuestas para la conservación de los insectos’, presentado de forma telemática, que advierte que el grupo faunístico más diverso del planeta es también uno de los más amenazados, ya que “el 40 % de los polinizadores está en peligro de extinción”.
Insectos y servicios ecosistémicos
Se calcula que existen un millón de especies de insectos, animales que desempeñan un valioso papel en tareas clave como la polinización, el ciclo de nutrientes y en las cadenas alimenticias de muchas especies.
Los insectos, que han colonizado “todos los continentes” son “bioindicadores de la calidad de los ecosistemas” porque “son muy sensibles a los cambios ambientales y constituyen la base de la dieta de muchas especies”, ha explicado Concepción Ornosa, profesora de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid.
Ornosa ha destacado “el valioso papel de los insectos en la producción de alimentos” gracias a su rol polinizador, además de su “importante contribución a la descomposición de la materia orgánica, la restauración de suelos y la lucha contra las especies exóticas invasoras”.
“A pesar de ser el grupo más numeroso, también es uno de los más infravalorados y desconocidos”, ha señalado Ornosa, que ha pedido al conjunto de la sociedad que los valore “sin prejuicios”.
El declive de los insectos
El coordinador de Ecologistas en Acción, Theo Oberhuber, ha explicado que “las dos principales causas del declive de los insectos son los cambios de uso de suelo y el uso indiscriminado de biocidas”.
En concreto, Oberhuber ha destacado las “fumigaciones aéreas”, ya que generan una “gran dispersión de contaminantes y afectan tanto al aire, como al suelo y el agua”.
En cambio, mejorar el estado de conservación de los insectos “favorece a los agricultores”, porque el éxito de los cultivos “depende en gran medida del servicio ecosistémico de la polinización”, subraya Oberhuber.
Aumentar la disponibilidad de recursos florales y restaurar linderos con plantas autóctonas, son medidas sencillas que “diversifican el paisaje de los monocultivos” y constituyen refugios para las poblaciones de insectos silvestres.
Insectos de ciudad
Por su parte, el vicepresidente de la Asociación Española de Entomología, José María Hernández, ha destacado que “muchas poblaciones viven en entornos urbanos y periurbanos, por lo que la acción de ayuntamientos y particulares es muy efectiva”.
Hernández ha propuesto “priorizar los corredores verdes sobre los planes urbanísticos de cemento y asfalto” además de “escoger mejor el momento en el que podar las plantas silvestres” que brotan en las ciudades.
Este experto ha explicado que lo que vulgarmente se conoce como “malas hierbas” son en realidad especies autóctonas que durante su floración ofrecen “refugio, alimento y zonas de reproducción para muchas especies”.
Insectos y ganadería extensiva
Fuera de las ciudades, “la ganadería extensiva garantiza una mayor calidad de los entornos de pradera”, ya que permite la subsistencia de muchas especies de polinizadores que dependen de los pastos para sobrevivir, como las mariposas.
Finalmente, Hernández ha propuesto la creación del Día Mundial de los Insectos para reivindicar su importancia ante la sociedad, que aún desconoce en gran medida “su papel en el bienestar de la humanidad y del planeta”. EFEverde