Todos podemos contribuir a ahorrar alimento
A escala mundial se pierden o desperdician a diario toneladas de alimentos comestibles. Solo entre la cosecha y el nivel minorista se pierde cerca del 14 % del total de alimentos producidos en todo el mundo. También se desperdician enormes cantidades de alimentos en el plano minorista o del consumidor.

Para gran parte de la población mundial, el desperdicio de alimentos se ha convertido en costumbre: comprar más alimentos de los que necesitamos en los mercados, dejar que las frutas y hortalizas se estropeen en casa o servir porciones más grandes de lo que podemos comer.

Estas costumbres someten a nuestros recursos naturales a mayor presión y perjudican a nuestro medio ambiente. Cuando desperdiciamos alimentos desperdiciamos el trabajo, el esfuerzo, la inversión y los preciosos recursos (como agua, semillas, pienso, etc.) empleados en su producción, por no hablar de los recursos empleados en su transporte y elaboración. Resumiendo, el desperdicio de alimentos aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático.

Se trata de un gran problema. De hecho, a escala mundial se pierden o desperdician a diario toneladas de alimentos comestibles. Solo entre la cosecha y el nivel minorista se pierde cerca del 14 % del total de alimentos producidos en todo el mundo. También se desperdician enormes cantidades de alimentos en el plano minorista o del consumidor.

La parte de alimentos que se pierde desde la cosecha hasta el nivel minorista excluido se conoce con el nombre de pérdida de alimentos. La parte que se desperdicia en el nivel minorista o del consumidor se denomina desperdicio de alimentos. Se hace esta distinción para abordar las causas últimas del problema, a cuya solución pueden contribuir agentes de todo tipo, desde agricultores y productores hasta clientes y propietarios de tiendas.

La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos es esencial en un mundo en el que millones de personas padecen hambre a diario. Cuando reducimos el desperdicio, entendemos que los alimentos no vienen dados para los millones de personas que padecen hambre a diario.

Depende de nosotros cambiar nuestras costumbres para que no desperdiciar alimentos se convierta en un modo de vida.

Aquí sugerimos unas cuantas medidas fáciles que pueden tomarse para restablecer la conexión con los alimentos y lo que significan:

1.     Adopte una dieta más saludable y sostenible

La vida se mueve deprisa, y preparar comidas nutritivas puede ser complicado, pero las comidas saludables no tienen por qué ser elaboradas. En Internet abundan recetas saludables y rápidas que puede compartir con sus familiares y amigos.

2.     Compre solo lo que necesita

Planifique sus comidas. Prepare una lista de la compra y aténgase a ella evitando las compras impulsivas. No solo desperdiciará menos alimentos … también ahorrará dinero.

3.     Elija frutas y hortalizas feas

No juzgue los alimentos por su apariencia. A menudo se tiran a la basura frutas y hortalizas magulladas o con formas extrañas porque incumplen unas normas cosméticas arbitrarias. No se preocupe … el sabor es el mismo. Utilice la fruta madura para preparar batidos, zumos y postres.

4.     Almacene los alimentos con sensatez

Pase los productos más antiguos a la parte delantera del armario o el frigorífico y coloque los nuevos en la parte trasera. Utilice contenedores herméticos para mantener frescos en el frigorífico los alimentos abiertos y asegúrese de cerrar los paquetes para que no entren insectos.

5.     Comprenda el etiquetado de los alimentos

Hay mucha diferencia entre las fechas de “consumo preferente” y “caducidad”. A veces los alimentos siguen siendo inocuos para el consumo pasada la fecha de “consumo preferente”, mientras que la fecha de “caducidad” indica el momento en que el consumo deja de ser inocuo. Verifique las etiquetas de los alimentos para averiguar si contienen ingredientes no saludables como grasas trans y conservantes y evite los alimentos con azúcar o sal añadidos.

6.     Empiece por lo pequeño

Sirva en casa porciones más pequeñas o comparta platos más grandes en los restaurantes.

7.     Valore las sobras

Si no se come todo lo que prepara, congélelo para más adelante o utilice las sobras como ingrediente de otra comida.

Comprar frutas y hortalizas feas o utilizar las sobras en otras comidas son dos costumbres positivas para evitar la pérdida y el desperdicio de alimentos. Arriba/izquierda: © Smiallaan/shutterstock.com Abajo/derecha: ©New Africa /shutterstock.com

8.     Haga uso de los alimentos desperdiciados

En lugar de tirar a la basura desechos de comida, haga compost con ellos. De esta forma devolverá nutrientes al suelo y reducirá su propia huella de carbono.

9.     Respete los alimentos

Los alimentos nos ponen en conexión a todos. Restablezca la conexión con los alimentos sabiendo del proceso de producción que comportan. Infórmese leyendo de la producción de alimentos y conozca a agricultores cercanos.

10.     Apoye a los productores de alimentos locales

Comprando productos locales, presta apoyo a agricultores familiares y pequeñas empresas de su comunidad. También contribuye a la lucha contra la contaminación reduciendo las distancias que recorren los camiones y otros vehículos en el reparto.

11.     Mantenga a flote las poblaciones de peces

Consuma especies de peces que abunden más, como la caballa o el arenque, antes que otras que corren peligro de sobreexplotación, como el bacalao o el atún. Compre pescado que se ha capturado o criado de forma sostenible, como pescado provisto de etiqueta o certificado ecológico.

12.     Use menos agua

No podemos producir alimentos sin agua. Aunque es importante que los agricultores utilicen menos agua para cultivar alimentos, la reducción del desperdicio de alimentos también ahorra todos los recursos hídricos empleados en su producción. Reduzca de otros modos el consumo de agua: arregle las goteras o cierre el grifo mientras se cepilla los dientes.

13.     Mantenga limpios los suelos y el agua

Algunos desperdicios domésticos son, en potencia, peligrosos y nunca deben echarse a un cubo de basura general. Artículos como pilas, pintura, teléfonos móviles, medicamentos, productos químicos, fertilizantes, neumáticos o cartuchos de tinta pueden filtrarse en nuestros suelos y nuestro suministro de agua perjudicando a los recursos naturales con los que se producen nuestros alimentos.

14.     Coma más legumbres y verdura

Trate de consumir una vez por semana una comida a base de legumbres o cereales “antiguos” como la quinua.

15.     Compartir es cuidar

Done los alimentos que de otro modo se desperdiciarían. Por ejemplo, mediante aplicaciones los vecinos pueden conectarse entre sí y con empresas locales para que los excedentes de alimentos puedan compartirse y no tirarse a la basura.

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