Un grupo de científicos han detectado la presencia de hasta 59 sustancias químicas distintas en Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA), lo que revela que incluso los espacios naturales de mayor valor ecológico sufren el impacto de la contaminación química.
Un equipo de científicos del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) y el Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC, UCLM, JCCM), ha logrado estos resultados que se han publicado en Ecotoxicology and Environmental Safety.
59 sustancias químicas
Según han dado a conocer el IREC en un comunicado, los resultados se han obtenido tras desarrollar e implementar un procedimiento metodológico para determinar gran cantidad de microcontaminantes orgánicos de distintas familias químicas, y de forma simultánea, en las muestras de agua recolectadas en 21 Individual Tratamiento de Agua (IBA), representativas de los diferentes tipos de hábitats existentes en España.
Los resultados muestran que el 83 % de las sustancias químicas analizadas (un total de 59) han sido detectadas en las IBA españolas lo que demuestra que estos espacios naturales sufren también el impacto de la contaminación química.
Gracias a una novedosa técnica analítica que se basa en el uso de técnicas de cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas en tándem, se han podido analizar, de forma simultánea, 21 fármacos, 17 productos fitosanitarios, 3 ésteres organofosforados, 17 compuestos perfluorados y la benzofenona.
Entre los microcontaminantes estudiados, los fármacos como la cafeína, el ibuprofeno o el paracetamol y los ésteres organofosforados resultan ser los más ubicuos.
La cafeína, que fue detectada en el 79 % de las muestras analizadas, es un indicador de contaminación antrópica, de modo que su presencia es un síntoma de la intrusión humana en los espacios naturales.
Presencia de fármacos
La presencia de fármacos en el agua de las IBA, detectada en el 98 % de las muestras analizadas, es de gran relevancia ecológica porque estas sustancias químicas son bioactivas, por lo que pueden interferir en la regulación y expresión de genes y la respuesta inmune, afectar al desarrollo y a los sistemas neuroendocrino y cardiovascular de la fauna vertebrada.
Según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), los fármacos presentes en el agua a concentraciones superiores a los 10 ng/L deberían ser sometidos a una evaluación de riesgos ecotoxicológicos.
Lamentablemente, los fármacos analizados superan este límite en el 12 % de las muestras recolectadas en las IBA españolas, han señalado estas fuentes.
Considerando las diferentes tipologías de IBA, los cursos de agua en el área de influencia de hábitats agrícolas, los hábitats acuáticos costeros y las masas de agua en bosques riparios son los medios más afectados por la contaminación química, y es un factor clave la proximidad de núcleos urbanos.
Otros contaminantes químicos
Por su parte, los ésteres organofosforados, compuestos químicos usados como retardantes de llama y como aditivos en plásticos, pinturas y otros materiales de mobiliario y componentes electrónicos, han sido detectados en el 76 % de las muestras.
Otros contaminantes químicos como los productos fitosanitarios, estrechamente asociados a las actividades agrícolas, los compuestos perfluorados (componentes del GoreTex®, el teflón, usados como surfactantes en la industria agroquímica y como aditivo en espumas contra incendios, por ejemplo) y la benzofenona (usada en cosmética y como aditivo en la industria del plástico) fueron detectados en el 60 %, el 29 % y el 17% de las muestras analizadas, respectivamente.
En su conjunto, esta metodología, desarrollada e implementada en el marco del Proyecto Libera impulsado por SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, pone de manifiesto la necesidad de destinar esfuerzos de investigación y gestión a evaluar la contaminación química, la ‘basuraleza’ que no se ve, incluso en los espacios naturales de España que, en teoría, se consideran más libres de presiones antrópicas.
Esto pasa por la identificación de las fuentes de contaminación y de las sustancias contaminantes, así como por la evaluación de su impacto sobre la fauna con el objetivo de implementar medidas de mitigación. EFEverde