La propuesta es disminuir el desperdicio de producto que se deteriora por condiciones climáticas y contribuir a mejorar la economía de cientos de familias que dependen de este vegetal para su sustento en esta región de Boyacá.
- Se estima que cada colombiano consume alrededor de 6 kg al año de cebolla cabezona. Foto: archivo Unimedios
- El prototipo usa la energía solar para deshidratar la cebolla y preservar su vida útil y sus nutrientes. Fotos: Corporación Académicos por Colombia.
- La iniciativa fue desarrollada por estudiantes de Ingeniería Química, integrantes del capítulo estudiantil AIChE de la UNAL Sede Bogotá, en conjunto con la organización Académicos por Colombia (de egresados de la Institución).
- n el proyecto participa el Grupo Terram SAS, una organización conformada por 25 familias de agricultores que se beneficiarían del proyecto.
- Boyacá es uno de los departamentos líderes en la producción de cebolla cabezona. Foto: Petruss-Creative Commons
- Se estima que cada colombiano consume alrededor de 6 kg al año de cebolla cabezona. Foto: archivo Unimedios
- El prototipo usa la energía solar para deshidratar la cebolla y preservar su vida útil y sus nutrientes. Fotos: Corporación Académicos por Colombia.
El prototipo de deshidratador usa el sol como principal fuente de energía, pues incluye un colector solar y una cámara de deshidratación para secar la cebolla; además, aunque esta se transforma, conserva sus nutrientes esenciales –como minerales, vitaminas C y B6, calcio, hierro y fósforo– y evita el ingreso de insectos y microorganismos.
También cuenta con secadores que utilizan la circulación natural y forzada del aire calentado por energía solar, lo cual permite el secado directo del producto.
Sus creadores, un grupo de estudiantes de Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), junto con la Corporación Académicos por Colombia (organización de egresados de la Institución), explican que el modelo tiene una cubierta de vidrio sobrepuesta en una lámina negra, de manera que ingresa aire que se calienta dentro de esta.
Gracias a la acción del sol, este aire empieza a ascender hacia una “cámara” en la que se pone la cebolla, que se empieza a calentar por acción del aire y la ráfaga de viento que ingresa. Después el aire sale del deshidratador, y con él también sale el agua.
“En este momento el deshidratador se encuentra en forma de un prototipo personal que puede transformar hasta 2,5 kilos de cebolla por metro cuadrado. No obstante, la proyección es ampliar la capacidad de deshidratación”.
Destacan además que se trata de una iniciativa con bajo costo de operación, pues el deshidratador no necesita estar conectado a una fuente de electricidad, se adapta con facilidad a ventiladores y celdas solares, y no genera emisiones de dióxido de carbono.
El investigador Camilo Otálora, doctor en Ciencias – Química de la UNAL, señala que durante varias semanas trabajaron con las comunidades rurales para identificar sus problemáticas más comunes, y escogieron a Cucaita por ser uno de los 43 municipios de Boyacá productores cebolla, lo que convierte al departamento en líder en el cultivo de esta hortaliza de la que se estima que cada colombiano consume alrededor de 6 kg al año.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) indica que en Cucaita viven alrededor de 4.600 personas, de las cuales cerca del 90 % depende de cultivos agrícolas como la papa, el maíz, la remolacha o la cebolla cabezona.
Sin embargo, no todo es color de rosa para los productores. Tanto en dicho municipio como en la mayoría del campo colombiano, los agricultores emplean una forma de comercio que consiste en producir en fresco y llevar el producto a las centrales de abasto, en donde la cebolla no siempre llega en condiciones óptimas para su comercialización.
El estudiante de Ingeniería Química, Eduardo Hernández, amplía que “cuando los precios son muy bajos es muy común que los productores pierdan parte del dinero invertido, entonces consideramos que con el uso de deshidratadores ellos pueden no solo conservar parte de la cosecha, sino también ampliar el mercado, incluso para exportación”.
Así, al indagar entre un amplio universo de dificultades en la comunidad, se determinó que el proyecto de fabricar deshidratadores de cebolla cabezona sería innovador, tendría impacto en esta zona del país, y además ofrece la posibilidad de trabajar de la mano con el Grupo Terram SAS, una organización de productores asociados que ha sido el corazón de la iniciativa.
El deshidratador de cebolla ganó el primer puesto en el Concurso Internacional del Instituto Americano de Ingeniería Química (AIChE), Chemical Engineering for Good Challenge (ACE4G), cuyo objetivo es fomentar la participación de ingenieros químicos en proyectos de servicios internacionales, con el propósito de animar a estudiantes a considerar cómo se pueden aplicar adecuadamente los conocimientos de ingeniería química a pequeña escala para mejorar la calidad de vida de las comunidades del mundo en desarrollo.
La propuesta de los estudiantes y egresados de la UNAL superó los proyectos presentados por prestigiosos centros educativos como la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Para los creadores del deshidratador, el propósito es crear una planta de deshidratación solar de cebolla. “Queremos que nuestra idea contribuya al desarrollo productivo de las comunidades rurales del país”.
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