Pedro Pablo G. May.- «Si todas las renovables son buenas, la biomasa es aún mejor» porque es «la más social y además previene incendios forestales ya que convierte el combustible con el que arden los montes en energía útil», ha explicado en una entrevista con Efeverde el ingeniero de montes Carlos del Álamo.

Este colaborador del Comité de Ingeniería y Desarrollo sostenible del Instituto de Ingeniería de España (IIES) ha advertido de que los bosques de la península ibérica crecen a un ritmo de 46 millones de metros cúbicos al año, de los cuales apenas se aprovechan unos 19 millones.

Este crecimiento no es homogéneo, ya que, mientras en el sureste existe una zona de «riesgo alto» de desertificación, «el norte, noroeste y las grandes sierras y montañas del interior cuentan ya con casi 18 millones y medio de hectáreas de superficie forestal arbolada» de los 27 millones de superficie forestal total.

El bosque es «muy necesario, útil y con funciones múltiples» pero «las circunstancias de la geografía española, con los períodos secos que nos acompañan año tras año, ponen en riesgo su calidad» y también la vida de las personas y de sus bienes aposentados alrededor.

Actividad económica alrededor del monte

De hecho, el mundo rural «no sé si es una España vaciada, pero sí que es utilizada por mucha gente» en referencia a las labores de apicultores, ganaderos, agricultores, selvicultores y otros profesionales que «aunque no vivan ‘in situ’ sí tienen actividad económica alrededor del monte».

Los grandes incendios de los últimos años y de esta misma temporada ponen en riesgo esta actividad porque un bosque abandonado está lleno de «combustible» que «no es otra cosa que la materia orgánica generada en forma de troncos de árboles o leña de matorrales» que, aprovechado «de manera ordenada y a través del proceso de biomasa», puede aportar un doble beneficio.

Por un lado, hacer rentable el monte «lo cual genera interés en cuidarlo» y, por otro lado, «eliminar parte de ese combustible al transformarlo en energía renovable» ayudaría a prevenir incendios y, en el caso de la extinción, a que resulte más sencillo apagarlos.

Además, estas instalaciones generan empleo, ya que «por cada megawatio eléctrico instalado se generan aproximadamente entre 10 y 12 puestos de trabajo y se consume entre ocho y nueve mil toneladas de biomasa por megawatio».

Del Álamo ha precisado a Efeverde que «tenemos ya ejemplos por toda la geografía española del aprovechamiento de la biomasa, tanto de la térmica para dar calor a edificios e instalaciones como la eléctrica para generar energía renovable», pero ha insistido en que es necesario facilitar nuevas instalaciones y a ello deben apoyar tanto la administración nacional como las autonómicas y municipales.

En ese sentido, apoya la propuesta del Colegio de Ingenieros de Montes de reducir el IVA de este tipo de instalaciones del 21 al 10 %, lo que permitiría ahorrar un 8 % en el coste total de la inversión y, más importante, ayudaría a reducir en un 7 % las emisiones de gases de efecto invernadero economizando además unos 3.600 millones de euros si se cumplen los objetivos contemplados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).

Las inversiones en biomasa solo son rentables, ha añadido, en un radio de cien kilómetros alrededor de los bosques de donde se extrae el material pero, por lo demás, «lo tenemos todo: el combustible, la gente, la tecnología, el dinero para invertir en proyectos…, sólo falta agilizar el exceso de burocracia habitual en España» para potenciar esta fuente renovable.

Este ingeniero de montes ha concluido certificando que «en los países más próximos, van por detrás de nosotros en todo lo que tiene que ver con la biomasa de origen forestal». EFEverde