Desde Estados Unidos hasta Europa y de la China al Japón, las temperaturas extremas se han disparado durante semanas, lo cual ha causado múltiples incendios forestales y la muerte de cientos de personas en España, Francia, Grecia, Italia y Portugal, así como han desplazado a miles de residentes que se ven forzados a buscar refugio en salas de refrigeración públicas.

Un aproximado de 90 ciudades han emitido alertas de calor. Entre ellas están varias ciudades japonesas que rompieron récords de calor que datan de 1875, según la Agencia Meteorológica del Japón. Mientras tanto, en los Estados Unidos, más de 100 millones de personas están bajo alertas de calor a medida que los incendios forestales se intensifican en el estado de California, lo que llevó al presidente Joe Biden a examinar si declara una emergencia climática.

El epicentro de la actual ola de calor global es Europa, donde millones de personas siguen sufriendo por situaciones como la del caos de transporte debido a los retrasos de los trenes en Francia, Italia y el Reino Unido.

Las zonas urbanas se han visto especialmente afectadas por las altas temperaturas. Las ciudades presentan de 5°C  a 9°C más de temperatura que las zonas rurales, ya que los edificios de hormigón y las aceras absorben e irradian luz solar. Asimismo, la densidad de personas, coches y maquinaria en las ciudades contribuyen al incremento en la temperatura.

“Nos preocupamos en especial por las ciudades porque ahí es donde está la mayoría de la población”, afirmó Eleni Myrivili. ONU-Hábitat nombró recientemente a Eleni Myrivili como su directora mundial de calor con el fin de que lidere las acciones de respuesta ante el calor y las medidas de resiliencia en ciudades de todo el mundo.

Eleni Myrivili también colabora con el centro Arsht-Rock en la ejecución de la Plataforma de acción ante el calor, una herramienta para que el funcionariado de gobiernos municipales, profesionales técnicos e instituciones financieras reduzcan las consecuencias humanas y económicas del calor extremo. Esta plataforma fue desarrollada en asociación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“Tenemos a muchas personas vulnerables socioeconómicamente que no cuentan con suficiente abastecimiento de energía ni con la protección adecuada contra estos eventos extremos. Debemos reconocer el calor como una crisis en la que podamos centrarnos”, afirmó Eleni Myrivili.

Como se vio a principios de 2022 en la India y Pakistán, las olas de calor que han estado horneando a tantos países se están volviendo cada vez más calientes, largas y frecuentes como resultado del cambio climático.

Las y los expertos en clima han advertido durante mucho tiempo sobre el incremento en las temperaturas y en los riesgos asociados para la salud humana y la infraestructura. El informe de 2022 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático trazó un panorama sombrío de las consecuencias de no actuar de manera adecuada ante el calentamiento global: aumento de las olas de calor, estaciones cálidas más largas y estaciones frías más cortas.

Según la organización Cool Coalition, una red mundial sobre refrigeración eficiente y respetuosa con el clima dirigida por el PNUMA, se estima que las temperaturas extremas matan a 5 millones de personas al año, con un número cada vez mayor de muertes relacionadas con el calor.

“Si el calentamiento global llegara a 1,5 °C, 2.300 millones de personas estarían expuestas y serían vulnerables a las consecuencias de las olas de calor, así como sus impactos negativos en la salud y la productividad”, afirmó Mark Radka, Jefe de la Subdivisión de Energía y Clima del PNUMA. “De no actuar por mitigarlo, en 2030, se estima que se perderían 80 millones de empleos a tiempo completo en todo el mundo debido al estrés por calor, lo que resultaría en pérdidas económicas de US$ 2,3 billones”.

Eleni Myrivili considera que los desafíos a los que se enfrentan las ciudades son dos prioridades urgentes que deben perseguirse simultáneamente. El objetivo a corto plazo, afirmó Myrivili, consiste en salvar vidas ayudando a las comunidades vulnerables a mantenerse dentro de una temperatura fresca durante las olas de calor. A futuro, el objetivo a largo plazo es fortalecer la resiliencia al cambio climático mediante el enfriamiento sostenible de las ciudades y el regreso de la naturaleza al interior de las zonas urbanas.

“Los árboles son los protagonistas en el ámbito del enfriamiento”, dijo Myrivili. “La creación de bosques dentro de las ciudades y de corredores verdes es una manera eficaz de llevar la masa de aire a enfriar grandes zonas dentro de una ciudad”. 

Los datos del PNUMA indican que el simple hecho de plantar árboles en las calles de las ciudades daría a 77 millones de personas un 1 °C menos en los días calurosos que representaría un alivio.

“Rediseñar los paisajes urbanos para que cuenten con más vegetación y agua e implementar estrategias de enfriamiento pasivo para que los edificios mejoren su rendimiento térmico y reduzcan su consumo de energía son estrategias clave para hacer que las ciudades sean más resilientes a las olas de calor”, afirmó Jonathan Duwyn, Jefe de la Unidad de Ciudades del PNUMA.

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El PNUMA lleva mucho tiempo abogando por soluciones sostenibles en materia de enfriamiento de las zonas urbanas, motivo por el cual ha colaborado con ciudades de Camboya, la India y Viet Nam para elaborar estrategias de enfriamiento que no perjudiquen al medio ambiente; asimismo, el PNUMA ha apoyado el desarrollo de sistemas de enfriamiento distrital en países como Egipto.

El sector de los edificios y de la construcción se considera fundamental a fin de lograr los objetivos de mitigación y adaptación climática establecidos en el Acuerdo de París para 2050.

Por lo tanto, el hecho de mantener las ciudades a temperaturas habitables mientras se combate la crisis climática constituye uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los gobiernos actualmente. Se han visto ejemplos en ciudades de todo el mundo que están experimentando con formas nuevas y sostenibles de mantenerse a una temperatura fresca, desde el pavimento frío en Tokio hasta los techos verdes ecológicos en Toronto.

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Mientras tanto, en la capital de Grecia, Atenas, la cual se vio duramente afectada por múltiples sequías y temperaturas cada vez mayores, el gobierno municipal está renovando un acueducto de gran valor histórico que data de la época romana para irrigar los corredores verdes de la ciudad.

Sin embargo, estos proyectos de construcción exigen no solamente una gran voluntad política por parte de los funcionarios electos, sino también inversiones públicas y privadas de un valor considerable.

Eleni Myrivili dice que su trabajo como la primera directora global de calor de ONU-Hábitat se orientará por cómo responder a la pregunta: ¿Cómo utilizamos nuestros recursos naturales de manera mucho más inteligente y sostenible para hacer a las ciudades más resilientes al calor?

Las respuestas a este tipo de preguntas de alta complejidad exigirán no solo un enfoque integral para el enfriamiento urbano sostenible, sino también que reimaginemos nuestra propia noción de cómo debe ser una ciudad, agregó la señora Myrivili.

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