Jesús Alberto Villamil profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) 

Mateo Arias estudiante de Economía, Facultad de Ciencias Económicas de la UNAL 

En Colombia es necesario desarrollar una banca pública “sin ánimo de lucro”, no solo como intermediaria financiera, sino también como patrocinadora de modelos de negocio cuya rentabilidad supere costos del capital –tasa de interés e impuestos, entre otros–, justicia social y ambiental, evitando prácticas depredadoras como el gota a gota. 

La población objetivo de Grameen han sido principalmente las mujeres, quienes componen el 97 % de los receptores de préstamos. Un resultado sorprendente es su tasa de repago del 97 %. Crédito foto: Archivo Unimedios.
La población objetivo de Grameen han sido principalmente las mujeres, quienes componen el 97 % de los receptores de préstamos. Un resultado sorprendente es su tasa de repago del 97 %. Crédito foto: Archivo Unimedios.

La bancarización, entendida como el acceso de la población a los distintos servicios financieros, es considerada como un instrumento para el desarrollo económico y social de los países. En este contexto, la banca sin ánimo de lucro se presenta como una alternativa para el desarrollo del mercado de las microfinanzas. Esta alternativa viene revolucionado el mercado financiero alrededor del mundo, creando nuevas formas de acceso a los servicios financieros para la base de la pirámide poblacional. 

El término “banca sin ánimo de lucro” se asocia con el desarrollo del mercado de las microfinanzas, entendidas como nuevas formas de financiamiento que se ocupan por resolver problemas de la pobreza y desigualdad, y no solo el de asegurar el acceso al mercado financiero. Por medio de esta alternativa, la población pobre accede a préstamos, ahorros, microcréditos, seguros y transferencias monetarias provenientes de subvenciones del Gobierno. Así mismo cuenta con el desarrollo de capacidades y manejo de las finanzas personales mediante programas de educación financiera.

Las instituciones de microfinanciamiento (MFI por sus siglas en inglés) se enfocan en brindar estos servicios principalmente a personas que han sido excluidas del mercado financiero, y aunque operan dentro de una lógica de maximización de beneficios, también se orientan al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El desarrollo de las microfinanzas se soporta en el crowdfunding (recaudo colectivo), y en préstamos persona a persona (P2PL- Peer to Peer Lending).

La banca sin ánimo de lucro es un modelo de finanzas orientado al microcrédito puesto en práctica por el banquero y economista Muhammad Yunus, quien contempló un círculo virtuoso entre hogares pobres, finanzas, Estado, empresas y universidades propendiendo por una mejor forma de capitalismo que “empodere a las mujeres y a los pobres del Sur Global”.

El Grameen Bank, fundado en 1976 por Yunus, Nobel de Paz en 2006, se estableció inicialmente como un proyecto universitario orientado a solucionar problemas de acceso al crédito en las zonas rurales de Dhaka, capital de Bangladesh. En 1983, esta iniciativa fue reconocida como un banco independiente aceptado por el Gobierno. Los préstamos se componen de cantidades modestas, sin estudios de crédito y con un sentido de emisión de acciones, pues lo que se pagan técnicamente no son intereses sino dividendos al capital inicial desembolsado. En este modelo es usual no exigir la colateralización de la deuda con algún activo físico.

La población objetivo de Grameen han sido principalmente las mujeres, quienes componen el 97 % de los receptores de préstamos. Un resultado sorprendente es su tasa de repago del 97 %. Posteriormente este programa se estandarizó y se amplió en conjunto con ONG y apoyo estatal directo, por lo que ha cobrado relevancia en la ejecución de políticas públicas, de vivienda, agua y emprendimientos sociales.

Kiva Bank, otra iniciativa creada en 2009 por Bob Harris, se ha convertido en la principal plataforma de P2PL en el mundo. Según sus cifras de impacto, han prestado $1.600 millones de dólares a casi 4 millones de personas en el mundo, uniéndolas con cerca de 2,1 millones de prestadores. Opera en 64 países y el 84 % de los prestatarios son mujeres. La plataforma cuenta con los Kiva Fellows, quienes se encargan de hacer el seguimiento de proyecto en campo y la realización de talleres de empoderamiento.

La propuesta de valor de las iniciativas de Grameen y Kiva se orienta a combinar pequeñas cantidades de recursos provenientes de capital filantrópico para el desarrollo de emprendimientos sociales y soluciones de extrema pobreza. De esta manera, el modelo de negocio se sustenta en el empoderamiento que le genera a quienes solicitan créditos, pues parte de las condiciones del desembolso incluyen atender a seminarios de superación personal, talleres de inteligencia financiera y habilidades para el desarrollo de micronegocios, así como actividades relacionadas que van formando una mayor autoestima y el desarrollo de redes de apoyo. 

Recientemente las iniciativas de los bancos sin ánimo de lucro están incorporando fintech (tecnología financiera) como una tendencia creciente de las Smart Economy (economía inteligente) en la cual, mediante un capitalismo inteligente y consciente de las necesidades de los grupos poblacionales excluidos, se busca mitigar la pobreza y corregir problemas de desigualdad y señalamiento. 

La revolución informática de internet y los teléfonos inteligentes –o smartphones– ha llevado a que los derivados financieros y las nuevas plataformas de sistemas de pagos e interconexión de créditos se materialicen en el mundo de las fintech; aquí entran entidades como los neobancos, los criptoactivos, el ecommerce, los startups financieros y demás infinidad de terminología que va apareciendo.

Según Statista (2022), en 2021 existían en todo el mundo 26.346 empresas tipo fintech, con un valor aproximado de 210 billones de dólares. Grosso modo, estas empresas ponen la información del Big Data al servicio de la creación de servicios financieros alternativos a la banca comercial tradicional. Los “neobancos” que componen este sistema se caracterizan por una menor aversión al riesgo y bajos costos de operación, y todo se realiza digitalmente. La misma fuente estima que cerca de un 75 % de los consumidores mundiales han adoptado alguna forma de pago electrónico y un 29 % de crédito digital. 

El modelo de P2PL se compone de conectar las demandas y ofertas de crédito entre personas naturales con bancos aliados que manejen el desembolso y el cobro de intereses. Según datos de P2PMarketData 2022, hay 1.064 plataformas de P2PL con un valor de alrededor de $19.000 millones de dólares. Por su parte, el crowdfunding (micromecenazgo) es derivado del P2PL, pero también recibe (y suele enfocarse más en) donaciones. 

Los principales problemas actuales del subdesarrollo financiero en Colombia se relacionan tanto con problemas de información como con la alta concentración del sector financiero y el bajo nivel de desarrollo del mercado nacional de capitales. De esto se desprende una falencia en el acceso a información, a servicios financieros y el desarrollo de diversas formas de colateralización o garantías que exigen como respaldo a las deudas, que les permite a la mayor parte de la población de la base piramidal y a las economías populares del área rural y urbana acceder al mercado financiero, impidiendo superar la trampa de la pobreza a millones de colombianos.

En los últimos años se ha incrementado la bancarización en el país, fenómeno que se explica por el desarrollo de nuevas formas de microfinanciamiento y la adopción de las fintech; la profundización financiera de bancas populares tradicionales como Bancamía, Credibanco y el Banco de la Mujer, que ofrecen nuevos productos con tasas diferenciales y recompra de deuda debido a la insolvencia generalizada que se vivió durante el confinamiento, y también, según un informa de la Cepal de 2021, el incremento al acceso a créditos digitales pospandemia se vio directamente reflejado en el aumento de los micronegocios de e-commerce, aumentando en casi un 800 % con respecto a antes de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19.


Aunque en la mentalidad de las clases trabajadoras y de las economías populares existe una actitud disfrazada de que el acceso fácil al crédito es solo “para los de corbata”, el incremento de la bancarización reciente se soporta en las plataformas fintech como Rappi, Nequi o Daviplata, entre otras. Se estima que debido al Proyecto Nacional de Fibra Óptica (2011-2020) la inclusión financiera en Colombia se incrementó en un 7,9 % en 2021 (ver grafico).

Fuente: elaboración propia con datos del Global Findex del Banco Mundial.
Fuente: elaboración propia con datos del Global Findex del Banco Mundial.

El nuevo gobierno promete democratizar la banca pública y controlar las tasas de la banca privada, además de crear fondos de inversión popular, aún quedan muchos retos por delante, pues se estima que la brecha urbano-rural de acceso al sistema financiero es del 81 y 55 % respectivamente. 

Así, el desarrollo de una iniciativa de banca pública de primer piso “sin ánimo de lucro” no solo actuaría como intermediaria financiera, sino también como patrocinadora de modelos de negocio cuya rentabilidad supere los costos del capital compuestos por la tasa de interés y los impuestos, la justicia social y ambiental, evitando prácticas depredadoras como el gota a gota. 

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