Vista de archivo de la estación de esquí de Port Aine, Lleida. EFE/Alex López

Alp (Girona).- Las estaciones de esquí del Pirineo se han conjurado contra el cambio climático con medidas para reducir a la mínima expresión su impacto en el medio ambiente en una temporada marcada por las altas temperaturas y la escasez de nieve que dan forma a la gran amenaza para estas instalaciones.

Las fiestas navideñas han ofrecido imágenes de pistas entre prados alimentadas únicamente de blanco por los cañones de producción, y tampoco el puente de la Constitución catapultó la campaña por la misma razón de peso, la meteorológica.

Las diferentes instalaciones, tanto del lado español como del francés y el andorrano, son conscientes de que su viabilidad depende del cielo y de que las perspectivas son complicadas, así que se han puesto a remar en el ámbito de la sostenibilidad.

Uno de los ejemplos más destacados, en este caso con respaldo público, es el de las seis estaciones que gestiona Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC).

Su director de Turismo y Montaña, Toni Sanmartí, ha explicado a EFE que una de las medidas destacadas es el sónar que incorporan las máquinas pisanieves y que calcula los grosores para que los cañones funcionen sólo cuando resulta obligado.

«Así no gastas más energía ni más agua» que la necesaria, detalla Sanmartí, que relata otras formas en las que se abraza la tecnología para llevar la lucha contra el cambio climático a las estaciones de esquí.

En FGC todos los cañones son de última generación, lo que supone una mayor eficiencia en ahorro de electricidad y de agua, y, desde hace tres años, toda la energía que se consume es renovable.

Toni Sanmartí apunta también que «en el hotel de Port Ainé se ha cambiado la iluminación clásica por LED, con un nuevo mirador astronómico en la estación que lo que necesita es que no haya luz».

«El edificio de Vall de Núria funciona con geotermia y tanto La Molina como Vallter calientan sus instalaciones con biomasa», añade.

En el primero de estos casos, el combustible procede de los bosques de la zona que son propiedad de FGC, «y eso supone que se haya pasado de 60.000 euros gastados en calefacción a cero».

En una línea similar se pronuncia la responsable de Comercial y Comunicación de la estación francesa de Font-Romeu, Maude Lletche, quien reconoce que esta instalación es una de las que menos ha sufrido por falta de nieve en las vacaciones navideñas y señala la tecnología como única forma de mantener la «economía blanca».

Las pisanieves que trabajan en estas pistas han incorporado también ese sónar que mide los gruesos «de forma instantánea y permite al conductor saber dónde sobra y dónde falta».

«Con eso se reducen también las idas y vueltas de esas máquinas y obtienes un ahorro de gasolina bastante importante», puntualiza Lletche.

Con todos esos datos, los responsables de Font-Romeu, que tiene una presencia masiva de esquiadores españoles, cuentan cada mañana con una cartografía de espesores y, «desde el equipo de fabricación, se decide dónde hay que producir con los cañones y dónde no hace falta».

El proceso está en constante renovación, pero ya se estima que supondrá un ahorro de hasta 100.000 euros a la finalización de la campaña.

Los remontes, lo que más electricidad consume, han incorporado unos palos para medir la presencia de esquiadores y adaptar su velocidad en función de cada momento y, como sucede con todos los edificios, disponen de un contador que registra su consumo energético para adoptar mejoras en el futuro.

Tecnología, gran aliada

Maude Lletche confía en la tecnología para salir adelante y, aunque admite que están «inquietos», subraya que los más veteranos recuerdan situaciones como la de este invierno y que, con herramientas del siglo XXI, su estación ha abierto estas navidades «un 70 por ciento del dominio en todos los sectores».

De hecho, el Pirineo francés ha hecho una fuerte apuesta en este campo de la lucha contra el cambio climático en las estaciones de esquí con ejemplos como el de Saint Lary, que ha invertido 25 millones de euros en un telecabina que elimina 5 remontadores obsoletos y 38 pilonas.

El respaldo a las renovables, especialmente solar y geotérmica, también ha servido a algunos de estos dominios para neutralizar la subida del coste energético y evitar su repercusión en el precio del forfait.

De nuevo del lado español, Baqueira ha optimizado la producción de nieve con una reducción del 33% en consumo energético y ha aplicado otras medidas como la instalación de iluminación Led en el aparcamiento de su telecabina.

Allí, se ha procedido también al aislamiento de restaurantes y casetas de remontes para reducir el gasto en energía y, en Andorra, Grandvalira Resorts es otro dominio que dispone de sónar en las pisanieves y, como sucede con FGC, sólo dispone de electricidad renovable.

Ahora, todas quedan en manos de la meteorología para sacar adelante la campaña, pero conscientes de que sólo sobrevivirán a más largo plazo si abrazan la lucha contra el cambio climático. EFEverde