Madrid (EFE).- El declive mundial de las poblaciones de abejas, uno de los mayores polinizadores con más de 20.000 especies, podría estabilizarse tras la reciente aprobación de una vacuna que confiere esperanza en el manejo y control de patologías en estos insectos.
Hace unas semanas, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) otorgó licencia a la primera vacuna contra la bacteria Paenibacillus larvae causante de la «loque americana» una enfermedad de origen bacteriano, muy virulenta y contagiosa, presente casi en el 80 % de colmenas de todo el mundo y capaz de matar colmenares enteros, si no se diagnostica adecuadamente.
Se trata de una noticia «magnífica», señala a EFE, Raúl Rivas González Catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, quien señala que la vacuna es una herramienta para impedir que la enfermedad se propague, pero no para eliminarla: Se trata de un tipo de bacteria ambiental que no necesita contagiar a las abejas para sobrevivir.
Lo que sí que hará la vacuna -matiza Rivas- es proteger a polinizadores comerciales -unas cincuenta especies de abejas son manejadas por el hombre- de enfermedades mortales, además de reducir las pérdidas financieras y materiales de los apicultores, pero sobre todo facilitar la viabilidad del planeta.
«Una vez que una colmena muestra la manifestación clínica de la enfermedad, la única forma efectiva de erradicar y prevenir la propagación de la enfermedad es quemando la colmena y la colonia».
En este punto, el catedrático especifica que el valor económico mundial de la polinización de cultivos por parte de las abejas y otros polinizadores obtiene una media superior a los 200.000 millones de euros, el 10 % de la producción agrícola mundial de alimentos para humanos.
Enfermedades
Las abejas pueden enfermar por múltiples causas: factores abióticos -componentes no vivos de un ecosistema, como condiciones atmosféricas, recursos hídricos, agroquímicos, pesticidas…) aunque el elemento más importante es, sin duda, la biótica -organismos vivos que influyen en un ecosistema-.
Cuando la bacteria causante de la loque americana se encuentra en situaciones de riesgo para su vida, desarrolla estructuras de resistencia en su interior en forma de endoesporas, como estrategia para la supervivencia, y que pueden permanecer viables en el medio ambiente durante décadas.
Al contacto con las abejas, las esporas germinan y dan lugar a una célula bacteriana de esta especie con capacidad para reproducirse y, por lo tanto, para actuar cómo patógeno de la abeja y matarlas en pocas horas.
¿Pero, cómo se contagian las abejas?
¿Pero, cómo se contagian las abejas?, «de manera fácil», aclara Rivas: Por ejemplo, cuando las abejas expulsan de la colmena a las larvas muertas lo que hacen es llevarse a la bacteria o a las esporas con ellas o cuando, las abejas nodrizas alimentan a las larvas con comida previamente contaminada por esporas.
Para aplicar esta vacuna, compuesta por células muertas de la bacteria, se introduce en las colmenas alimento destinado a las abejas reinas con dosis de la vacuna y que se ha demostrado que actúa a nivel de los ovarios de la reina transmitiendo inmunidad transgeneracional a los huevos que va poniendo.
«A partir de ahora, con la inmunización se tratará de impedir que la enfermedad se propague», ha hecho hincapié el experto quien puntualiza que todos los ensayos y análisis realizados hasta ahora apuntan a que la vacuna tiene un porcentaje de efectividad significativo, en torno al 50 por ciento, y eso es una «barbaridad» para una vacuna de este tipo.
A su juicio, es un paso importante, pero el camino es largo, porque por desgracia hay muchísimas enfermedades que afectan a las abejas, lamenta Raúl Rivas, para precisar que, de momento, en España, no ha empezado su uso, antes tiene que ser aprobada por Europa.
Un mundo sin estos polinizadores sería «inviable, no habría futuro», incide el experto para explicar que un porcentaje crítico de las plantas se polinizan mediante insectos y si estos no existieran, descendería la población y la diversidad de forma alarmante, con todo lo que ello supone para el planeta. EFEverde