Hugo Penso Correa
Barranquilla (Colombia).- Rocas de plástico formadas por toneladas de residuos arrojados al mar que se derriten por el calor y se funden con los sedimentos naturales están alterando zonas costeras del Caribe colombiano donde crece la contaminación por este producto derivado del petróleo.
Rocas de plástico que se funde por el calor
Los investigadores de este fenómeno, los geólogos Nelson Rangel, de la Universidad del Atlántico, y Felipe Lamus, de la Universidad del Norte, lideran el equipo que descubrió la aparición de estas rocas de plástico, algo impensable hace apenas unos años para la ciencia y en especial para la geología.
En la zona de Galerazamba, a 75 kilómetros de Barranquilla, donde se lleva a cabo la investigación, el equipo dirigido por Rangel y Lamus encontró dos tipos de rocas de plástico: los plastiglomerados y las plastireniscas de cuarzo, así como dos tipos de suelo: antrosuelo (anthrosol) y suelo plástico (plasticsol), todo producto de la contaminación.
Para Rangel, doctor en Geología “la alta contaminación por plástico que se evidencia con la formación de nuevas rocas es el menor de los problemas, ya que lo más grave es cuando los microplásticos y los nanoplásticos son consumidos por los peces, mariscos y todo tipo de animales, entran a sus organismos y luego los consumen los humanos”.
“La contaminación plástica en la costa Caribe colombiana se origina principalmente por vertidos, actividades en la playa y actividades en el océano y en vías fluviales”, explica.
Contaminación urbana que termina en el océano
En ese sentido, Rangel añade que la cuenca del río Magdalena, que atraviesa el país de sur a norte, “es un importante contribuyente de microplásticos al mar Caribe, liberando 2.100 toneladas anualmente debido a la concentración de municipios y población en la zona”.
Lo planteado por Rangel muestra una visión preocupante del futuro de los mares a corto plazo ya que, según datos del Foro Económico Mundial citados por la Unesco, si no se toman medidas, en el 2050 habrá en los océanos más plásticos que peces.
“De muy poco sirve hacer campañas de limpieza de las playas porque a las pocas horas estarán llenas de los residuos contaminantes. Las acciones para mitigar el impacto de la contaminación son superadas por las acciones que contaminan“, agregó.
Rangel y Lamus recalcan en su investigación la naturaleza omnipresente de la contaminación plástica en el “Antropoceno”, concepto que aplican a las repercusiones sobre clima y la biodiversidad por acumulación de gases de efecto de invernadero y por el consumo excesivo de recursos naturales por parte de los humanos.
Impacto perdurable de la actividad humana
El descubrimiento de nuevas formaciones rocosas, depósitos y artefactos que contienen cantidades significativas de plástico en su composición es “un testimonio del impacto perdurable de la actividad humana en nuestro planeta y su geosfera”.
“Los plásticos ya hacen parte del ciclo de las rocas, es decir, nuestra huella (humana) ya está presente en la geología”, puntualiza Lamus, profesor investigador del Departamento de Física y Geociencias de Uninorte, quien se encargó principalmente de la recopilación y análisis de muestras, con el apoyo de José Brito y Rubén Beltrán, del programa de Geología.
Múltiples deshechos
Lamus explicó que además de los dos nuevos tipos de rocas y de suelos, la investigación “puso en evidencia dos tipos de plástico alterado: piroplásticos y plasticrusts”, y una serie de residuos petrificados “encontrados cerca de asentamientos humanos, como restos de basura, desechos y materiales de construcción como ladrillos, concreto y asfalto”.
La investigación de Rangel y Lamus, titulada “Decodificando la contaminación plástica en el registro geológico: un estudio de línea de base en la costa caribeña de Colombia, norte de América del Sur”, identifica poliésteres, polietileno de alta densidad y copolímeros de acrilatos o metacrilatos de alquilo como los principales polímeros que forman estas rocas.
Según datos de la ONU, la producción mundial de plástico supera los 400 millones de toneladas anuales que afectan a más de 800 especies marinas y ponen en peligro el equilibrio de la vida en el planeta, mientras que en Colombia se producen 1,25 millones de toneladas por año. EFEverde