Si hubiéramos implementado derechos para generaciones futuras hace 50 años, ¿cómo se vería el mundo hoy?
Xiye Bastida , activista climática mexicana.
Cortesía de Xiye Bastida
Xiye Bastida es una activista por la justicia climática de 21 años residente en Nueva York. Es organizadora de Fridays For Future y cofundadora de Re-Earth Initiative.
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Cambio climático y medioambiente
Xiye Bastida, una activista mexicana otomí de 21 años, ha logrado organizar protestas con 300.000 personas en Nueva York y tiene miles de seguidores en redes sociales. Pero asegura que, si los jóvenes no se sientan en la mesa de negociación, no se lograrán acuerdos significativos contra el cambio climático
La historia de Xiye Bastida como activista comenzó antes de que ella naciera. Su madre, chilena, y su padre, mexicano, se conocieron en la Cumbre para la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Asegura que en su casa siempre se habló de soluciones para el cambio climático, aunque a ella no le interesaba especialmente.
“Pero cuando cumplí 13 años, en el 2015, mi pueblo se inundó y fue ahí, en ese momento cuando me di cuenta de que todo lo que decían mis papás si se podía materializar en mi vida, no en el año 2100, no en el año 2070. Esa inundación fue lo que me cambió la perspectiva a mí de que no podía esperar a crecer para hacer algo”, cuenta en una entrevista con Noticias ONU.
La mexicana es, a sus 21 años, una habitual en las cumbres y en las protestas callejeras de jóvenes contra el cambio climático, pero a mediados de septiembre acudió a un evento en la sede de la ONU con motivo del Día Internacional de la Paz.
“La definición y la connotación de la paz ha cambiado”, explica. “Antes, pensábamos que la paz era solamente la ausencia de guerra o de conflictos armados. Ahora, la paz también es saber que no se va a incendiar tu casa, que no se va a inundar, que no va a haber un huracán. El sentimiento que tienes cuando viene un incendio es el mismo sentimiento de incertidumbre que tienes cuando hay conflicto. Es una incertidumbre y un sentimiento muy profundo de querer hacer algo, pero sentir que no se puede hacer nada y que vienen todos estos desastres climáticos y lo único que puedes hacer es irte. Hay refugiados de guerra. Y ahora hay refugiados climáticos”.
Xiye creció en un pequeño pueblo de México, San Pedro Tultepec, hasta los 13 años. Es parte de la comunidad indígena otomí, que tradicionalmente ha transmitido la importancia de respetar y vivir en armonía con la Madre Tierra.
“El cambio climático ya no se puede abordar con soluciones ambientalistas. Antes, (las medidas) eran parques protegidos, áreas protegidas y reciclar. Ahora es un asunto de seguridad económica para la gente, es seguridad personal”, detalla.
La mexicana señala las implicaciones para los movimientos migratorios. “Las cifras para refugiados de cambio climático para 2050 se calculan en 1800 millones. Los países se están volviendo más individualistas e implementando políticas de inmigración más fuertes. No estamos preparándonos para un mundo de desplazamiento masivo por la crisis climática y todo eso nos lleva a menos colaboración, que es lo que se necesita para arreglar el problema”.
Cortesía de Xiye Bastida
Xiye Bastida es una activista por la justicia climática de 21 años residente en Nueva York. Es organizadora de Fridays For Future y cofundadora de Re-Earth Initiative.
Las Naciones Unidas no han funcionado
Xiyé es muy crítica con el resultado de la última conferencia sobre cambio climático, la COP27, que se celebró en Sharm el Sheikh (Egipto), pero volverá a asistir a la COP28 que tendrá lugar en Dubái en noviembre de este año.
“Las Naciones Unidas no han funcionado. Llevamos 28 años reuniéndonos cada año por la COP. Necesitamos a las Naciones Unidas porque no hay ningún otro cuerpo internacional que une a todos los países para hablar del cambio climático, pero se necesita con reglas muy específicas. No influencia corporativa, no influencia de empresas de combustibles fósiles. Queremos poder protestar. En Egipto, no podíamos protestar afuera del área de las Naciones Unidas, no sabemos cómo van a estar las cosas en Dubái”, sostiene.
Las Naciones Unidas no han funcionado. Llevamos 28 años reuniéndonos cada año. Necesitamos a las Naciones Unidas (…) pero con reglas específicas.
Xiye cree que la clave está en que los jóvenes no solo estén protestando en la calle, sino sentados en la mesa de negociación.
“Si no tenemos jóvenes como negociadores no vamos a cambiar el texto. Y hay países como México, que llevan tres o cuatro jóvenes negociadores menores de 25 años entrenados para las cumbres. Solamente así, cuando verdaderamente alguien está representando lo que va a vivir en el futuro, se van a lograr las cosas”, sostiene, matizando que cree en la “colaboración intergeneracional”. “Debemos tener esa colaboración entre las personas que saben cómo funcionan los sistemas y nosotros que tenemos esa energía y esa rabia de exigir y de estar enojados porque no nos están pudiendo dar algo concreto”
Asegura que todavía es optimista sobre la posibilidad de un pacto en cuanto a la descarbonización. “Tengo fe en que, si se van a lograr estos acuerdos, pero sé que se van a lograr porque nosotros vamos a movilizar y nosotros vamos a exigir y nosotros vamos a decir que no es posible que estén negociando nuestro futuro de esa forma, sin en verdad tener en cuenta cómo van a dejar el mundo. No sé cuánto es la edad promedio de los delegados en Naciones Unidas en términos de cambio climático, pero sé que la mayoría de la gente no va a estar en 2050 para ver que están negociando”.
Se trata, dice, de tener en cuenta hoy “los derechos de las futuras generaciones”.
“Si hubiéramos implementado derechos para generaciones futuras hace 50 años, ¿cómo se vería el mundo hoy? Las generaciones futuras nacen cada día y nosotros nos estamos comportando como si el futuro fuera algo muy abstracto (…) Lo que queremos para la COP28 es que haya un acuerdo de descarbonización mundial, que todos los gobiernos se comprometan a un plan de descarbonización”.
No hay que votar por quien no tenga planes climáticos
Xiye asiste a cumbres, ha sido entrevista por The New York Times, Time, CNN, aparece en revistas de moda, pero señala que el activismo puede empezar en nuestra comunidad. “Te doy el ejemplo de mi amiga Helena Gualinga. Ella organizó una campaña en Ecuador para que se protegiera el Yasuní, que es el lugar más biodiverso del planeta. Ese es el tipo de campañas que tenemos que estar llevando. En México tenemos el gran problema del tren maya y estamos liderando campañas para proteger todos esos territorios que están siendo talados y destruido”.
Asegura que no tiene aspiraciones de dedicarse a la política, pero es consciente de la importancia de cada voto. “Nos tenemos que organizar para exigir que todos los gobiernos entrantes tengan planes de sustentabilidad, planes climáticos. No votar por alguien que no tenga planes. En muchos municipios de mi estado, el estado de México, el plan es tener un plan para el 2025”, critica.
Xiye tiene más de 78.000 seguidores en Instagram. Preguntada sobre el alcance de su mensaje más allá de las redes, responde con los datos de un estudio que hizo en la Universidad de Pensilvania donde estudia un doble grado en Estudios Ambientales con concentración en Política y Estudios latinoamericanos.
“Los adultos mayores y la generación Z son a los que más le importa la crisis climática y los que más actúan. Para las generaciones en medio, sobre todo por las crisis económicas que han vivido, la crisis climática no ha sido su prioridad”, explica. “Así yo le hablo a mis tíos, les digo yo sé que lo primero que te importa es pagar tu renta, lo segundo poder pagar comida, lo tercero, la escuela. La cosa número mil que te importa es cómo está el medioambiente, pero si yo te digo que tu salud, que la salud de tus hijos, que tu seguridad laboral es dependiente de si tenemos acceso al agua o no, si tenemos aire limpio, no si tenemos un plan de mitigación y un plan de adaptación para todos los eventos climáticos que vienen. Entonces nos damos cuenta de cómo todo está interconectado”.
“Cada persona está empezando a tener una historia climática y empoderándose con esa historia podemos empezar a demandar”, señala.
Poco después de dejar México y mudarse a Nueva York, Xiye asistió a su primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con 15 años y vio el poder de la voz de los jóvenes y los pueblos indígenas.
“Cuando regresé a mi prepa (escuela secundaria) empecé a organizar un club de medio ambiente y a llevar a jóvenes a que fuéramos a pedirle al senador que implementara esas soluciones climáticas. No nos escuchaban”. Entonces empezó a organizar en Nueva York las marchas Fridays For Future, iniciadas por Greta Thunberg en Suecia y que se replicaron entre jóvenes de todo el mundo. “La primera tuvo 5000 personas, la cuarta tuvo 300.000 personas en el año 2019”.
ONU/Manuel Elias
Xiye Bastida, activista por el clima y miembro de la comunidad indígena otomí, habla en la Observación Juvenil del Día Internacional de la Paz.
La voz de los pueblos indígenas
Xiye rechaza los titulares que buscan el clic fácil llamándola “La Greta de Nueva York” e insta a reconocer el arco iris de voces diversas que actúan para lograr un futuro equitativo, sostenible y justo.
“Hay que amplificar mucho, mucho, la voz de los pueblos, pueblos originales, de los pueblos indígenas alrededor del mundo”, dice vehementemente. “Son valores muy profundos y siento que el mundo se enriquecería mucho de conocer los valores y las filosofías de pueblos originarios”.
El día de la entrevista Xiyé lleva un vestido tradicional del pueblo Otomí. “Todo tiene significado. Estas líneas (de color rojo, verde, morado sobre negro) representan el capulín (una fruta parecida a la cereza) y cómo se desarrolla. La forma (del vestido) deja que entre el aire y representa que el cuerpo tiene que estar en armonía. Y el triángulo (de un chal que lleva sobre los hombros) significa la perfección de la armonía con la tierra y contigo mismo”.
México fue el país más peligroso para ser protector del medio ambiente el año pasado.
Pese a la distancia entre su vida en Nueva York y San Pedro Tultepec, es consciente de los peligros que corren los activistas en su país de origen. “México fue el país más peligroso para ser protector del medio ambiente el año pasado, y yo lo veo en mi propia comunidad. Mi abuelo hace algo que se llama guardia, se tiene que sentar en su terreno de tres a seis de la mañana para que una compañía no se lo venga a quitar y se turnan la guardia los ejidatarios (propietarios de terrenos)”.
Cree que el Acuerdo de Escazú, el primer tratado que contiene disposiciones específicas para protección de los defensores del medio ambiente en América Latina, “es un paso muy grande” si se implementa “como debe ser”. “Lo que falta es educación a las comunidades de que ellos tienen el derecho de decir que no a un proyecto extractivista, tienen el derecho de ser defendidos legalmente y tienen derecho a ser protectores del medioambiente también”, señala.
“Si no fuera por pueblos indígenas no hubiera nada más que proteger. Ya nos hubiéramos acabado la selva, ahora están destruyendo los cenotes en México…” dice señalando algunos de los territorios ocupados por pueblos originarios durante miles de años. “Esta sabiduría y esta resiliencia es lo que se necesita”.
Restaurar ecosistemas
En 2020, Xiye fundó la Re-Earth Initiative, que se dedica a “distribuir conocimiento y recursos” para restaurar ecosistemas.
El objetivo, explica, es hacer el movimiento climático más accesible, traduciendo documentos hasta en ocho idiomas, y dando dinero.
“Estamos redistribuyendo fondos de 50 a 70 organizaciones del sur global liderada por jóvenes o comunidades. Estamos dando 250.000 dólares. Antes de este año teníamos mil dólares en nuestra cuenta de banco, hasta que una fundación confió en nosotros. Nosotros mismos estamos redefiniendo lo que es la filantropía, lo que es el financiamiento, y estamos dando recursos para que las comunidades sepan que proteger el medio ambiente también es un trabajo importante que debe ser compensado”, explica. La revista Time ha incluido a Xiye en la lista 100 Time Next que reconoce a jóvenes influyentes. Asegura que utilizará la oportunidad para recaudar más fondos, seguir organizando protestas e incidiendo en cumbres internacionales, pero también en el sector privado.
“Lo que queremos es empoderar a los jóvenes, darles los recursos necesarios para que hagamos el trabajo que se tiene que hacer. Tenemos esta idea de que el dinero es malo porque viene de lugares donde están extrayendo petróleo y destruyendo comunidades. Pero también se puede crear buen valor y puedes vivir del activismo, puedes vivir de ser organizador, puedes vivir de tener una organización sin fines de lucro”.
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