París/Madrid, 22 mar (EFEverde).- Las crisis del agua amenazan más que nunca la paz en el mundo, según la UNESCOo, que en un informe señala que las tensiones relacionadas con el agua exacerban los conflictos a escala mundial y para preservar la paz, los Estados deben fortalecer la cooperación internacional y los acuerdos transfronterizos.
Según el nuevo informe de la UNESCO publicado en nombre de ONU-Agua, 2.200 millones de personas aún no disponen de suministros seguros de agua potable y 3500 millones de personas no tienen acceso a servicios adecuados de saneamiento.
Entre 2002 y 2021, las sequías afectaron a más de 1.400 millones de personas. En 2022, aproximadamente la mitad de la población mundial sufrió escasez severa de agua durante al menos una parte del año y una cuarta parte se enfrentó a niveles «extremadamente elevados» de estrés hídrico, al utilizar más del 80 % de su suministro total anual de agua potable renovable.
Las primeras víctimas de la falta de agua
La primera consecuencia es el deterioro de las condiciones de vida de la población, con un aumento de la inseguridad alimentaria y los riesgos sanitarios. La escasez de agua también afecta al desarrollo social, especialmente de niñas y mujeres. En multitud de zonas rurales, ellas son las principales recolectoras de agua y dedican varias horas al día a esta tarea. La disminución de los suministros de agua agrava esta carga y socava su acceso a la educación, su participación en la vida económica y su seguridad. Del mismo modo, puede contribuir a una mayor tasa de abandono escolar de las niñas con respecto a los niños.
Migraciones
La escasez de agua también es un factor importante en las migraciones. A su vez, estos desplazamientos de población pueden contribuir a la inseguridad hídrica en los territorios de acogida al ejercer una presión añadida en los sistemas y recursos de agua, avivando así las tensiones sociales. Por ejemplo, un estudio realizado en Somalia indica que se ha producido un aumento del 200 % de la violencia de género contra personas desplazadas.
El coordinador del informe Richard Connor, explica que el agua «puede contribuir a la prosperidad», que donde está disponible «hay menos probabilidad de conflicto», mientras que cuando no hay acceso las consecuencias son «migración forzada, inseguridad alimentaria e impacto sobre la salud».
Por eso Connor considera clave analizar la importancia económica del agua en un mundo en el que cada vez el «estrés hídrico» es más notable por el cambio climático y en el que «2.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable».
«No hay relación clara entre el agua y el nivel de producto interior bruto (PIB) per cápita», pero «solo los países más ricos pueden permitirse infraestructuras hidráulicas», puntualiza el experto.
Siete sectores económicos son responsables del 70 % de la contaminación del agua dulce en el mundo: el alimentario, el textil, la energía, la industria, la química, la farmacia y la minería.
Sobre la energía, los autores del informe resaltan que la eólica y la solar son la que más han crecido en la última década, pero en realidad siguen representando una «parte mínima» en comparación con los combustibles fósiles, de ahí que se busque acelerar los ritmos de desarrollo de las energías renovables.
En paralelo, hacen notar que el despliegue de las renovables consume una gran cantidad de recursos hídricos.
El litio es uno de los componentes que juega un rol esencial en la producción de equipamientos para las energías renovables, ya sea para alimentar vehículos o para almacenar la electricidad de fuentes intermitentes como la eólica y la solar, pero es un «gran consumidor y contaminador de agua», constata el experto.
De hecho, para producir una tonelada de litio se necesitan 2,2 millones de litros de agua.
Algo similar ocurre con el desarrollo tecnológico y la inteligencia artificial que contribuyen a estos procesos, por ejemplo, con los sistemas de ciberseguridad que protegen las infraestructuras.
La protección de esos sistemas queda en mano de los gobiernos y de las grandes tecnológicas, que en sus estudios medioambientales reconocen que su consumo de agua han aumentado hasta en un 30 % por las necesidades para la refrigeración de los equipos electrónicos, como las bases de datos.
A modo ilustrativo, la Unesco señala que la tercera veersión de ChatGPT utiliza 700.000 litros de agua al día.
EFEVERDE