Aunque James Rodríguez se mantiene como un jugador importante, el delantero del Liverpool representa hoy el mayor desequilibrio y la figura que más despierta en la Tricolor.
Casi como si fuera un síntoma de su representación, siempre está. Si precisa desbordar, lo llamaron a su juego. Si es momento de gambetear para generar una pequeña revolución en el partido, se siente cómodo. Si hay que hacer goles, no se borra. Si es situación para asistencia, acomoda sus perfiles para sacar un centro.
Recostado a la izquierda, retrocede algunos metros si el balón no le llega y resuelve con simpleza para mantener la circulación. Pero lo que le interesa particularmente es estirarse todo lo posible, recibir en el último cuarto del campo de juego. Y atacar. El juego del equipo de Néstor Lorenzo va hacia él. Es la principal referencia. Él no le da la espalda a la responsabilidad.
Dentro y fuera del campo de juego, Luis Díaz se convierte en la nueva bandera de la Selección Colombia, de cara a un año que tendrá a la Copa América 2024 y las Eliminatorias Sudamericanas rumbo a la Copa Mundial 2026 como grandes objetivos. Aunque James Rodríguez todavía es un jugador importante -y uno de los preferidos por Néstor Lorenzo-, el delantero del Liverpool se encargó de construir en el último tiempo una figura que asume su rol de una estrella que brilla en uno de los grandes de Europa, atraviesa un buen momento futbolístico y la madurez necesaria para asumirlo.
En la Tricolor hay aires de nuevo ídolo.
De la mano de Néstor Pekerman, la Selección Colombia sacudió al mundo en buena parte de la Copa Mundial de la FIFA 2014. En ese torneo, en el que cayó ante Brasil en los cuartos de final, tuvo un jugador excluyente que poco después sería comprado por el Real Madrid: James Rodríguez, goleador del torneo, con seis tantos en cinco partidos. Y, desde ese momento, el número 10 se hizo cargo del peso que, por momentos, compartió con Radamel Falcao García.
Pero James no terminó de brillar de manera permanente en ningún club y, a los 32 años, hasta le tocó estar ausente en alguna convocatoria, especialmente bajo el ciclo de Reinaldo Rueda en el que la Tricolor no logró clasificar a Catar 2022.
Luis Díaz debutó en la Selección Colombia en el 2018, pero empezó a hacer ruido en la Copa América 2021, cuando fue uno de los mejores jugadores de un equipo que cayó en las semifinales ante la Selección argentina por penales. Marcó cuatro goles y terminó como goleador de la competencia.
Pero el click se dio con la llegada de Néstor Lorenzo y, después de un período algo ambiguo, Díaz tomó ese lugar que había quedado vacío. El entrenador argentino, que empezó su ciclo mientras se disputaba el Mundial de Catar, tenía un plan para el delantero, pese a que se perdió las primeras convocatorias por algunas molestias físicas.
«Lo primero que hicimos fue decirle que no se debe poner al equipo al hombro ni que la responsabilidad del equipo pesa sobre él. La gente espera que haga cuatro goles por partido y eso no es normal», dijo el entrenador argentino.
Y agregó: «No queremos que sea el salvador tampoco. Yo noto que si él no hace dos goles jugó mal, y no es así».
Tácticamente, Colombia usa un 4-2-3-1 planteado desde el equilibrio pero con una mirada que se orienta más a lo ofensivo que a lo defensivo. Alrededor de ese triángulo que combina jugadores de contención con armadores de juego (que tiene una dupla de volantes centrales junto a un armador de juego como James, Juanfer Quintero o Carrascal), Lorenzo encontró los intérpretes perfectos para jugar por las bandas y completar un quinteto en la mitad de la cancha. Uno se destacó en el campeón de la Copa Libertadores, Fluminense. John Arias explotó en base a la velocidad, la confianza y el desequilibrio en los duelos. El otro, Luis Díaz, que desde la izquierda tiende a centrarse y encontrarse por momentos con el centrodelantero, que suele ser Rafael Santos Borré.
Cuando Colombia no tiene el balón, se adapta a una línea de cuatro. En ese sentido, Jurgen Klopp, su entrenador en Liverpool, comentó: «Defensivamente, la diferencia siempre es cuánto trabajan tus jugadores ofensivos. De lo contrario, defiendes con siete y cuanto mejores son los oponentes, más jugadores involucran en su juego ofensivo. El posicionamiento de Luis en nuestra presión en el medio campo fue ligeramente diferente ante Brighton -por la 30° jornada de la Premier League- y se adaptó muy, muy bien y lo hizo muy bien. Me gustó mucho. Lo necesitamos en ambas direcciones y hasta ahora los hemos tenido, bien».
El juego del equipo busca a Díaz como la llave que destraba situaciones ofensivas de dos formas; la primera, en la que acumula pases desde el sector derecho y luego realiza un cambio de dirección para ubicarlo con espacio para correr y disputar un duelo ante el defensor. La segunda, en un ataque más posicional en el que se le entrega el balón con menos terreno de juego a favor pero, por desequilibrio, le genera resultado por su capacidad para gambetear, como en el gol de Córdoba ante Rumania, en el segundo amistoso internacional de marzo.
Con el tiempo encontró confianza construida a base de buenos rendimientos en momentos clave. En noviembre, ante Brasil, marcó dos goles en cinco minutos para conseguir una victoria histórica, por 2 a 1. En marzo, en el amistoso ante España, fue la gran figura del encuentro para alcanzar el 20° partido invicto. En ese encuentro, se colocó la cinta de capitán desde el minuto 0, privilegio que ya había tenido por algunos minutos en el juego ante Irak.
«Cada vez me he sentido un poco más referente, por el trato que me dan los compañeros y el cuerpo técnico. Lo que he hecho en la Selección y en el Liverpool me lo he ganado. Seguiré con esa mentalidad de estar tranquilo», dijo Díaz, de 27 años, probablemente el único del plantel cafetero que se enfrenta todos los fines de semana ante partidos de élite mundial.
«Todo lo hace riendo, disfruta», comentó alguna vez Carlos Valderrama sobre su forma de jugar. Casi de manera natural, Luis Díaz se instaló como un jugador ‘franquicia’ de Colombia. Una bandera necesitada que se ilusiona -y está preparada- para más tiempos de protagonismo.
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