Los parques subterráneos de Nueva York son igual que cualquiera, con árboles, plantas y luz del sol, sólo que a través de nueva tecnología canaliza, absorbe y emite luz solar de forma subterránea. El proyecto tiene la intención de recuperar espacios públicos abandonados para convertirlos en recreativos.
Desde fuera, solo los paneles solares sobre el tejado indican que el edificio al este de Manhattan no es una nave de ladrillo normal. Sobre la pared junto a la entrada se lee en letras grandes “Lowline Lab”, así que te contamos más de esté proyecto.
Lowline, el primero de muchos parques subterráneos del mundo
En los últimos años se ha comenzado a recuperar espacios públicos abandonados de numerosas ciudades. Desde áreas debajo de puentes hasta antiguas estaciones de metro. Esto ha permitido que el diseño urbano sea no sólo estéticamentemente más agradable, también más eficiente y sustentable en su totalidad.
Un ejemplo de este caso es el nuevo parque subterráneo que tiene lugar en la ciudad de Nueva York (EE.UU.), el cual reemplazará una estación del metro abandonada por un área verde funcionando con energía solar.
Este proyecto, conocido como Lowline project, tenía el objetivo de usar filamentos de fibra óptica para conectar los canales de luz de los conectores de la calle a las galerías de abajo. Sin embargo, tras una larga investigación asociada con Sun Portal, firma de Corea del Sur, se reemplazó la electricidad con fotones 100 por ciento orgánicos que proyectan un respaldo de 100 lux en un misterioso amarillo-verdoso. Esto permitirá que la luz del sol brinde un espectro y una intensidad propia que sustente el oasis subterráneo.
Si bien se trata de un proyecto que inicia en otro país, la realidad es que podría usarse esta tecnología para recuperar otros espacios públicos. De esta manera no sólo se reduciría la huella ecológica de este espacio inutilizado y abandonado, también podría fungir como un “micro pulmón” que brinde balance a nuestro planeta.
Desde octubre de 2015, Lowline ha sido exhibido en un laboratorio experimental (Lowline Lab), donde se pone a prueba la tecnología solar y la horticultura subterránea del proyecto, recibiendo a más de 70.000 visitantes desde su apertura.
Y es que, además de crear un espacio público tan necesitado, se espera que el Lowline establezca un modelo para la reutilización y cultivo en espacios subterráneos abandonados, así también “moldear el futuro de la ciudad a través de la innovación, un profundo compromiso con la comunidad, la educación y el desarrollo de los más jóvenes”.
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