La degradación de la naturaleza por la actividad humana, el rápido desarrollo de la inteligencia artificial, la explotación de los recursos naturales, el aumento de las desigualdades y la baja confianza en las instituciones están dando lugar a una crisis múltiple, alerta un nuevo estudio de la entidad especializada en el medio ambiente, que llama a responder con celeridad.
Los cambios ambientales, tecnológicos y sociales están alterando la salud humana y del planeta, advirtió este lunes un nuevo informe conjunto del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Consejo Científico Internacional.
La publicación subraya la urgencia de que el mundo responda de forma más adecuada y oportuna a esta serie de nuevos desafíos que agudizan la triple crisis planetaria del clima cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación y el desperdicio.
De acuerdo con el PNUMA, la degradación del mundo natural por la actividad humana, el rápido desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial, la competencia por los recursos naturales, el aumento de las desigualdades y la disminución de confianza en las instituciones se están concatenando en una “policrisis” de implicaciones múltiples para el bienestar humano y planetario.
Desviarse del rumbo
La directora ejecutiva del Programa de la ONU señaló que “ahora es el momento de adelantarse para protegernos de los retos emergentes”.
“La rapidez del cambio, la incertidumbre y los avances tecnológicos que estamos viendo, en un contexto de turbulencias geopolíticas, significa que cualquier país puede desviarse del rumbo más fácilmente y con más frecuencia”, alertó Inger Andersen.
El propósito del estudio elaborado con consultas regionales que incluyeron a jóvenes es ofrecer una visión más profunda de posibles impactos para los que el mundo debe prepararse.
No repetir errores del pasado
Andersen explicó que si se monitorean rigurosamente las señales de cambio, “se puede evitar repetir errores del pasado y centrarse en soluciones que puedan resistir futuras perturbaciones”.
El informe prevé que la demanda de elementos raros, minerales y metales para impulsar la transición a cero emisiones netas se cuadruplicará para 2040. Esto aumentaría la minería en aguas profundas e incluso la minería espacial, planteando amenazas a la naturaleza y la biodiversidad, además de que podría incrementar la contaminación y el desperdicio, y provocar más conflictos.
El PNUMA destacó que a medida que el permafrost se derrite en un planeta que se calienta, podrían liberarse organismos antiguos que pueden ser patógenos, con consecuencias ambientales, animales y humanas, como ha ocurrido con el brote de ántrax en Siberia.
En cuanto a la inteligencia artificial y la transformación digital, indica que si bien pueden aportar beneficios, afectan el medio ambiente por medio de una mayor demanda de minerales críticos, elementos raros y recursos hídricos.
Asimismo, recuerda que su uso en sistemas de armas, en aplicaciones militares y en el desarrollo de la biología sintética, precisa una revisión cuidadosa desde un enfoque ambiental.
Sobre los conflictos armados y la violencia, apunta que degradan y contaminan los ecosistemas, perjudicando así a las poblaciones más vulnerables.
Además, argumenta que el desplazamiento forzado en constante aumento tiene grandes repercusiones en la salud humana y el medio ambiente.
Un nuevo contrato social
Frente a este panorama, el informe recomienda adoptar un nuevo contrato social que contemple más indicadores de desarrollo que los económicos y que incluya a todos los sectores, mencionando en particular a los pueblos indígenas y los jóvenes.
Añade que los gobiernos y las sociedades pueden introducir objetivos a corto plazo para una mejor gobernanza, para reconfigurar los sistemas financieros, y para redirigir los flujos de capital de manera que se reduzcan las desigualdades, se acabe la pobreza extrema y se proteja al planeta.
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