Sheila Noda Alonso
Madrid (EFEverde).- De persistir el calentamiento global entre el 53 % y el 98 % de las estaciones de esquí europeas corren un riesgo «muy alto» de no disponer de nieve, según un estudio publicado en 2023 por la revista científica Nature Climate Change, sin embargo, más allá de los deportes de invierno, la nieve desempeña un papel determinante para garantizar el ciclo hidrológico, la regulación térmica, evitar la erosión del suelo y preservar la biodiversidad.
La nieve es un reservorio natural de agua en invierno que durante la primavera y el verano se libera de manera gradual y resulta indispensable para mantener los caudales de ríos como el Ebro y el Duero, afirma a EFEverde.com Mercedes Martín, meteoróloga y presentadora de Antena 3 Noticias.
En estos meses más cálidos, cerca del 70% del caudal depende directamente del deshielo, por lo que la disminución de la nieve debido al cambio climático está afectando directamente la capacidad de estos ríos para abastecer de agua a las zonas agrícolas y urbanas, agravando los problemas de sequía y aumentando la presión sobre los recursos hídricos disponibles, asegura la experta.
La nieve en el medioambiente
Para promover los deportes blancos, impulsar el turismo y concientizar sobre la importancia de la nieve para el mantenimiento del medio ambiente, en 2012 fue proclamado el Día Mundial de la Nieve por la Federación Internacional de Esquí, fecha que se celebra cada tercer domingo de enero. Este año adquiere especial relevancia al enmarcarse en el «Decenio de Acción para las Ciencias Criosféricas» (2025-2034) y el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares (2025).
La criósfera, que incluye glaciares, nieve, hielo y permafrost, es esencial para regular los niveles del mar y asegurar la disponibilidad de agua dulce para miles de millones de personas.
Al respecto, Martín explica que el retroceso de los glaciares, especialmente en los Pirineos y los Alpes, ha llevado a una pérdida de más del 50% de su volumen desde 1850, lo cual altera los flujos de agua, reduce la capacidad de almacenamiento hídrico y afecta tanto a los ecosistemas como a las poblaciones que dependen de este recurso.
De igual forma, la disminución de la cobertura de nieve impacta en la regulación térmica de los ecosistemas de montaña, acelera la erosión del suelo y pone en peligro a especies adaptadas a las bajas temperaturas que ven reducido su hábitat.
A su vez, la fusión del permafrost libera gases de efecto invernadero como CO2 y metano, lo que contribuye al calentamiento global. Este fenómeno también aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra y avalanchas, generando inestabilidad en los suelos de alta montaña. En conjunto, estos cambios afectan de manera negativa a la biodiversidad, limitan la disponibilidad de recursos hídricos y generan un impacto significativo en actividades como el turismo y la agricultura en las zonas de montaña, advierte.
Inviernos menos fríos
En 2023, en gran parte de Europa se registraron menos días de nieve que la media, sobre todo en Europa central y los Alpes durante el invierno y la primavera, indica el informe sobre el Estado del Clima en Europa de ese año, publicado por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial.
El aumento de la temperatura –siendo 2024 el año el más cálido documentado a nivel global desde que hay registros y el primero en que la temperatura media superó en 1,5 °C el nivel preindustrial- provoca que cada vez los invierno sean menos fríos y altera los patrones de precipitaciones y las nevadas.
“Las lluvias son ahora más irregulares, con periodos de sequía más prolongados alternados con episodios de lluvias intensas y concentradas que llegan de forma inesperada. En cuanto a la nieve, la tendencia es clara: hay cada vez menos. A cotas medias de montaña, las nevadas han disminuido un 8%, mientras que en las zonas bajas la reducción alcanza el 20%”, señala Martín.
Asimismo, con el aumento de las temperaturas una mayor proporción de las precipitaciones cae en forma de lluvia en lugar de nieve, especialmente en las altitudes bajas. La meteoróloga y presentadora de Antena 3 Noticias recuerda que, según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un incremento de 1 °C reduce en un 20% la probabilidad de nevadas en estas áreas.
Temporadas más cortas
Otro de los elementos a tener en cuenta es que las temporadas de nieve se han acortado significativamente, con una reducción promedio de 15 días por década en las zonas de altitud media en Europa, refieren los estudios del Climate Research Unit, mientras que la frecuencia de las nevadas intensas también ha disminuido en las áreas bajas y medias, con una caída general del 10% desde 1970, indica el Servicio de Cambio Climático de Copernicus.
No obstante, en las zonas altas, los cambios en los patrones climáticos podrían favorecer nevadas extremas más puntuales debido a las combinaciones específicas de humedad y temperatura que se dan en estas altitudes, puntualiza la experta.
sna/al
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