Ana Tuñas Matilla
El turismo depende altamente de una naturaleza cada vez más degradada y débil para afrontar el calentamiento global y amortiguar los daños que causan unos fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, como huracanes o lluvias torrenciales. Para Iberostar, protegernos pasa por reforzar la naturaleza con más naturaleza y no por construir infraestructuras grises.
«Sabemos que el 80 % del valor de la industria turística depende de la salud de los ecosistemas naturales y esto es así porque la gran mayoría de las personas viaja para poder disfrutar de la playa, del mar, de espacios verdes, de la montaña, del aire puro…», ha explicado a EFEverde la directora global de Sostenibilidad de Grupo Iberostar, Erika Harms.
Entre los principales riesgos que afronta el turismo, destaca la crisis climática por los daños que provocan en hoteles, instalaciones o entornos naturales la subida del nivel del mar o unos huracanes, tormentas, sequías o incendios cada vez más virulentos por el aumento global de las temperaturas.
La compañía, fundada en Mallorca por la familia Fluxá y especializada en costa, lo vive en primera línea, pues cuenta con cien establecimientos repartidos en muchas regiones bañadas por el Caribe, azotado por huracanes, y el Mediterráneo, el mar que más se está calentando de todo el planeta.
Restaurar la naturaleza un 30 % a 2030
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En este contexto, la cadena hotelera, presente en países como España, Grecia, Brasil, Estados Unidos (Miami), Jamaica, México, República Dominicana, Marruecos o Túnez, puso en marcha Wave of Chage, estrategia que busca impulsar un turismo responsable basado en la ciencia, la regeneración de ecosistemas y la acción climática.
Entre sus objetivos está «mejorar los ecosistemas en y alrededor de nuestros hoteles en un 30 % para 2030», según Harms, que ha explicado que se fijaron esta meta tras comprender que el turismo depende en gran medida «de unos ecosistema sanos y de los servicios que prestan» y que unos ecosistemas sanos equivale a destinos resilientes.
Partiendo de esa premisa, se centran en entender cómo son los ecosistemas en los que operan y cómo protegerlos, ha explicado la directiva en una entrevista, en la que ha subrayado la importancia de medir el impacto económico de contar o no con soluciones basadas en la naturaleza.
La conclusión: «si hacemos restauración, recuperación o conservación de esos ecosistemas, vamos a tener un impacto directo por un menor daño a la infraestructura, una mayor protección de la playa o una mejor calidad de las aguas», que, al fin y al cabo, es lo que buscan los turistas de «sol y playa», eje central del negocio de Iberostar.
Salud y bienestar
Así, trabajan en proyectos para, por ejemplo, recuperar y conservar manglares, dunas o arrecifes de coral, unas barreras naturales que hacen que las olas y el viento lleguen con menos fuerza a la costa en caso de huracán, reduciendo con ello los daños causados en hoteles, piscinas, playas, paseos marítimos, etc
Aunque el ser humano es resiliente y siempre busca tecnología e innovación, se ha constatado que «las soluciones basadas en la naturaleza son la mejor aproximación a una conservación y protección de playas y áreas costeras». Si apostamos por ellas tendremos muchas más opciones de afrontar con éxito el cambio climático, ha augurado.
En este sentido, ha explicado que estudios en Estados Unidos han confirmado que «la resiliencia y la capacidad de los corales para reducir la energía de una ola es mucho mayor que la de una infraestructura gris», como los diques de hormigón o cemento.
Esas soluciones naturales no son solo más eficientes, sino que, además, son «mucho más agradables para el cliente». Hay una diferencia muy grande entre un arrecife de coral, un manglar o una duna y una pared de cemento, ¿no?, ha apuntado Harms.
La compañía trabaja también en incrementar las áreas verdes de sus establecimientos porque se ha demostrado científicamente que aportan «bienestar y de salud».
¿Mayoría en el sector?
Y en el sector, ¿son muchos los que comparten esta opinión?, le preguntamos. Su respuesta: «llevo 20 años en esto y si me preguntas si en 20 años ha habido un cambio, la respuesta es sí. Si me preguntas si es lo suficientemente rápido, la respuesta es: no creo».
Esto se debe a que el turismo es un sector complejo en el que en muchas de las ocasiones, el dueño de un negocio no es necesariamente el que lo administra o lo financia.
Cuando tienes un esquema en el que no es tan claro quien es el responsable y las inversiones son más bien cortoplacistas, es difícil que se adopten medidas como las soluciones basadas en la naturaleza, cuyos resultados son a largo plazo, ha apuntado.
«Nosotros somos una empresa familiar y por eso no lidiamos con eso, hay un compromiso de la familia y de la dirección con estas inversiones porque entienden claramente que hay una relación directa entre protección de la naturaleza y de los ecosistemas y la salud a largo plazo del negocio», ha asegurado.
Todos ganan
Además de lograr el apoyo de directivos e inversores, es importante contar con administraciones y colectivos locales.
Así, por ejemplo, en Jamaica, con el apoyo del Ministerio de Agricultura y Pesquería y la comunidad de pescadores, han logrado establecer un área protegida en una zona de arrecifes del coral situada frente a sus hoteles, «lo que beneficia a todo el mundo».
Los pescadores se comprometen a no pescar en la área, a la que muchas especies acuden a poner sus huevos, y con ello se garantizan capturas a futuro. En paralelo, le están enseñando a pescar mar adentro, fuera de la zona de conservación.
«Para nosotros es un arrecife que da protección a nuestros hoteles. Además, es una atracción importante para los turistas. Todos ganamos», ha subrayado Harms, que ha explicado que en España trabajan en recuperar y conservar praderas de posidonia del Mediterráneo o en medir el impacto de la subida del nivel del mar, entre otros proyectos. EFEverde