Cada año, más de 5 millones de toneladas de ropa terminan en vertederos o son incineradas en Europa. Muchas veces, ni siquiera ha sido usada.

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, Europa lanza un mensaje claro al mundo: la moda ya no puede ser sinónimo de desperdicio. Desde 1 de enero de 2025, todos los países de la Unión Europea estarán obligados a contar con sistemas específicos para recolectar residuos textiles, en un esfuerzo sin precedentes por frenar la contaminación que deja tras de sí la industria de la ropa.

Textiles olvidados que contaminan al mundo
Cada año, más de 5 millones de toneladas de ropa terminan en vertederos o son incineradas en Europa. Solo una mínima parte se recicla, y muchas veces, la ropa ni siquiera ha sido usada. Las imágenes de montañas de prendas olvidadas en Ghana o en los desiertos de Chile han expuesto una cruda verdad: el fast fashion es un monstruo ambiental.
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Esta decisión de la UE forma parte de su Directiva Marco de Residuos, y representa un parteaguas. El objetivo es claro: reducir drásticamente el impacto ambiental del consumo textil mediante mejores mecanismos de separación, reciclaje y reutilización.

Hacia una moda circular: ¿Qué cambiará?
Los países miembros están contra reloj: deben crear una infraestructura robusta con centros de acopio, sistemas de responsabilidad extendida del productor (EPR) y plantas de clasificación y reciclaje. Además, las marcas estarán obligadas a rediseñar sus productos para facilitar su reciclaje y a etiquetar con mayor transparencia.
No se trata solo de recoger ropa vieja. Europa apuesta fuerte por nuevas tecnologías como el pasaporte digital del producto, que permitirá rastrear el ciclo de vida de cada prenda, y por métodos innovadores para reciclar fibras textiles, en especial el poliéster, una de las telas más usadas… y más contaminantes.

El reciclaje de poliéster: ¿La pieza clave?
El reciclaje textil a gran escala ha sido, hasta ahora, una promesa costosa. El poliéster reciclado es hasta 2.6 veces más caro que el virgen, que se fabrica principalmente en China a partir de combustibles fósiles. Pero eso podría cambiar gracias a la tecnología de despolimerización, capaz de romper las fibras del poliéster en sus componentes básicos y darles nueva vida.
Este proceso permite reciclar incluso prendas mezcladas, teñidas o degradadas, y tiene una huella de carbono mucho menor que la producción convencional. Aunque hoy solo existe una planta operando a gran escala en Europa, expertos calculan que la capacidad de reciclaje podría multiplicarse por diez para 2035.

¿Quién paga esta transformación?
Según el reporte de Systemiq, una de las claves será implementar un sólido esquema EPR, en el que las marcas paguen por la recolección y reciclaje de sus propios productos. Se propone un cargo inicial de €250 por tonelada en 2028, que subiría a €330 en 2035, ayudando a equilibrar los costos entre el poliéster reciclado y el virgen.
Estas medidas se complementarían con exigencias de contenido reciclado mínimo en nuevos productos y normas más estrictas para el comercio de residuos textiles.

¿Y el resto del mundo?
Aunque esta normativa es exclusiva de la UE, las repercusiones serán globales. Grandes marcas que venden en Europa tendrán que adaptarse, y los países exportadores de ropa usada –como muchos en América Latina y África– también verán cambios en la cadena.
Europa ya dio el primer paso. “Tenemos la tecnología para reciclar el poliéster. Lo que falta ahora son las condiciones adecuadas para escalarla”, declaró Sophie Herrmann, socia de Systemiq. La industria de la moda se enfrenta a un momento decisivo. ¿Seguirá siendo una de las más contaminantes del planeta por sus textiles o se transformará en un modelo de sostenibilidad circular?
ecoosfera.com