
Por Fabrice Robinet, corresponsal en Niza
A puerta cerrada, en un pabellón abovedado a dos pasos del puerto de Niza, más de 40 ministros se reunieron el martes para abordar una de las mayores amenazas medioambientales del planeta: la contaminación por plásticos.
Lejos de las cámaras y del ajetreo de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada esta semana en Niza, ciudad francesa mediterránea, los máximos responsables políticos expresaron su determinación compartida de concluir, antes de finales de año, un tratado mundial que permita regular por primera vez todo el ciclo de vida de los plásticos.
“Existe un compromiso renovado para concluir el tratado en agosto”, declaró Jyoti Mathur-Filipp, que asistió a la reunión y supervisa el proceso de negociación del tratado. “Es un tema demasiado urgente como para aplazarlo más”.
Organizada por Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), esta reunión informal pero diplomáticamente significativa marcó un discreto punto de inflexión en un proceso que lleva dos años en marcha. Fue una señal de que el compromiso político está por fin a la altura del reto.
Con una última sesión de negociación prevista del 5 al 14 de agosto en Ginebra, aumenta la presión para lograr un texto jurídicamente vinculante que aborde la contaminación por plásticos desde su producción hasta su consumo y eliminación.
“Nos estamos asfixiando bajo el plástico”
Los residuos plásticos han penetrado en casi todos los ecosistemas del planeta y, en forma de microplásticos, también se acumulan en el cuerpo humano. Si no se toman medidas urgentes, en 2040 podrían verterse al océano 37 millones de toneladas de plástico al año, según estimaciones de la ONU.
“Nos estamos asfixiando bajo el plástico”, advierte Mathur-Filipp. “Si no actuamos, no quedará ningún ecosistema intacto, ni en tierra ni en el mar”.
Las consecuencias económicas son igual de alarmantes. Entre 2016 y 2040, el coste acumulado de los daños relacionados con la contaminación por plásticos podría alcanzar los 281 billones de dólares.
“Es muy costoso para la economía”, afirma la diplomática de origen indio. “En términos de turismo, limpieza de playas, escasez de pescado para los pescadores y degradación de zonas costeras y humedales”.

ONU/Fabrice Robinet
Jyoti Mathur-Filipp, secretaria ejecutiva del Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación Plástica.
La recta final en Ginebra
El proceso de negociación se inició en 2022 a petición de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, máximo órgano decisorio en materia de política medioambiental mundial. Desde entonces, el Comité Intergubernamental de Negociación se ha reunido cinco veces en menos de dos años, un calendario inusualmente rápido para los estándares de la ONU.
“Hemos organizado muy rápidamente cinco sesiones, entre diciembre de 2022 y diciembre de 2024”, explica Mathur-Filipp, que actúa como secretaría ejecutiva del comité, y confía en que la próxima sesión en Ginebra, en agosto, permita terminar el acuerdo.
En la última reunión, celebrada en Busan (Corea del Sur), se alcanzó un hito: los delegados elaboraron una versión preliminar de 22 páginas, conocida como texto del presidente, que contiene la estructura básica del futuro tratado.
“Este texto contiene 32 o 33 artículos con nombre, lo que permite a los países empezar a visualizar lo que será el tratado”, explica. «Empezaron a negociar remitiéndose a los números de los artículos. (…) Por eso confío en que podamos concluir”.
Un tratado ambicioso y adaptable
Aunque todavía se está negociando, el texto actual abarca todo el ciclo de vida de los plásticos, desde la producción hasta la gestión de residuos. Combina disposiciones obligatorias y enfoques voluntarios, en consonancia con el mandato original de las Naciones Unidas.
También prevé los mecanismos habituales de un tratado multilateral: proceso de ratificación, normas de gobernanza y órganos de aplicación.
“Tiene un objetivo y un preámbulo”, resume Mathur-Filipp. «Parece un tratado de verdad”.
Si se cumple el calendario, el texto final se someterá a una conferencia diplomática, a finales de año o principios de 2026, en la que los gobiernos podrán adoptarlo formalmente e iniciar el proceso de ratificación.
Responsabilidad compartida de manera desigual
Aunque la contaminación por plásticos es un problema mundial, sus consecuencias no se distribuyen de manera uniforme. Algunos países, sobre todo los pequeños Estados insulares en desarrollo, se ven afectados de forma desproporcionada.
“Es obvio que estos países no utilizan tanto plástico como el que llega a sus costas, pero tienen que limpiarlo, y no es culpa suya”, lamenta Mathur-Filipp. «Se ven injustamente afectados”.
Se calcula que entre el 18% y el 20% de los residuos plásticos del mundo acaban en el océano.
La lucha de una negociadora
Antes de asumir la dirección del Comité de Negociación, Mathur-Filipp trabajó en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, donde ayudó a redactar el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptado en 2022 para proteger el 30% de la tierra y los océanos del planeta de aquí a 2030. Dirigir una negociación internacional rápida y compleja no es, por tanto, nada nuevo para ella.
“Como no estaba lo suficientemente cansada con eso, ahora lo estoy haciendo otra vez”, bromea.
Aunque Niza contribuye a mantener el impulso político del Tratado, todas las miradas están puestas ahora en Ginebra. El mes de agosto dirá si la comunidad internacional está preparada para dar un paso decisivo contra la contaminación por plásticos, o si opta, una vez más, por posponer la acción.
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