En una jornada en la cual no estaba destinado a brillar, en la que permitió más carreras que nunca y tuvo serios problemas con el dominio de sus envíos, el cubano Alex Fernandez guió a los Marlins a un agónico triunfo 12-11 sobre los Bravos que aseguró su lugar en la historia de las Grandes Ligas.
Fernández recibió un monumental apoyo de su ofensiva que le permitió minimizar sus propias carencias y las del bullpen, que estuvo muy mal, para alcanzar un récord de 17-0 en 26 aperturas en casa, algo que no ha logrado nadie en casi dos siglos de béisbol organizado.
“Esto es algo especial y no voy a negar que había pensado en esa cifra”, reconoció el chico de Villa Clara. “Al final, tengo que darles las gracias a mis compañeros por haber batallado y resguardar este peleado triunfo. Sin ellos no habría sido posible”.
En su salida previa, el cubano había igualado la cifra de de éxitos en casa para un debutante que compartían Johnny Allen (1932-33) y LaMarr Hoyt (1980-82), pero ahora se encuentra en un mundo aparte.
Tras una primera entrada en la que permitió cuatro anotaciones y le pegaron hits los cuatro hombres iniciales en la tanda de Atlanta, parecía que Fernández -que utilizó 35 lanzamientos- estaba condenado a ver el fin de su racha ganadora en La Pequeña Habana.
Los Marlins tienen marca perdedora de 67-87
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