Los últimos informes han puesto en evidencia la relación entre el cambio climático y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Esto junto con el actual fenómeno de El Niño, el más fuerte jamás registrado, constituye una clara señal de alarma que apunta a un empeoramiento de la situación si el mundo no actúa lo suficientemente rápido para reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha sintetizado los análisis de las mayores agencias de meteorología del mundo y ha confirmado que en 2015 se volvieron a batir récords y esta vez con amplio margen, con el registro de las mayores temperaturas de la superficie terrestre. Por primera vez desde que se realizan las mediciones, las temperaturas en 2015 fueron 1 grado centígrado más altas que las temperaturas en la era preindustrial.

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La OMM afirmó que 15 de los 16 años más calurosos registrados nunca se han dado en este siglo, con un 2015 significativamente más cálido que 2014. Además, 2011-2015 fue el periodo de cinco años más cálido jamás registrado.

Este análisis llega en un momento en que Asia vive una ola de frío inusual y Estados Unidos es golpeado por un gran temporal de nieve, recordándonos que el cambio climático está provocando todo tipo de episodios meteorológicos extremos, mostrando que los sistemas meteorológicos que durante mucho tiempo consideramos estables están mutando hacia patrones caóticos bajo la influencia del efecto invernadero.

De manera aislada, ningún evento meteorológico puede ser atribuido al cambio climático pero la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos están aumentando como se preveía a medida que aumentan las temperaturas.

Así por ejemplo, las mayores temperaturas se traducen en menos días de nieve pero cuando hay nevadas estas son más intensas. Esto se explica por el hecho de que la nieve requiere de aire húmero, y la humedad aumenta a medida que lo hace la temperatura de la atmósfera.