Por: Vanessa Cardona, Unimedios Bogotá
Casi 15 años después de que Ingeominas estableciera una escala de riesgo intermedio, ingenieros evidencian que este accidente geográfico, el más elevado de Cartagena de Indias, presenta una alta amenaza por deslizamiento. El aumento de los asentamientos humanos y la pluviosidad generan elevados niveles de erosión.
El cerro tutelar de los cartageneros y uno de los atractivos turísticos más visitados en el llamado corralito de piedra, se levanta imponente a 148 metros sobre el nivel del mar. Su nombre fue asignado por los españoles, quienes lo relacionaron con la parte posterior de una embarcación (popa), concretamente, una enorme galera.

Sobre la cima se construyó el claustro convento de la Orden de los Agustinos Recoletos y en la capilla permanece la Virgen de La Candelaria, la patrona de Cartagena de Indias. Desde allí es posible, además, contemplar una de las mejores imágenes de la ciudad, que en 2015 recibió 232.015 pasajeros aéreos internacionales y 1.746.469 nacionales. Según estas cifras es el destino turístico más importante del país.

Sin embargo, a pesar de que el cerro de La Popa es un importante patrimonio ambiental e histórico de los colombianos, una investigación detectó que es cada vez más inestable.

Rubén Darío Aguilar, magíster en Ingeniería – Geotecnia estudió las condiciones de la ciudad amurallada para identificar un escenario de amenaza por deslizamiento y encontró que el 20 % de las zonas analizadas tiene riesgo alto de sufrir procesos de remoción en masa.

Cartagena está compuesta por tres grandes geoformas (formas de la superficie del terreno) que fueron consideradas en el estudio: la loma del Marión, el cerro de Albornoz y el cerro de La Popa. Este último es la zona más susceptible a la inestabilidad de ladera. Uno de los principales factores es la gran cantidad de asentamientos humanos irregulares que se han edificado con el paso de los años.

En la primera etapa de la investigación, el ingeniero Aguilar utilizó la metodología SES (Evaluación de Estabilidad para Zonas Homogéneas), una herramienta de análisis para determinar el nivel de amenaza relativa a los procesos de remoción en masa, a partir de la estimación de parámetros de susceptibilidad y parámetros detonantes de la inestabilidad (como clima, erosión, amenaza sísmica y factor antrópico). También, se evaluaron los tipos de materiales, el relieve, el drenaje y la vegetación.

Esta metodología funciona de acuerdo a las características específicas de cada zona, por lo que fue necesario calibrar (ajustar) los parámetros de acuerdo a las condiciones de estabilidad de los terrenos.

Inestabilidad en la ladera

Para realizar su trabajo, el magíster utilizó información producida en 2001 por del Instituto Colombiano de Geología y Minería (Ingeominas), con el fin de tener un escenario actualizado. “Las condiciones de estabilidad en las laderas afectadas por procesos de remoción en masa van cambiado con el paso del tiempo. Una ladera que hoy está en condición de amenaza moderada, mañana puede tener una condición crítica. El problema es que la inestabilidad se va agudizando por factores como la acción combinada de las lluvias que inducen procesos de erosión y el impacto negativo de las acciones humanas de la zona.

En cuanto al clima, los datos obtenidos sobre precipitación acumulada provienen de seis estaciones hidrometeorológicas del Ideam: Aeropuerto Rafael Núñez, Bayunca, Cañaveral, Oceanografía Operacional (CIOH), Galerazamba y Santa Ana. A partir del análisis de esta información, se obtuvieron datos de los periodos de retorno, es decir, el tiempo promedio entre dos episodios de precipitación de gran magnitud.

Para estudiar la amenaza sísmica, el investigador tuvo en cuenta el tipo de material de las zonas estudiadas y su relieve. La evaluación de la erosión incluyó la pérdida de suelo, la longitud de la pendiente, la cobertura vegetal, principalmente. A cada parámetro evaluado, la metodología ses asignó un puntaje establecido y una ecuación específica para las condiciones de Cartagena.

Con esta información y visitas de campo, el investigador encontró que los procesos de remoción en masa se han reactivado con respecto a los datos registrados en 2001. En ese momento, el cerro de La Popa presentaba una condición de amenaza intermedia que actualmente alcanza un nivel alto.

“Los asentamientos humanos han crecido de forma descontrolada y se está presentando la quema de basuras, sumada a la disposición de residuos sólidos en zonas no aptas, cortes inadecuados en la ladera para ampliar los lotes de las viviendas, entre otros factores que con el tiempo han generado inestabilidad y fallas en la infraestructura”, anota el experto Aguilar. En La Popa y Albornoz también se registraron niveles importantes de erosión que se han estimado en 38,39 toneladas métricas por hectáreas y año.

La investigación también reportó que la ciudad de Cartagena tiene un nivel de amenaza bajo. No obstante, si se presenta un sismo en las zonas de ladera puede generar un proceso de ampliación sísmica que incrementaría la onda, la cual generaría alerta.

Acciones inmediatas

Las alternativas propuestas en la investigación incluyen la implementación de obras de contención y protección en sitios críticos, así como la revegetalización con especies nativas, instalación de muros en gavión, construcción de canales y cunetas para el manejo de las aguas y nuevas estructuras de fijación de sedimentos para impedir la profundización de los surcos.

“El cerro de La Popa requiere obras de ingeniería y mantenimiento periódico. Los canales y obras hidráulicas ayudarán a captar el agua y depositarla en zonas adecuadas para evitar erosión, inestabilidad y deslizamientos”, destaca.

Han transcurrido más de 15 años desde que Ingeominas registró los últimos datos de susceptibilidad por remoción en masa de Cartagena, por tanto, al identificar las zonas de amenaza relativa por deslizamientos, tomados actualmente, se presentaron diferencias en la calificación final de la estabilidad.

Además, no existe un plan de acción sostenible y efectivo de prácticas de conservación de suelos, más allá de algunos proyectos aislados de intervención local de zonas verdes, que son difícilmente representativos dentro de un marco de ciudad.

Próximamente, en Cartagena se realizará un proceso de actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT). Uno de los objetivos de la investigación es que sus resultados sirvan como insumo para desarrollar prácticas sostenibles de manejo y conservación, enfocadas en las zonas de ladera por parte de las autoridades locales, así como consultores y profesionales que lo requieran. Garantizar la conservación de la cobertura vegetal para mitigar la acción de agua en el transporte de sedimentos es otra de las ideas que aporta este trabajo.

Edición:
UN Periódico Impreso No. 202