Río de Janeiro, 19 de agosto (Equipo de Prensa COC-Coldeportes). Era su día esperado. Toda Colombia estaba expectante. En la pista, unos dos mil compatriotas soportaron el inclemente sol por varias horas. Siempre la apoyaron. Siempre gritaron. Se emocionaron en cada pedalazo. En cada giro de las ruedas, hasta el último. Hasta que cruzó primera para reclamar la medalla de oro. La segunda personal. La tercera colombiana en Río-2016. La quinta de la historia. Después, la octava medalla en Río para el país. Un bronce que repitió la película de Londres.

Luego de 19 días de competencias en los Juegos Olímpicos Río-2016. Colombia disfrutó de la alegría de Óscar Figueroa, las hazañas de Yuberjén Martínez e Ingrit Valencia, la seguridad de Yuri Alvear, la sonrisa de Caterine Ibargüen y sufrió las tristezas de Jackeline Rentería, Fernando Gaviria y Óscar Muñoz, hasta que llegó el día de Mariana. El día más esperado. A, y el de Carlos también.

El horario no podía ser el mejor. La 1:00 de la tarde, con semifinales previas desde las 11:00 de la mañana. La hora del almuerzo. Todos podían ver a la antioqueña. En las casas, en los trabajos, en los centros comerciales, por las calles o donde fuera. Toda Colombia estaba expectante por ver a Mariana. Por sentir el orgullo que genera un triunfo de este tamaño. Es cuando más orgullosos nos podemos sentir los colombianos.

Y más aún en la pista, en la tribuna, con una temperatura ambiente superior a los 30 grados centígrados, que se pintó de amarillo, azul y rojo para alentar a la colombiana, a la mejor del mundo, a la favorita al título. Los embajadores colombianos en la tribuna se hicieron sentir. Eran mayoría y así lo demostraron en cada pedalazo de Mariana. Y también de Oquendo y Ramírez.

El primer anuncio de Mariana fue a las 11:00 de la mañana. Salió en un grupo de ocho. Otras siete buscaban un sueño. Más bien quería derrotar a la colombiana. Ella era la referente, el punto de mirada de aficionados, pero sobre todo de las rivales. Y así fue. Fue la referencia, pero no ella, la rueda de atrás de su bici; número 100, la que sus rivales empezaron a ver en cada serie.

Ganó las tres ‘mangas’ de las semifinales. En la primera sobrada para tomar confianza. En la segunda por fotofinish con la estadounidense Alice Post para ponerle emoción. Y en la tercera de nuevo con amplia diferencia. Sumó tres puntos en la semifinal y se clasificó primera para la final, con una particularidad, así como Caterine Ibargüen no tuvo a Olga Saladukha en la final del triple salto, Mariana no tuvo a Caroline Buchanan en la disputa por el oro.

A la 1:00 de la tarde en punto de Colombia. Mariana Pajón subió las escaleras en busca de la rampa de salida. Detrás de ella iban Laura Smulders, Brooke Crain, Stefany Hernández, Alise Post, Elke Vanhoof, Manon Valentino y Yaroslava Bondarenko. Se acomodaron por cada carril, Mariana en el uno, en el primero y llegó la presentación. Cuando nombraron a Mariana, la tribuna estalló de júbilo y toda Colombia también. La emoción fue similar como una presentación de James, Falcao o Nairo.

Todas en el partidor. La tribuna en silencio para escuchar: “Raiders ready. Watch the gate…”, cuatro pitazos, rampa libre y como en las pruebas de velocidad del atletismo, escándalo total en la pista para ver a Mariana una vez más. En un esfuerzo más. En unos 120 pedalazos de gloria olímpica.

Y así fue, desde el primer salto, Mariana salió adelante, llegó a la primera curva primera y no cedió terreno. De nuevo todas las rivales sólo pudieron ver su rueda trasera y con autoridad, demostrando que es la mejor del mundo, Mariana Pajón Londoño se coronó campeona olímpica por segunda vez consecutiva. No tiene rival en el planeta. Es una fenómeno. Y es colombiana.

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El bronce que repitió la película

Pero cuando parecía que el momento cumbre había llegado con el oro de Mariana. De forma paralela, las emociones entre los hombres también aumentaban con el pasar de las series semifinales. Carlos Mario Oquendo, la figura nacional, y Carlos Alberto Ramírez, el joven que sigue sus pasos. Los dos compartieron en el segundo heat.

En la primera manga llegaron tercero y cuarto. Ramírez tercero y Oquendo cuarto. En la segunda se repitió el resultado y parecía que los dos iban a estar en la final. Sin embargo, en la tercera manga Oquendo se cayó en la primera curva y quedó afuera. Ramírez siguió, pero también se fue al piso, ya en la última curva, como había varios por el suelo, Carlos Alberto se levantó y pasó quinto. Oquendo entró sexto. Ramírez se clasificó a la final y Oquendo quedó eliminado. En ese momento le pasó el relevo y su compañero lo recibió.

Luego de la gloria alcanzada por Mariana, 10 minutos después se vino la final masculina. Ramírez salió por el séptimo carril. Tuvo una largada lenta, pero con su pericia recortó camino en la primera curva y pasó al quinto lugar. Siguió ahí a la espera de otro recorte en curva, el plan era en la curva final para embalar y así fue. En la curva final cerró por dentro, controló y volvió a arrancar con su velocidad, entró mano a mano con el estadounidense Nicholas Long. Fotofinish.

La plataforma ubicó cuarto al colombiano, con el mismo tiempo de Long. Por eso los jueces tuvieron que revisar el video una y otra vez, mientras el paisa que corre por Bogotá aguardaba con ansias. Un par de minutos después salió la diferencia oficial: El tiempo del colombiano fue 35.517 y el del estadounidense 35.522. Cinco milésimas de segundo le dieron la medalla de bronce al colombiano.

Oro y bronce. La misma película de Londres-2012, con un nuevo protagonista. Con un nuevo actor principal, Carlos Alberto Ramírez, quien no sólo cumplió su sueño: también consiguió el objetivo de la delegación colombiana en los Juegos Olímpicos Río-2016: Igualar lo hecho en Londres en cuanto a cantidad de medallas, pero mejorando el color.

En territorio británico fue un oro, tres platas y cuatro bronces. Desde Río de Janeiro regresarán a Colombia con tres oros, dos platas y tres bronces. Objetivo cumplido, aunque falta recibir el bronce de Luis Javier Mosquera en pesas, que llegará en unas semanas.