Un tuit de la Casa Blanca incluía en 140 caracteres una de las mayores victorias para el Ártico. Barack Obama y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, habían actuado. A un mes de la toma de la presidencia de Donald Trump, ambos líderes políticos han acordado prohibir las prospecciones de gas y petróleo en las aguas del ártico que caen bajo sus competencias.
Vamos directamente al grano con una pregunta: ¿podrá Donald Trump deshacer el acuerdo entre Estados Unidos y Canadá que suspende las prospecciones petrolíferas en en las aguas árticas de estos dos países?
Para tomar esta decisión, el aún presidente de EE. UU. ha aplicado una disposición de una ley de 1953, la Ley de Plataforma Continental Exterior, que le confiere la potestad para bloquear de forma indefinida perforaciones petroleras y gasísticas en algunas aguas controladas por el Gobierno federal estadounidense. Esta ley no incluye ninguna provisión para que la decisión pueda ser revocada por presidentes futuros y, de hecho, ningún presidente lo ha hecho hasta el momento. Si Donald Trump quisiera dar marcha atrás, tendría que tratar que el Congreso aprobase un nuevo proyecto legislativo que, de manera explícita, volviera a poner estas áreas en juego para la perforación de petróleo y gas. Para ello, debería pasar una serie de complicados pasos y en primera instancia superar las tácticas dilatorias del Senado. Y el Gobierno de Canadá parece firme en esta decisión y no dejar este acuerdo en papel mojado. La superficie que queda acotada a la actividad petrolífera no es nada desdeñable. Los mares protegidos del Ártico estadounidense equivalen a toda la superficie de España.
Cerramos el año el año más cálido de la historia y para mitigar el cambio climático es imprescindible no extraer más combustibles fósiles del subsuelo. Cerramos el año en el que se ha ratificado el Acuerdo de París que pone fin a una era de los combustibles fósiles y que pide acciones urgentes a los gobiernos para reducir emisiones. Cerramos el año en el que alcanzamos un movimiento de ocho millones de personas que nos hemos unido para salvar el Ártico. Gracias a ti, a tu presión, Canadá y Estados Unidos nos han hecho un regalo para el planeta de enormes consecuencias.
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