A nivel económico, el 2016 no fue bueno para América Latina. Por segundo año consecutivo la región siguió en recesión, principalmente a causa de la variación en el precio de las materias primas y de la volatilidad de los mercados internacionales. Esto provocó, ente otros, un leve aumento del desempleo y un estancamiento de los salarios reales de los trabajadores.
Pero no todo fueron malas noticias. El 2016 pasará a la historia por ser el año en que comenzaron a implementarse los acuerdos climáticos de París, que deben conducir a una reducción significativa de las emisiones de carbono y a un planeta menos dependiente de los combustibles fósiles.
También se registraron avances en materia de movilidad urbana. Quito fue la anfitriona de Hábitat III, una cumbre internacional que logró el compromiso de todos los países para convertir al ciudadano en el protagonista de la agenda urbana global. Otro de los aspectos destacables del año tiene que ver con el consenso entre expertos y gobiernos sobre la necesidad de innovar, tanto a nivel empresarial como tecnológico, para lograr sentar las bases de un crecimiento sostenido y no demasiado dependiente de la explotación de materias primas.
A continuación resumimos los avances más destacados del año en materia de desarrollo:
América Latina, pionera en implementar los acuerdos climáticos de París: del 7 al 18 de noviembre la comunidad internacional se reunió en Marrakech para avanzar en las medidas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que permitan frenar el cambio climático. Allí se realizó la primera Reunión de las Partes del Acuerdo de París (ratificado el 4 de noviembre de 2016).
En América Latina y el Caribe 32 países presentaron sus intenciones de NDC, incluyendo metas de reducción de emisiones y en la mayoría de los casos también metas de adaptación al cambio climático. En este sentido, CAF y el Fondo Verde para el Clima firmaron un acuerdo para desarrollar proyectos resilientes y de baja emisión de carbono en América Latina. Se prevé que para 2020 el 30% de la cartera de CAF será de proyectos verdes y del 50% para 2050.
En busca de preservar los avances sociales en un clima de bajo crecimiento: la reducción de la demanda global, la baja de los precios de las materias primas y la reducción de la entrada de capital internacional han limitado el crecimiento de América Latina y suponen una amenaza para los logros sociales conquistados entre 2003 y 2011. Para 2017 se espera que la región emerja de la recesión, pero con un crecimiento débil, de alrededor del 2%. Uno de los cimientos de este crecimiento más vigoroso tiene que ver con el refuerzo de los mercados laborales, que en 2016 sufrieron un visible retroceso. En varios países de la región el desempleo aumentó y el empleo se hizo más precario con el aumento de la informalidad y el autoempleo; los salarios reales también retrocedieron frente al alza en los precios, asociados con la depreciación de las monedas y algunos choques de oferta idiosincráticos.
Hábitat III de Quito, nuevas soluciones para tradicionales problemas urbanos:del 17 al 20 de octubre se celebró en Quito la cumbre Hábitat III de Naciones Unidas, un foro que definió la Nueva Agenda Urbana para los próximos 20 años. Elaborada por todos los países de la ONU, tiene tres ejes estructurales: promover un urbanismo inclusivo, equitativo y accesible; impulsar economías urbanas sostenibles; y fomentar la capacidad de las ciudades para adaptarse al cambio climático.
Mejores habilidades para el capital humano latinoamericano: según el Reporte de Economía y Desarrollo (RED 2016) de CAF, para retomar el crecimiento de la última década será imprescindible contar con trabajadores mejor formados que sean capaces de desempeñarse exitosamente en las ocupaciones que requiere el mercado laboral. Pero para alcanzar esta proyección, la región deberá superar serios obstáculos: actualmente solo la mitad de los jóvenes latinoamericanos completa la educación secundaria; dos de cada tres estudiantes no cuentan con las competencias matemáticas básicas; 20 millones de jóvenes -el 20% del total- no estudian ni trabajan; casi la mitad de los empleados trabajan en el sector informal. Este déficit de un capital humano de calidad impide que la región crezca con todo su potencial y limita las aspiraciones de movilidad social.
Innovación para diversificar la economía: en 2016 expertos y gobiernos coinciden en que la región necesita innovar más. De hecho, la escasez de innovación se traduce en que las empresas no crecen tanto como sus pares en regiones más avanzadas, y tampoco producen tanto. Otra consecuencia es que nuestras empresas no generan el suficiente empleo de calidad, y muchas siguen ofreciendo empleos mal remunerados y trabajos informales que merman la capacidad fiscal de los Estados. En el 70% de los países de la OCDE la inversión en innovación proviene de las empresas, mientras que en América Latina solo es del 40%. Para poder llegar a alcanzar los niveles de productividad de los países de la OCDE la región tendrá que invertir en innovación cuatro veces más de lo que invierte actualmente, y sus empresas tendrían que hacerlo 10 veces más.
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