14 de marzo de 2017, Budapest, Hungría – El crecimiento económico y el aumento de la renta per cápita prácticamente han erradicado el hambre en Europa y Asia Central. Pero a medida que los países prosperan, los cambiantes hábitos de consumo están generando nuevas amenazas para la salud. Esta “transición hacia la inseguridad alimentaria” aparece documentada en un nuevo informe publicado hoy por la FAO.

El Panorama regional de la inseguridad alimentaria: Europa y Asia Central analiza una gran cantidad de datos sobre los países: suministro de energía alimentaria, indicadores de desnutrición como el retraso del crecimiento y la emaciación, anemia, sobrepeso y obesidad, y qué come en término medio la población.

El informe indica la existencia de un patrón, en virtud del cual los países pasan de enfrentarse principalmente a la desnutrición y las carencias de micronutrientes, a hacer frente a las enfermedades degenerativas asociadas con el aumento del consumo de grasas comestibles, azúcar, carne, productos lácteos y alimentos procesados. Esta transición suele venir acompañada de un estilo de vida más sedentario.

“Al estudiar la evolución de las dietas a medida que aumentan los ingresos”, señaló David Sedik, economista de la FAO y autor del informe, “descubrimos que aumenta la proporción de calorías totales procedente de edulcorantes, aceites vegetales y productos animales, mientras que la derivada de los cereales disminuye. Existen matices importantes, pero la tendencia general es clara”. En otras palabras, los datos muestran una progresión hacia una dieta rica en edulcorantes y grasas vegetales y animales, y pobre en cereales.

Esto significa que en la región se han superado en gran medida los problemas de desnutrición: un logro impresionante. Solamente el 7 por ciento de la población de Europa y Asia Central vive en países en los que los problemas nutricionales predominantes son la desnutrición y las carencias de micronutrientes.

Sin embargo, la malnutrición debida a las carencias de micronutrientes como el hierro, la vitamina A y el zinc, y los problemas de sobrenutrición representados por el sobrepeso y la obesidad, prosiguen y se han incrementado. Actualmente, el 13 por ciento de la población de la región vive en países que sufren una “triple carga” de los tres problemas nutricionales (desnutrición, carencias de micronutrientes y sobrenutrición).

Más preocupante aún es que el 57 por ciento de la población de la región vive en países en los que el principal problema nutricional es la sobrenutrición. Según el informe, el 70 por ciento de la población de la región padece malnutrición caracterizada fundamentalmente por la “triple carga” o por la sobrenutrición.

Sin embargo, la situación no es estática. Los países con desnutrición están en camino de unirse a los afectados por la triple carga en los próximos años.

“A medida que más países pasan a la categoría de triple carga”, dijo Sedik, “los gastos sanitarios deberán aumentar rápida y sustancialmente para hacer frente al incremento de los costes sanitarios asociados con un mayor número de diabetes, afecciones cardíacas y otras enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación”.

Mientras que la primera parte del informe presenta el problema, la segunda parte está dedicada a las soluciones. Por ello se analizan diversas políticas prometedoras -adaptadas a los ingresos y al perfil nutricional de cada país- para abordar, y eventualmente erradicar, la inseguridad alimentaria. Se trata de políticas que han sido probadas y han demostrado ser eficaces.

El enriquecimiento de alimentos se ofrece como una opción para países con desnutrición y carencias de micronutrientes. El enriquecimiento de la leche con vitamina D, de la sal con yodo, de la harina de trigo con hierro, ácido fólico y tiamina son ejemplos de esta estrategia, que ha sido un motor fundamental de las mejoras en el consumo de micronutrientes en los niños en Asia Central. Del mismo modo, el enriquecimiento biológico utiliza el fitomejoramiento para aumentar el contenido de micronutrientes de los cultivos. Los cultivos enriquecidos biológicamente podrían utilizarse para compensar el contenido relativamente bajo de micronutrientes del trigo en Asia Central y el Cáucaso, donde los cereales aportan más del 50 por ciento de la energía alimentaria.

Otras recomendaciones de políticas incluyen:

 reformular los alimentos precocinados más usados para mejorar su valor nutricional

 impuestos y subvenciones para modificar los precios relativos de los alimentos en función de su carácter saludable

 educación nutricional para informar a la población sobre las características de una dieta saludable y equilibrada

 aumentar la eficacia de los sistemas de inocuidad alimentaria y homogenizar las normas sobre inocuidad alimentaria, sanitarias, fitosanitarias y de higiene

 mejorar el etiquetado nutricional de los productos alimentarios

 programas de ayuda alimentaria -incluyendo vales y subsidios-, transferencias de alimentos y programas de transferencia de efectivo.

“En esta región, los países de Asia Central y el Cáucaso en particular han avanzado mucho en la reducción de la subalimentación”, aseguró Vladimir Rakhmanin, Subdirector General de la FAO y Representante Regional para Europa y Asia Central. “Pero hoy en día –añadió- tenemos que ir más allá de si la población está consumiendo suficientes calorías. Queremos garantizar una dieta equilibrada y saludable a todos los niños, mujeres y hombres: y en especial a nuestros hijos”.