Por Beth Harris / Associated Press
LOS ANGELES — Puerto Rico volvió a quedarse a la orilla de la gloria máxima en el Clásico Mundial de Béisbol.
Con sus bates silenciados en la final, los puertorriqueños sucumbieron el miércoles 8-0 ante Estados Unidos y por segunda edición seguida debieron conformarse con el subcampeonato.
Cobertura completa del juego
Y luego de cuatro fallidos intentos, el anfitrión Estados Unidos se adjudicó el título por primera vez.
Marcus Stroman amansó a la ofensiva más productiva del torneo al lanzar seis innings en blanco e Ian Kinsler bateó un jonrón de dos carreras para liderar la contundente victoria estadounidense.
Puerto Rico perdió por primera vez en ocho partidos en esta edición y superar a sus rivales con un marcador global de 55-26, los boricuas apenas pudieron dar tres hits en la final que se le puso a contra corriente con el jonrón de Kinsler en el tercer inning.
Fue un desenlace igual de amargo a la de la final de hace cuatro años, cuando perdieron por blanqueada ante la República Dominicana.
Pero Francisco Lindor, Carlos Correa y Javier Báez –tres jugadores cuyas carreras apenas despuntan– les ilusionan para futuras ediciones.
Stroman, proclamado como el Jugador Más Valioso del torneo, se desquitó de su mala salida en la derrota 6-5 ante Puerto Rico en la segunda ronda.
El derecho retiró con rodados a los tres primeros bateadores que enfrentó. En total, permitió un hit, recetó tres ponches y concedió un boleto al emplear 73 lanzamientos.
«Nos dominaron en todas las facetas del juego», reconoció Rodríguez. «Creo que los dos mejores equipos del torneo estuvieron en la final y Estados Unidos nos ganó».
Para los estadounidenses, la consagración tiene un significado inmenso tras decepcionantes resultados previos, incluyendo dos oportunidades en las que naufragaron en la segunda ronda.
Todo fue distinto esta vez.
«Queríamos poner a Estados Unidos en la cúspide del béisbol mundial y lo logramos», expresó el primera base Eric Hosmer.
Aunque luminarias como Mike Trout y Clayton Kershaw declinaron participar, el manager Jim Leyland pudo reunir un equipo con el suficiente talento para levantar la corona en casa.
«No tengo la intención de que se me mal interprete pero, en gran medida y hasta ahora, los otros países se tomaban este torneo con algo más de seriedad que Estados Unidos», afirmó Leyland, de 72 años. «Conversándolo con nuestros jugadores, sé que van a correr la voz. Varios jugadores me han dicho que esta es la experiencia más grande de sus vidas»
No fue hasta el séptimo cuando Puerto Rico pudo conectar su primer hit ante Stroman. Fue un doble de Ángel Pagán por el bosque izquierdo al abrir la entrada y Stroman fue relevado de inmediato, recibiendo una ovación de pie.
Stroman transfirió con boleto a Carlos Beltrán al abrir el segundo, pero su defensa salió a su auxilio. Yadier Molina bateó un rodado directo al torpedero Brandon Crawford, quien inició el doble play. Stroman procedió a ponchar a Báez para poner fin al inning.
En 2013, Stroman tuiteó que representaría a Puerto Rico, donde su madre. Pero acabó jugando para Estados Unidos.
«Ha sido una experiencia increíble», señaló el pitcher. «Y voy a volver dentro de cuatro para defender el título».
Frente a 51.565 en el Dodger Stadium, Estados Unidos descargó un ataque de 13 hits en su primera final y terminó el torneo con marca de 6-2.
En medio de un ambiente de jolgorio en las gradas, los fanáticos de Estados Unidos empezaron a palpitar la victoria. Se pusieron de pie cuando el local congestionó las bases en el séptimo con dos outs y festejaron más con el sencillo de dos carreras de Crawford frente a J.C. Romero, aumentando la diferencia a 6-0.
Estados Unidos añadió una carrera más mediante un sencillo remolcador de Giancarlo Stanton ante Hiram Burgos.
Un sencillo productor de McCutchen con dos outs en el octavo puso el 8-0 definitivo.
Rumbo al título, los estadounidenses derrotaron a los dos campeones previos: a Dominicana en el cierre de la segunda ronda y a Japón –ganador de las primeras dos ediciones– en la semifinal.
«Estos jugadores se presentaron para rendir al máximo», señaló Joe Torre, el gerente de la selección estadounidense. «Lo que más me asombró fue lo rápido que se pusieron en armonía y Jimmy (Leyland) se merecer mucho de ese crédito. Es un gran grupo que entendió el significado de este torneo».