Acostumbrada al sonido de la lluvia torrencial en su Colombia natal, la maestra Adriana Bernal es hoy un ejemplo ecologista en su barrio de la Ciudad de México, donde aprovecha cada gota gracias a su ingenio y el uso de tecnologías alternativas.
Natural de Bogotá, Adriana tiene 32 años y vive en la colonia (barrio) Jardines de San Juan, en la delegación de Tlalpan, donde ejerce como profesora de hábitos alimentarios para niños.
Explicó a Efe que, pese a ser de capital, toda su familia proviene del estado de Santander conocido por sus por montañas y parques naturales, por lo que ha estado vinculada al campo desde pequeña.
“Aprendí a hacer la captación de lluvia por necesidad, ya que inicialmente tenía que comprar pipa (agua de un camión cisterna) y ahora lo hago con menos frecuencia”, señaló Adriana, quien apuntó que la pipa de agua ahora cuesta entre 900 y 1.200 pesos mexicanos (entre 47 y 63 dólares).
Contó que los gastos en su hogar eran cada vez más elevados, sobre todo con la escolarización de sus dos hijos, por lo que fue necesario buscar mecanismos para captar la lluvia y, para hacerlo de forma más eficiente, empezó a anotar desde 2014 en un calendario las horas, frecuencia y cantidad en las que llovía.
Desarrollo sostenible
Al cabo de unos meses contactó con Isla Urbana, una organización que impulsa el desarrollo sustentable en agua con base en la captación de lluvia, y le instalaron su propio sistema en septiembre de 2014.
Con este, ahorró unos 7.000 pesos (370 dólares) el año pasado, y solo tuvo que comprar una pipa de agua en seis meses.
El sistema de Isla Urbana tiene un precio de 6.700 pesos (354,38 dólares), aunque a Adriana le costó una tercera parte pues contó con un patrocinio, destacó a Efe el director de esa organización, Nabani Vera.
La captación inicial en la casa de la profesora colombiana empieza en el techo, donde el agua baja hasta el tlaloque, nombre que recibe un recipiente cuadrado que separa la parte más sucia de cada lluvia para que no entre a la cisterna.
A través de un conducto, el agua de lluvia limpia del tlaloque se desplaza hasta la cisterna. Cuando quiere sacarla de su cisterna de cemento, el agua sale bombeada y pasa por el primer filtro de acero inoxidable, que elimina las impurezas.
Después de eso, el agua pasa un segundo filtro, el de carbón activado, que es el que quita los olores, y a partir ahí una manguera lleva el agua hacia adentro.
Agua contaminada
La profesora colombiana expone que el agua de hoy en día tiene más contaminación, fenómeno que notifica cuando limpia su losa (vajilla), pues a su alrededor hay una gruesa capa amarilla de grasa, lo que hace que tenga que drenar las tuberías dos veces al año en vez de una.
“Hoy en día hay una capa de contaminación en el cielo que no me deja ver si viene o no la lluvia. Para esta zona, en esta época yo ya había recolectado unos 40 centímetros cúbicos de agua y ahora no he recolectado más de 10 centímetros cúbicos de agua. Eso implica que yo ya tengo que comprarme una pipa de agua más”, lamentó.
Lo que más sorprendió a Adriana fue que, después de cuatro años, sus vecinos empezaron a interesarse por el sistema de captación de agua y lo fueron aplicando en sus hogares, por lo se dieron cuenta de que “vale la pena utilizar bien los recursos naturales”, apuntó.
Sus vecinos dudaban de la calidad del agua de lluvia, decían que les parecía demasiado turbia, pero ella les explicó que si la dejaban reposar una semana o quince días, el agua sucia baja sola y se puede recoger la limpia.
Adriana también implementó un sistema de captación de calor solar para poder tener agua caliente, sobre todo desde noviembre hasta febrero, ya que el agua sale muy fría, y ello le permite ahorrar gas.
La maestra colombiana, que reclamó que el gobierno mexicano capacite a las comunidades para que aprovechen los recursos naturales, asimismo recicla el agua de la lavadora, la cual después de ser utilizada hasta en cuatro ciclos de lavado le sirve para lavar los baños y los trapos sucios. EFEverde