Christian Sandoval.- Ayapel (Colombia)  (EFEverde).- En el caribe colombiano la Ciénaga de Ayapel, una reserva que durante décadas ha provisto de alimento a familias de pescadores, acaba de ser incluida en la lista de humedales Ramsar, un paso para ayudar a librarla de la contaminación que amenaza su biodiversidad.

De esta ciénaga, que abarca parte de los departamentos de Córdoba y Sucre y es la segunda más importante de Colombia después de la Ciénaga Grande de Santa Marta, los pescadores extraen a diario, pero cada vez en menor cantidad, peces de agua dulce como el bocachico, bagre, coroncoro o dorado.
En la memoria de los pescadores más viejos hay recuerdos de la bonanza de otras épocas en las que camiones “cargados hasta el techo” con pescados partían con destino a Bogotá y otras grandes ciudades del país.

La riqueza de Ayapel

Sin embargo, esta riqueza natural formada por el río Cauca y el San Jorge, su afluente, corre peligro porque sus aguas han tomado un color terroso que tiene preocupados a los campesinos y pescadores de la zona, para los cuales la Ciénaga de Ayapel es no solo un medio de vida sino también parte de su historia.

Entre las amenazas que se ciernen sobre ella están el auge de la pesca deportiva y comercial sin regulación, y la minería ilegal que aguas arriba vierte mercurio, cianuro y otros residuos tóxicos al cauce del Cauca, lo que hace de la Ciénaga de Ayapel uno de los cauces más contaminados de Colombia, según un estudio elaborado el año pasado por la Universidad de Córdoba.

Deforestación

Otro problema es la deforestación causada por las graves inundaciones de 2010 en las que el río Cauca se salió de su cauce arrasando casi 50.000 hectáreas de mangle dulce que ayudaban a mantener el equilibrio en ese ecosistema.

El ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, que visitó la semana pasada la zona destacó que la inclusión de la Ciénaga de Ayapel en el Convenio Ramsar pone a Colombia como un “referente ambiental en todo Latinoamérica”.

Este charco cuenta con una abundante riqueza natural compuesta por más de 360 especies de las cuales 276 son aves, 52 de peces, 16 de anfibios, 24 de reptiles y vegetación propia, todas ellas en riesgo si no se trabaja en su preservación.

La ONG Corporación para el Desarrollo Integral de la Ciénaga de Ayapel (CorpoAyapel) propuso que se junten los diez humedales Ramsar del país, que en conjunto ocupan 1,2 millones de hectáreas, “para trabajar por el medio ambiente uniendo sus experiencias”.

Para el director de CorpoAyapel, Nicolás Ordóñez, todas las acciones requieren de la participación de la comunidad y por eso propuso “un proyecto de rehabilitación” que incluya la siembra de un millón de árboles.

La restauración del ecosistema es una necesidad y para ello hay que “designar algunos espacios donde se debe hacer un manejo diferencial del recurso pesquero”, estimó Jacobo Campuzano, estudiante de la maestría de Ingeniería Ambiental en la Universidad de Antioquia, institución que participa en programas de protección de esta reserva.

Lo que se busca es hacer pedagogía ambiental, sin que ello implique prohibir prácticas milenarias como la pesca, la caza, e incluso la minería en la zona.
De lo que se trata es de encontrar “un equilibrio”, porque de lo contrario “o la gente no vive bien porque no puede tocar nada o la gente no vive bien porque no hay nada”, manifestó a Efe Fabio Vélez, jefe de Geolimna, un grupo formador de ingenieros comprometidos con el uso sostenible de los recursos naturales en la región.

Hasta los niños de los municipios bañados por las aguas del cenagal son conscientes de esa necesidad, que expresaron en una poesía en el acto con el ministro de Ambiente y que suena a advertencia: “la ciénaga se nos muere”. EFE
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