Vietnamese women drive past recyclable plastic bottles at Xa Cau village, outside Hanoi, Vietnam June 5, 2018. REUTERS/Kham

La decisión de China de prohibir las importaciones de residuos del extranjero, incluidos algunos plásticos, ha repercutido en todo el mundo y ha afectado las operaciones de reciclaje en otros países que luchan por lidiar con el nuevo panorama. Pero, ¿es esta una oportunidad envuelta en una crisis?

Algunos expertos argumentan que por fin los países desarrollados tendrán que enfrentar el verdadero costo de su adicción al plástico en lugar de enviar el problema a China, que ha recibido casi la mitad de los desechos del mundo desde 1992.

Esto podría estimular la inversión en instalaciones domésticas de reciclaje, así como la innovación en la fabricación de plástico para hacer que los productos sean más adecuados para su reutilización. También podría fortalecer el movimiento del público en contra de la cultura de «usar y tirar».

El año pasado, China decidió prohibir las importaciones de 24 categorías de residuos sólidos, incluidos ciertos tipos de plásticos, papel y textiles, debido a preocupaciones ambientales y de salud. Básicamente, el país busca mejorar su economía y manejar de manera más efectiva sus propios desechos, que van en crecimiento. El material que China importaba sumaba entre 10% y 13% a la generación local de residuos.

Otro problema fue la baja calidad de los residuos importados, lo que los hizo más difíciles de reciclar y, por lo tanto, afectó las ganancias de las empresas chinas involucradas.

La prohibición entró en vigor en enero y ahora se están viendo los efectos.

En un nuevo estudio, publicado en junio en Science Advances, científicos de la Universidad de Georgia descubrieron que, para 2030, 111 millones de toneladas de residuos de plástico deberán buscar otro destino causa de la nueva política de China.

“Con la producción y el uso de plástico aumentando continuamente, y las empresas y países comprometiéndose con economías circulares y aumentando las tasas de reciclaje de plástico, la cantidad de desechos plásticos que necesitarán un ‘hogar’ continuará aumentando en el futuro próximo», dice el informe.

«Sin nuevas ideas audaces y estrategias de gestión, las tasas de reciclaje actuales no se volverán a cumplir, y los objetivos ambiciosos y los plazos para el futuro crecimiento del reciclaje serán inalcanzables», agrega.

La prohibición ya está comenzando a incomodar. The Washington Post reporta que estados como Massachusetts y Oregon están levantando restricciones para descargar materiales reciclables en los vertederos.

La agencia de noticias AFP informó que en Estados Unidos se acumulan reservas importantes de materiales reciclables y en algunos municipios las autoridades afirman que ya no recolectarán ciertos materiales o que los enviarán a vertederos. Mientras tanto, algunas instalaciones de reciclaje almacenan los desechos adicionales en el exterior de sus plantas o en estacionamientos.

La prohibición también ha puesto de manifiesto las deficiencias sistémicas de los procesos de reciclaje en Estados Unidos. La Coalición Nacional de Reciclaje (NRC, por sus siglas en inglés) dijo en mayo que la prohibición exponía los problemas causados por los materiales reciclables sucios. La introducción del reciclaje de flujo único en Estados Unidos -que mezcla papel, metal, vidrio y plástico-, significa que los materiales reciclables son menos puros y menos valiosos.

«Las buenas y las malas noticias son que el entusiasmo de las personas por el reciclaje es sólido. El público quiere reciclar, pero expresa ese entusiasmo reciclando materiales que no son elegibles. Una combinación entre esta situación y la insuficiencia en la calidad de los materiales está siendo muy perjudicial para la industria. Está resultando en mercados abismales y volátiles, productos sucios que no son una materia prima confiable, plantas cerradas y programas que están sufriendo económicamente», dijo Marjorie Griek , directora ejecutiva de la NRC, en un comunicado.

«No podemos continuar actuando y comportándonos como si el negocio habitual ofreciera una solución a los problemas actuales. Básicamente, debemos cambiar la manera en que hablamos al público, cómo recopilamos y procesamos nuestros materiales reciclables y lo que nuestros mercados finales aceptan y utilizan para reciclar», sostuvo Griek.

Tales cambios, por supuesto, tomarán tiempo. Al igual que las nuevas inversiones en instalaciones de reciclaje para llenar el vacío dejado por China, que importó alrededor de 7 millones de toneladas de desechos en 2016. Esto es aún más preocupante cuando se recuerda que, históricamente, en el mundo solo se han reciclado 9% de los residuos plásticos. La mayor parte ha terminado en vertederos o en el medio ambiente, incluso en nuestros mares.

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Botellas separadas para su reciclaje en Vietnam, uno de los países que está importando muchos de los residuos prohibidos en China.

Algunos países desarrollados reaccionaron a la prohibición enviando sus desechos a otros países del sudeste asiático, como Tailandia y Malasia, y algunos recicladores chinos abrieron fábricas en países cercanos para sacar provecho de este nuevo negocio.

Sin embargo, los expertos señalan que algunos de estos países no tienen la capacidad de manejar esta afluencia de desechos y ya están considerando imponer sus propias restricciones. Otra preocupación es que Asia ya alberga cinco de los países que más basura marina generan en el mundo, y enviar más basura a lugares que están mal equipados para lidiar con ella simplemente exacerbará el problema.

Desde la prohibición china, las exportaciones de desechos de Gran Bretaña a Malasia se han triplicado, según ha informado el Financial Times.

Peter Skelton de la organización de sostenibilidad WRAP, cree que el gobierno, las empresas de gestión de residuos y las autoridades locales pueden hacer frente al desafío.

«Hemos dependido de los mercados de exportación para gran parte de nuestro reciclaje y eso tiene que cambiar. De alguna manera, esta es una decisión forzosa», dijo Skelton.

Los gobiernos también tienen un papel que desempeñar, invirtiendo en el reciclaje y la gestión de residuos, agregó. El gobierno británico publicará una estrategia de residuos y recursos a finales de este año.

Brooks, de la Universidad de Georgia, está de acuerdo en que los gobiernos deben intensificar su labor, educando a las personas sobre el reciclaje y fomentando la innovación.

«Los gobiernos pueden impulsar una multitud de soluciones interdependientes mejorando la infraestructura y la gestión de residuos, al tiempo que fomentan la inversión en soluciones para la parte primaria de la cadena de suministro, como tecnología de reciclaje mejorada, materiales bio-benignos alternativos y el desarrollo de diseños de productos/sistemas que generen menos desechos», dijo.

La prohibición de China también ha puesto de relieve el lamentable estado de la regulación internacional sobre los desechos plásticos.

El estudio de la Universidad de Georgia argumenta que el Convenio de Basilea, que rige el movimiento transfronterizo de desechos peligrosos y otros, podría aplicarse a los residuos plásticos si estos últimos se caracterizaran como «desechos que requieren una consideración especial». Podría entonces regularse el mercado, armonizar las normas y compartir el conocimiento.

Un efecto secundario positivo de la prohibición de China ha sido que se ha centrado la atención en la necesidad de una economía circular, donde los recursos como los plásticos se mantengan en uso durante el mayor tiempo posible. Sin embargo, con los precios del petróleo relativamente bajos, el plástico nuevo es más barato que el plástico reciclado, un obstáculo financiero que debe superarse.

«Esta es definitivamente una situación compleja desde el punto de vista financiero y social», sostiene Brooks. «Prefiero ser optimista y creer que nuestra relación con el plástico puede mejorarse, a pesar de algunas de las barreras financieras. Cada persona juega un papel en nuestro uso global del plástico y la economía circular puede integrarse en esa relación para que los residuos sean más valiosos y menos propensos a terminar en el medio ambiente».

Las autoridades europeas parecen haber reconocido el valor inherente en los plásticos. La Estrategia de Plásticos de la Comisión Europea, que se dio a conocer en enero, contempla que su impulso para que todos los envases de plástico sean reciclables o reutilizables para 2030 podría crear 200.000 empleos, pero solo si la capacidad de reciclaje se multiplica por cuatro.

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Un hombre clasifica el styrofoam para su reciclaje fuera de Pekín antes de que entrara en vigor la prohibición.

Para Brooks y su coautora Jenna Jambek, profesora asociada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Georgia, la prohibición de China debería servir como una llamada de atención y una oportunidad para mejorar la gestión doméstica de los residuos plásticos e invertir en tecnología y nuevas iniciativas.

«Lo importante es que nuestras soluciones en el futuro deben incorporar a todos los actores, ciudadanos, gobiernos e industria, tanto a nivel local como internacional», dijo Brooks.