JOYA DE TALCHIGA, El Salvador ,  Oct 2018 (IPS) – En el hogar de Lilian Gómez, enclavado en las montañas del este de El Salvador, la oscuridad de la noche apenas se aliviaba con las tenues y temblorosas llamas de un par de velas, al igual que sucedía entre sus vecinos. Hasta hace seis años.

La luz se hizo cuando todos se propusieron levantar juntos su propio proyecto hidroeléctrico, no solo para iluminar la noche, sino para ir dando pequeños pasos hacia emprendimientos que ayuden a mejorar las condiciones de vida de la comunidad.

Ahora ella, valiéndose de un refrigerador, elabora “charamuscas”, helados a base de refrescos naturales, que vende para generar algunos ingresos.

“Con el dinero de las charamuscas pago la luz y compro comida y otras cosas”,  contó a IPS esta mujer de 64 años, al frente de una de las 40 familias beneficiarias del proyecto Minicentral Hidroeléctrica El Calambre.

Esa es una iniciativa comunitaria que provee de energía a  Joya de Talchiga, uno de los 29 caseríos del municipio rural de Perquín, de unos 4.000 habitantes, en el oriental departamento de Morazán, fronterizo al norte con Honduras.

Esta región fue durante la guerra civil (1980-1992) escenario de fieras batallas entre el ejército gubernamental y la entonces guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, ahora partido político y en el poder desde 2009, tras ganar dos elecciones presidenciales consecutivas.

Ya sin guerra, los pueblos más grandes del área lograron despuntar con el ecoturismo y el turismo histórico, en el que el visitante conoce de batallas y de masacres en la zona. Pero los caseríos más apartados carecen de servicios básicos para hacer lo mismo.

La Minicentral Hidroeléctrica El Calambre toma el nombre del río de aguas frías y color turquesa que nace en Honduras y serpentea entre las montañas hasta cruzar el área donde se asienta La Joya, como le llaman, dedicada a la agricultura de subsistencia, sobre todo maíz y frijol.

Un pequeño dique embalsa el agua en un segmento del río, y parte del caudal es dirigido por medio de tuberías subterráneas hacia una caseta, la casa de máquinas, 900 metros abajo, en cuyo interior una turbina hace rugir un generador de 58 kilovatios.

 

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