Si todos tuviéramos recolectores pluviales, nos podrían cerrar la llave 7 meses al año… y aún contaríamos con agua hasta para beber.

 

Más de 3 millones de personas se vieron afectadas, desde el 31 de octubre, por el megacorte de agua en la CDMX. ¿Lo peor? Que el corte duró más de lo previsto, y una vez restablecido el servicio el agua que cayó en algunas colonias estaba sucia.

Este desabasto fue como un preámbulo de lo que pasará en algunos años, pues en México estamos pasando por una problemática hídrica compleja que podría conducirnos a una escasez crónica. Porque además, la crisis es mundial: según la ONU, podríamos estar sufriendo distópicas sequías para 2050. Y sin duda, durarán más de 1 semana.

Por eso es que muchos países han hecho de la recolección de agua de lluvia una política pública.

Países como Alemania, China, Nueva Zelanda y Tailandia han implementado recolectores de lluvia, tanto en zonas urbanas como rurales. El caso de China es ejemplar, pues este masivo país sólo tiene 7% de las reservas de agua a nivel mundial. Por eso, desde la década de los años 90 se ha promovido la cosecha de agua, que ha beneficiado a más de 1 millón de personas.

Lamentablemente, en México aún no contamos con políticas similares. Al contrario: lo que ha avanzado –a pesar nuestro– es la privatización de este líquido. Y si algo demostraron las “fallas de ingeniería” durante los trabajos de reparación del sistema Cutzamala es la poca previsión y el poco cuidado que nuestros gobernantes destinan a un tema tan delicado como lo es el derecho al agua. Ante esto, sin duda, es urgente que nos emancipemos.

 

Volvamos a ser la ciudad del agua

Existe en México un precioso proyecto llamado Isla Urbana, cuyo lema es “lluvia para todos”. Su director, Enrique Lomnitz, vivía en Estados Unidos, pero regresó a México para contribuir a la sustentabilidad en el país.

El sistema de Isla Urbana es muy sencillo. Consiste en aprovechar el techo de tu casa para recolectar el agua de lluvia. Ésta es canalizada en un bajante y depositada en un tanque –llamado Tlaloque–, el cual cuenta con redes que filtran el agua. Luego llega a la cisterna, se le agrega cloro y se sedimenta para extraer el agua más limpia. Con un filtro adicional, el agua es apta incluso para beber.

Isla Urbana ya ha cosechado más de 1 millón de litros de agua.

En México, se puede recolectar agua durante 7 meses al año.

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Pero eso no es todo: si captáramos todos el agua de lluvia, evitaríamos la saturación del drenaje e impediríamos las graves inundaciones que cada año colapsan la ciudad. Así que todo indica que, como dice Lomnitz, tenemos que volver a ser una ciudad de agua, como lo fuimos hace siglos.

Y eso es lo que Isla Urbana pretende: instalar masivamente sus captadores pluviales para satisfacer 50% de la demanda de agua en la ciudad, terminando con la prematura escasez que ya muchos experimentan y aliviando la demanda insustentable que nos llevará muy pronto a una sequía permanente. Y que, por cierto, también está acelerando el hundimiento de la ciudad, debido a la extracción de aguas profundas.

Así que, si alguna lección nos dejo el megacorte es que es urgente cosechar lluvia, así como cuidar del líquido. Por ahora, puedes construir tu propio recolector de lluvia con un sistema más modesto que el de Isla Urbana, pero que te proveerá de agua para las labores domésticas mientras contribuyes al ahorro y aprovechamiento de la lluvia. Aunque también puedes checar el catálogo de Isla Urbana y ver si alguno de sus productos se adapta a tu presupuesto.

Y ya que estamos aquí: si tuviste que modificar algunos hábitos debido al megacorte, te proponemos que los mantengas para contribuir al ahorro del agua. Y asimismo, que conozcas algunas simples acciones que te pueden ayudar a ahorrar mucha, pero mucha agua. Porque volvernos una ciudad sustentable depende también de microacciones cotidianas.

 

ecoosfera.com