Escondido en la región más septentrional de Kenya, junto a la frontera con Etiopía, se encuentra el lago Turkana, el lago desértico más grande del mundo. Se trata de una región donde la pobreza está muy extendida. Las infraestructuras son casi inexistentes, solo se puede acceder por caminos de tierra y sin asfaltar, e incluso para los camiones, se trata de un auténtico desafío.
El aislamiento de la región, sin embargo, tiene implicaciones diferentes para el lago Turkana y sus peces. Ambos permanecen relativamente infrautilizados. La población rural y las comunidades nómadas de esta zona han sufrido el impacto de temporadas de sequía más largas, y otros cambios en el clima. Por eso buscan ahora en el lago un medio de vida y han comenzado a pescar la perca del Nilo, una especie lacustre que puede crecer hasta dos metros de longitud. Una vez capturado, el pescado por lo general se filetea y se transporta a Kitale, donde se procesa y envía por todo el país, y también al extranjero.
Debido a que el pescado resulta fileteado, la piel en gran parte no se usa o se vende a bajo precio como fertilizante o pienso para animales. En general, se desperdicia entre el 30% y el 70% del pescado: algunas partes -como la cabeza, vísceras y la espina-, a menudo se subestiman, incluso si tienen un alto contenido de micronutrientes.
La piel de pescado está ganando aceptación para ser usada como cuero. Tiene varias ventajas: ofrece un patrón natural único, absorbe bien los colores y es más ligera -pero más duradera- que el cuero de vaca. Los productos adicionales añaden también valor a las capturas, ofreciendo precios más altos a los pescadores y creando empleo local alternativo para la comunidad, en especial para las mujeres y los jóvenes. ©FAO/Luis Tato
Pero algunas empresas, como Victorian Foods y otras iniciativas similares, empiezan a encontrar una utilidad para uno de estos subproductos: la piel. La piel de pescado está ganando aceptación para la obtención de cuero. Aunque el cuero de pescado es relativamente nuevo en el mercado, ofrece varias ventajas. Cada piel tiene un patrón natural único, y la piel de perca, por ejemplo, absorbe muy bien los colores. El material resultante es también mucho más ligero que, por ejemplo, el cuero de vaca.
Además, el gran tamaño de la perca del Nilo significa que las pieles son más grandes en comparación con la mayoría de las otras pieles de pescado. La alineación de la piel de perca (entrecruzada en lugar de paralela) significa además que el material resultante es el segundo tipo más fuerte de cuero, y la ropa y los accesorios confeccionados con ella son genuinos y muy duraderos.
En la fábrica de Kitale, trabajadores cualificados filetean ahora el pescado de manera que la piel se conserve lo mejor posible. Estos trabajadores, conocidos como “desolladores”, han adquirido una elevada capacitación en su labor. Para preservar su aspecto natural durante el proceso de curtido, las pieles deben quitarse correctamente.
Una vez que los desolladores han realizado su trabajo, la piel de los pescados se lava y se escurre antes de pasar por las distintas etapas: encalado, decolorado, desencalado, rendido, desengrasado y decapado. Posteriormente, el proceso de curtido comienza a convertir la piel de pescado en cuero. A continuación, viene el teñido y el acabado.
Los productos adicionales obtenidos de los pescados capturados localmente agregan valor a las capturas, ofreciendo precios más altos a los pescadores y creando empleos locales alternativos para la comunidad. El objetivo de Victorian Foods es garantizar que el 60% de las personas que trabajan en la elaboración de cuero de pescado sean mujeres y jóvenes locales, dos sectores de la población que sufren un elevado nivel de desempleo.
“Veo un enorme potencial, considerando que solo en África oriental tenemos varios lagos de agua dulce en el Valle del Rift. El lago Victoria es bastante grande, y está compartido por tres países. El lago Turkana es también bastante extenso, por lo que veo un gran potencial en Kenya y los países vecinos”, afirma el Director general de Victorian Foods en Kitale, James Ambani.
Pescadores en el lago Turkana. A través de su iniciativa “Crecimiento azul”, la FAO ayuda a crear comunidades pesqueras y costeras prósperas. 59,6 millones de personas trabajan directamente en la pesca y la acuicultura, y cerca de 200 millones están empleados a lo largo de toda la cadena de valor. @Miro May/Picture Alliance/DPA Picture-Alliance/AFP Image Forum
La “moda azul” es un sector emergente en la economía azul, ya que la industria de la moda es una de las industrias más exigentes en recursos del mundo. En este sentido, “la moda azul” y sostenible se basa en el uso de materias primas y subproductos marinos para desarrollar alternativas sostenibles para este sector.
El 27 de noviembre, con motivo de la Conferencia sobre Economía Azul Sostenible en Nairobi, la FAO se ha asociado con la Cooperación del Atlántico Norte (NORA) y el Consejo de Moda de la Commonwealth en un desfile de “moda azul”. Victorian Foods ha sido seleccionado como el proveedor oficial de cuero de pescado de Kenya, y se pidió a los diseñadores de moda africanos que crearan piezas de firma inspiradas en los mares y lagos. Esas creaciones se darán a conocer en el desfile de modas.
Uno de los diseñadores del panorama de la moda keniana que participa en el desfile es Jamil Walji. Nacido en Kenya, Walji viajó recientemente a Kitale, donde supervisó la producción del cuero de pescado que utilizará para sus creaciones. Para él, fue toda una inspiración: “Diseñar con cuero de pez ha sido para mí una experiencia emocionante ya que, para mi sorpresa, resulta duradero, fuerte y tiene formas y tamaños interesantes… Me inspiré mucho en todo el proceso durante mi visita a Kitale. Me hizo apreciar más el producto. Las reacciones de mis clientes a esta moda sostenible mostraban su asombro. Me preguntaban: ¿cuero de pescado? ¿Por qué nunca había oído hablar de esto? Es algo tan diferente que dispara mi imaginación”.
La FAO es un firme partidario y socio en la creación de comunidades pesqueras y costeras prósperas. 59,6 millones de personas trabajan directamente en la pesca y la acuicultura, y cerca de 200 millones de personas están empleados a lo largo de toda la cadena de valor, desde la pesca hasta la distribución. A través de su Iniciativa de Crecimiento Azul, la FAO enfatiza la conservación y la gestión sostenible con la premisa de que los ecosistemas oceánicos saludables son vitales para tener economías productivas y duraderas basadas en el océano. La iniciativa promueve y protege los ecosistemas esenciales y la biodiversidad del “Mundo Azul” en beneficio de las comunidades que dependen de la pesca y sus industrias relacionadas para su alimentación y sus medios de vida.
La FAO ha creado herramientas como las Directrices voluntarias para los sistemas de documentación de las capturas y el Acuerdo sobre medidas del Estado rector del puerto para eliminar las prácticas nocivas y, en su lugar, incentivar enfoques que promuevan el crecimiento, mejoren la conservación, creen pesquerías sostenibles y pongan fin a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
La “moda azul” es una forma más innovadora de apoyar a las comunidades pesqueras, mientras se reduce el desperdicio y se ofrecen alternativas sostenibles a la industria de la moda. Reforzar los medios de vida de los millones de personas involucradas en el sector pesquero y crear una economía azul sostenible significa trabajar por un mejor futuro de la alimentación y por un mundo sin hambre.