Los hongos son un vibrante reino natural que nos sigue intrigando. Sabemos que con ellos podemos curarnos, alimentarnos y hasta salvar a las abejas de la extinción. Y también que algunos son venenosos –incluso mortales–, mientras que otros abren compuertas desconocidas de nuestra psique. Pero tan sólo en México existen más de 100 mil tipos de hongos, de los cuales únicamente han sido estudiados 3 mil.
Esto quiere decir que aún desconocemos muchísimo de los hongos: esos seres que el profesor Gerrt Wright llama “químicos notables”, ya que producen moléculas que aún no es posible reproducir en un laboratorio.
No obstante, también sabemos otra cosa: que los hongos fueron una de las primeras formas complejas de vida.
Hace aproximadamente 400 millones de años, la Tierra estuvo poblada por hongos gigantes que medían hasta 9 metros de alto. Estos hongos prehistóricos, como los de hoy en día, también extraían los nutrientes de la tierra, lo que favoreció la formación del suelo. De esta forma también proporcionaron minerales esenciales para las plantas terrestres, los cuales permitieron a éstas expandirse y volver verde al planeta.
Esto fue esencial para la evolución… pero se trata de un hallazgo sobre el que aún se sabe muy poco.
El primer fósil de hongo gigante, llamado Prototaxites, fue descubierto en Canadá en 1859 –país donde, por cierto, existe una sinfonía multicolor de hongos endémicos–. Pero en aquel entonces, los paleontólogos no pudieron descifrar la anatomía del extraño fósil en forma de espina. Fue así que, según la University of Chicago, el misterio sobre qué era el Prototaxites permaneció activo durante 130 años, tiempo durante el cual la comunidad científica siguió debatiendo si el fósil era realmente un hongo prehistórico, un tipo de árbol primigenio o un alga.
No fue sino hasta 2007 que un estudio concluyó que el Prototaxites sí era un hongo prehistórico, ya que diversos estudios sobre nuevos fósiles ayudaron a concluir que esta especie careció de fotosíntesis y, contrario a las plantas, absorbía su carbono de fuentes distintas a la de la atmósfera. Sin embargo, aunque este organismo fue catalogado como parte del reino fungi, el verdadero hongo sólo estaba bajo tierra, en forma de filamentos.
¿De qué servía entonces la estructura gigante del Prototaxites? Ese es uno de los tantos misterios que aún falta esclarecer. Algunas hipótesis apuntan a que el Prototaxites es una especie de híbrido de hongo y líquen; pero lo que es seguro es que estos ancestros de los hongos fueron esenciales en la evolución, y demuestran que sin el reino fungi ni siquiera existiríamos.
Así, esto nos recuerda algo que solemos olvidar: todo empieza y acaba con los hongos. Son ellos el ciclo primigenio de la vida.
*Imágenes: 1) Blender; 2) Edward Weston; 3) cc