Los pueblos nativos de Yukon, un territorio nacional al noroeste de Canadá, están trabajando para que sus jóvenes y las generaciones futuras vivan en armonía con la naturaleza, y para darlo a conocer la integrante del pueblo Champagne and Aishihik First Nations, Jocelyn Joe-Stack, está de visita por varias ciudades europeas.

Joe-Stack ha dado una charla esta semana en Casamérica de Madrid, y, en entrevista a EFE, explica que el cambio climático “es muy real y la Tierra nos está alertando”, y añade, en el Yukon “tenemos grandes glaciares, pero todo el sistema hidrológico está cambiando, los inviernos son más cálidos y los animales se están viendo afectados”.

Jóvenes y naturaleza

La integrante de este territorio, uno de los tres que junto a otras diez provincias constituyen Canadá, señala que junto al cambio climático, el tipo de consumo actual está alejando cada vez más a sus jóvenes de la naturaleza y su relación con los animales.

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La integrante del pueblo Yukon (Canadá), Jocelyn Joe-Stack. EFE/Lourdes Uquillas

En su cultura, explica, “los animales y las personas tienen el mismo estatus. En nuestra historia, la tierra es dinámica ante cualquier cambio, por lo que es un reto afrontar los cambios que estamos viendo en el planeta”.

“No rechazamos nuestra contribución al calentamiento global, pero debemos cambiar el ritmo, el aire es más tórrido, y nuestra gente está perdiendo su habilidad para convivir con los animales en armonía”, dice, y señala “es necesario ir más lento en este mundo”.

Y sabe bien lo que dice, porque este territorio que limita al norte con el Océano Ártico, al este con Territorios del Noroeste, al sur con Columbia Británica y al oeste con Alaska (Estados Unidos), precisamente vio alterada su naturaleza con la llegada de miles de buscadores de oro allá a finales del siglo diecinueve y, posteriormente, con la construcción de una carretera para unirles hacia occidente.

“Sufrimos mucho con la colonización”, asegura Joe-Stack, y explica que se les arrebató del territorio, fueron trasladados a campamentos donde sufrieron la pérdida de usos, costumbres y la lengua originarias, ya que los niños fueron escolarizados en otro idioma que no era el suyo.

Hartos de los atropellos que sufrían y de verse alejados de su territorio, cuenta que en los años setenta su padre y otros integrantes de su pueblo viajaron a Ottawa a entablar conversaciones con las autoridades canadienses para recobrar sus derechos.

“Tardaron veinte años en cuajar esas conversaciones”, explica, y añade que “lograron que su Constitución tenga el mismo valor que la canadiense, y, además, que tengamos la capacidad de gobernar sobre los aspectos que les afecta directamente como pueblo, como en temas de agua”.

Implementan sus propias leyes, como por ejemplo las relacionadas con el agua, la justicia, la tierra y nuestra gente, explica.

Este es un acuerdo modelo y único de las comunidades indígenas en todo el mundo, dice, y asegura “logramos un marco de colaboración y el manejo de nuestras tierras y recursos , trabajamos con los Gobiernos de Yukon y con el de Canadá”.

“Tenemos nuestra propia capacidad para gobernarnos, conservar nuestro idioma, nuestra tierra y cultura. Lo que fomentamos es crear el bienestar de las nuevas generaciones para evitar el tipo de desarrollismo que ha traído como consecuencia el cambio climático y el calentamiento global. Trabajamos por nuestros hijos para que vivan en armonía con la naturaleza”.

Garantías para las futuras generaciones

Por ello, “queremos garantizar a las generaciones futuras una vida en armonía con el medio natural”, señala, y asegura que durante su gira por España, Francia, Alemania y Suecia, pretende dar a conocer su cultura y fomentar otras formas de vida posibles porque “es necesario volver a la armonía natural y con nosotros mismos”, asevera.

“Es necesario volver a vivir en la sostenibilidad con el medio natural que se ha perdido en el planeta”, alerta esta mujer nativa del pueblo de Champagne y Aishihik First Nations, que va ataviada con una pluma blanca en su cabeza y pendientes y colgantes elaborados con unos pequeños huesesillos blancos y no deja de sonreir.

“Fomentamos empresas sostenibles y que recuperen las tradiciones a la par de la prosperidad. Vivimos bien y somos felices, siempre sonreímos. Tenemos prosperidad que lleva a la felicidad, sin estar preocupados por el dinero como motor del desarrollo”, dice.

“Cuando mis antepasados negociaron con el Gobierno se preocuparon de asegurar e incrementar nuestro bienestar y educación, pero con nuestras propias sistemas. Ahora tenemos nuestros propios planes, pero son experimentales porque son los primeros, así que es un experimento.
Actualmente estamos volviendo de ese viaje sanador postcolonial”.

Explica que la “prioridad en este plan es lograr el bienestar de la gente, y conforme la gente logre ese bienestar personal podrá estar bien con la Tierra. Actualmente hacemos daño a la Tierra, pero si la cuidamos todos pueden sacar provechos de ella”.

Cree que mucha población en la humanidad “no se encuentra bien, de ahí que hay altas tasas de suicidio, depresión. Y es porque la gente busca trabajar mucho, la productividad, crear una vida de lujo. Pero hay que trabajar en el sentido de que las nuevas generaciones crezcan pensando que el bienestar no se mide por lo que tenga, si no por su conexión y armonía con la naturaleza”.

“Toda la humanidad puede lograr esto, beneficiarse de estar bien interiormente, asevera, y añade
“hos hemos olvidado de escuchar a nuestra conciencia y continuamos dando valor a cosas como el oro, el dinero, con una sociedad del usar y tirar”.

La visita a España no es gratuita, los primeros visitantes europeos que llegaron al Yukon, precisamente, fueron españoles allá por el siglo XVI, y ese territorio tan lejano formó entonces -junto con la provincia de Columbia Británica- parte del Virreinato de la Nueva España. EFEverde