Ante el aumento de las temperaturas medias mundiales, los animales marinos son mucho más vulnerables a la extinción que sus homólogos terrestres, según un nuevo análisis de más de 400 especies de sangre fría.
Según una nueva investigación publicada en la revista Nature, las especies marinas están desapareciendo de sus hábitats al doble de la velocidad que las especies terrestres, ya que tienen menos maneras de refugiarse del calentamiento.
El estudio, dirigido por investigadores de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, es el primero que compara los impactos del aumento de las temperaturas en mar y en tierra en una serie de animales salvajes de sangre fría, como peces, moluscos, lagartos y libélulas.
Aunque investigaciones anteriores han sugerido que los animales de sangre caliente se adaptan mejor al cambio climático que los de sangre fría, este estudio insiste en el especial peligro que corren las criaturas marinas. A medida que los océanos absorben el calor atrapado en la atmósfera debido a la contaminación del dióxido de carbono y calientan las aguas hasta las temperaturas más altas en décadas, los habitantes submarinos no tienen el lujo de poder refugiarse en un lugar a la sombra ni en una madriguera.
«Los animales marinos viven en un ecosistema donde, históricamente, la temperatura no ha cambiado mucho», explica Malin Pinsky, ecólogo y biólogo evolutivo de Rutgers que dirigió la investigación. «Es como si los animales marinos condujeran por una estrecha carretera de montaña con barrancos de temperatura a cada lado».
Márgenes estrechos de seguridad
Los científicos calcularon «márgenes de seguridad térmicos» de 88 especies marinas y 318 especies terrestres y determinaron cuánto calentamiento podrían tolerar y cuánta exposición tienen a esos umbrales de calor. Los márgenes de seguridad eran más estrechos cerca del ecuador para los animales marinos y cerca de latitudes medias para los terrestres.
Para muchos, ya hace demasiado calor. En los límites cálidos de las áreas de distribución de las especies marinas, el estudio determinó que más de la mitad habían desaparecido de sus territorios históricos como consecuencia del calentamiento. El ritmo de estas extinciones locales es el doble del observado en tierra.
«Estos impactos ya están ocurriendo. No es un problema abstracto del futuro», afirma Pinsky.
Los estrechos márgenes de seguridad de los animales marinos tropicales, como los peces damisela y los peces cardenales, son de una media de 10 grados Celsius. «Eso parece mucho, pero lo importante es que las poblaciones se extinguirán mucho antes de experimentar 10 grados de calentamiento», afirma Pinsky.
Añade que incluso un aumento de un grado o medio grado puede causar problemas a la hora de encontrar alimento y reproducirse, entre otros efectos devastadores. Aunque algunas especies podrán migrar a territorios nuevos, otras —corales y anémonas de mar, por ejemplo— no pueden moverse y se extinguirán.
Un mayor impacto
«Es un estudio muy impactante porque aporta datos sólidos que respaldan la suposición de que los sistemas marinos son unos de los más vulnerables al calentamiento climático», afirma Sarah Diamond, ecóloga y profesora adjunta de la Universidad de la Reserva Case Western en Cleveland, Ohio, que no participó en la investigación. «Es importante porque no pueden pasarse por alto los sistemas marinos».
Aunque la mayoría de los humanos son marineros de agua dulce, gran parte de nuestros alimentos y puestos de trabajo están vinculados a economías marinas. Pinsky cita especies como el fletán o la almeja de Islandia, que han desaparecido de sus hábitats históricos y son importantes para las pesquerías.
Además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, sostiene que detener la sobrepesca, reconstruir las poblaciones afectadas por la sobrepesca y limitar la destrucción de los hábitats marinos podría contribuir a hacer frente la desaparición de especies.
«Establecer redes de áreas marinas protegidas que actúan como escalones por los que se desplazan especies hacia latitudes más altas podría ayudarlas a soportar el cambio climático en el futuro», añade.
Más allá del mar
Alex Gunderson, profesor adjunto de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans que no participó en el estudio, señala que la investigación de Rutgers refleja la importancia de medir los cambios de temperatura y la forma en que afectan a los animales.
Y eso incluye a los que viven en tierra.
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