El plástico es tan común en nuestras vidas que ya no lo notamos. Es práctico. Barato. Omnipresente. La triste realidad es que más del 70% del plástico que usamos no se recicla, y gran parte de esta basura es arrastrada a nuestros océanos desde las playas o acaba en los ríos a partir de nuestras calles. Se calcula que en la actualidad flotan en nuestros océanos unos 5 billones de fragmentos de plástico.

La mayoría de los plásticos se pueden ver fácilmente, pero hay otro tipo de plástico que penetra en nuestros ecosistemas y que puede pasar fácilmente desapercibido. Se trata de los microplásticos, pequeñas partículas y fibras de plástico que por lo general miden menos de 5 mm.

Originalmente, los microplásticos eran el resultado de la descomposición física de plásticos más grandes, como bolsas de plástico, envases de alimentos o cuerdas. Sin embargo, más recientemente, ha habido un aumento en la fabricación de microplásticos, como microesferas, polvos y abrasivos domésticos o industriales. Este fenómeno ha fomentado la aparición de los plásticos en nuestro entorno y en nuestros mares.

Ya se han encontrado microplásticos en varios tipos de alimentos humanos (p.ej. cerveza, miel y sal de mesa). Sin embargo, la mayoría de los estudios científicos han examinado los microplásticos en los alimentos que provienen del mar. Aunque los filetes de pescado y el pescado de gran tamaño son dos de los principales productos pesqueros que consumimos, no constituyen una fuente importante de microplásticos porque el intestino –donde se encuentran la mayoría de estas partículas– no suele comerse. Las especies de peces pequeños, crustáceos y moluscos, por otro lado, a menudo se comen enteros. Estos son motivos potenciales de preocupación cuando hablamos de nuestra exposición a través de la diesta a los microplásticos y a sustancias químicas asociadas. Hasta ahora, las implicaciones de los microplásticos para la salud humana parecen insignificantes. Sin embargo, es necesario continuar investigando.

Independientemente de los hallazgos, ya sabemos que nuestro uso del plástico está aumentando y está dañando los ecosistemas marinos. Los delfines y las ballenas se quedan atrapados en redes de plástico desechadas; las tortugas se comen las bolsas de plástico y mueren por la obstrucción de sus sistemas digestivos. Los animales marinos están muriendo a causa de nuestra basura. Pero podemos cambiar la tendencia en el uso del plástico.

Los microplásticos son pequeñas partículas o fibras de plástico que en general miden menos de 5 milímetros. Originalmente, los microplásticos eran el resultado de la descomposición de plásticos más grandes, como bolsas de plástico o envases de alimentos. De forma más reciente, ha aumentado la fabricación de microplásticos, como microesferas, polvos y abrasivos domésticos o industriales. Izqda: ©Alexei Zatevakhin/shutterstock.com; Dcha: ©Tatevosian Yana/shutterstock.com

He aquí 5 maneras de reducir nuestra dependencia de los macro y microplásticos: 

1. Evita los plásticos de un solo uso

El 90% del plástico que usamos en nuestra vida diaria es plástico desechable o de un solo uso: bolsas de comestibles, envolturas plásticas, bolsas autocerrables, tapas para vasos de café… Los plásticos de un solo uso son particularmente dañinos si se tiene en cuenta que una sola bolsa de plástico puede tardar mil años en degradarse. Estos plásticos también pueden degradarse en microplásticos, partes más pequeñas que a menudo los mamíferos, aves o peces confunden con alimentos. Simplemente darnos cuenta del predominio del plástico en nuestras vidas es el primer paso para reemplazar los plásticos de un solo uso con opciones reutilizables: bolsas de tela, recipientes de vidrio, cubiertos metálicos, tazas de cerámica.

2. Aprende a reconocer los microplásticos disfrazados 

Muchos cosméticos y productos de belleza contienen microesferas exfoliantes que en realidad son pequeñas perlas de plástico. Estos microplásticos pueden parecer inofensivos, pero precisamente gracias a su tamaño logran pasar a través de las plantas de tratamiento de agua y terminar en el océano, donde los peces a menudo los confunden con comida. En su lugar, prueba exfoliantes naturales, como avena o sal.

3. Lleva una botella de agua reutilizable

Las botellas desechables de agua y de refrescos son unos de los mayores culpables de los residuos plásticos. En 2016 se vendieron en todo el mundo más de 480 000 millones de botellas de plástico para beber. Si se colocasen una junto a otra, ¡llegarían a más de la mitad de la distancia de la Tierra al sol! En su lugar, usa botellas reutilizables. En lugares donde el agua es inocua para beber, puedes rellenar tu botella fácilmente.

4. Di no a los cubiertos de plástico y pajitas, y reduce los envases

A veces nos dan plástico sin siquiera pedirlo. Rechaza la oferta de usar una pajita. Pide a los restaurantes que empaqueten tus alimentos en menos envases para llevar. Diles que no necesitas cubiertos de plástico, y usa tus propios cubiertos reutilizables.

5. Recicla 

Esto puede parecer obvio, pero la mayoría de los plásticos que utilizamos no son reciclados. Cuando exista la opción, asegúrate de que el plástico que utilizas se recicla, pero recuerda que es más fácil evitar el desperdicio que gestionarlo.

El consumo de pescado casi se ha duplicado desde la década de 1960. Nuestra demanda de alimentos del mar aumenta, a pesar de que estos recursos están cada vez más amenazados. ©Pixinoo/shutterstock.com

El fomento de prácticas sostenibles en los océanos, los ríos, la pesca y la piscicultura es una prioridad para la FAO. Se estima que entre el 10 y el 12 por ciento de la población mundial depende de la pesca y la acuicultura para su subsistencia. El consumo per cápita de pescado ha aumentado de 10 kg en la década de 1960 a más de 20 kg en 2016, lo que significa que la demanda de alimentos del mar está aumentando, a pesar de que estos recursos están cada vez más amenazados. ¿Merecen realmente las ventajas del plástico poner en juego el futuro de nuestros océanos y de la vida marina? Protejamos nuestros lagos, ríos y océanos de la contaminación y su impacto en la vida acuática.

Hay muchos factores –como la reducción del plástico–, que juegan a favor de un futuro con seguridad alimentaria. Todos dependemos de alimentos inocuos, saludables y nutritivos, y el pescado es un componente importante de las dietas saludables y de la seguridad alimentaria en todo el mundo. La buena noticia es que nuestras acciones pueden mejorar las cosas. Todos podemos ayudar a crear un mundo #HambreCero para 2030.

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