Leo Messi, quién si no, ha sido protagonista del derbi correspondiente a la 14ª jornada de Liga. El crack dio la vuelta al partido con dos golazos justo antes y justo después del descanso. Desatascaba así un primer tiempo poco agradable con un Espanyol rocoso, conservador y que se ha adelantado al principio. Los periquitos resistieron 45 minutos. En la segunda parte han sucumbido ante un Barça crecido y abrigado por su ’10’, nuevamente trigoleador.
La reanudación estuvo acompañada de polémica. Neymar enfilaba el camino del área cuando Bailly le ha hecho caer siendo último hombre. La acción no ha sido sancionada y el Camp Nou se ha encendido. Pero de la indignación se pasó al éxtasis en un visto y no visto. El causante, su ídolo. En el minuto 50, Messi se apuntaba el 2-1 con un túnel y un lanzamiento con la derecha. El argentino había hecho lo más difícil. Sacrificado en defensa e imperial en ataque, había derrumbado el muro con dos jugadas excepcionales. Sin tiempo para que el Espanyol se levantara, Piqué marcaba el tercero al cabecear un centro de córner (min 53).
El Barça, con carácter, respiraba, mientras que el Espanyol, por fin, se abría. Ahora sí, el conjunto azulgrana, en plena mejora colectiva, encontraba huecos. No tenía nada que ver con el primer tiempo. La entrada de Iniesta dotaría de aún más control al fútbol culé, agresivo en la recuperación. Jugaban a placer los locales, eso sí, sin hacer intervenir demasiado a Casilla. Y lo han tenido fácil para marcar el 4-1, obra de Pedro tras un pase larguísimo de Jordi Alba (min 78). El canario también participaría en el quinto, obra del omnipresente Messi. Una nueva actuación superlativa del argentino en un derbi convertido en festival culé.