En los últimos años, se han detectado repetidamente partículas microplásticas en el mar, el agua potable e incluso en animales.
Pero estas partículas diminutas también son transportadas por la atmósfera y posteriormente eliminadas del aire, especialmente por la nieve, e incluso en regiones tan remotas como el Ártico y los Alpes.
Este último dato lo ha demostrado un estudio realizado por expertos del Instituto Alfred Wegener, del Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina, en Alemania, publicado en la revista ‘Science Advances’.
Gracias al movimiento de las olas, y aún más a la radiación UV del sol, la basura se descompone gradualmente en fragmentos cada vez más pequeños, lo que se conoce como microplástico.
Este microplástico se puede encontrar en sedimentos marinos, en agua de mar y en organismos marinos que lo ingieren inadvertidamente. En comparación, hasta la fecha se ha realizado poca investigación sobre si las partículas microplásticas son transportadas por la atmósfera y si es así en qué medida.
El hecho de que nuestros océanos estén llenos de basura plástica se ha convertido en conocimiento común: año tras año, varios millones de toneladas llegan a ríos, aguas costeras e incluso a las profundidades del Ártico.
Solo un puñado de trabajos están disponibles, por ejemplo, de investigadores que pudieron confirmar la presencia de partículas en los Pirineos y cerca de los principales centros urbanos en Francia y China.
Un equipo de expertos del Instituto Alfred Wegener ha descubierto que las partículas de microplásticos aparentemente pueden ser transportadas a distancias tremendas por la atmósfera y luego son eliminadas del aire por precipitación, particularmente nieve.
Como el equipo dirigido por la doctora Melanie Bergmann y el doctor Gunnar Gerdts informan, los análisis que realizaron en muestras de nieve de Helgo-land, Baviera, Bremen, los Alpes suizos y el Ártico confirman que la nieve en todos los sitios contenía altas concentraciones de microplásticos, incluso en zonas remotas del Ártico y en la nieve sobre témpanos de hielo a la deriva.
«Es evidente que la mayoría del microplástico en la nieve proviene del aire», asegura Melanie Bergmann. Su hipótesis está respaldada por investigaciones anteriores realizadas sobre granos de polen, en las que los expertos confirmaron que el polen de las latitudes medias es transportado por el aire al Ártico.
Estos granos son aproximadamente del mismo tamaño que las partículas microplásticas y del mismo modo, el polvo del Sahara puede cubrir distancias de 3.500 km o más llegando al Atlántico nororiental.
Los investigadores de AWI encontraron la concentración más alta en muestras recolectadas cerca de un camino rural en Baviera: 154.000 partículas por litro. Incluso la nieve en el Ártico contenía hasta 14.400 partículas por litro.
Los tipos de plástico encontrados también variaron mucho entre los sitios de muestreo: en el Ártico, los investigadores encontraron principalmente caucho de nitrilo, acrilatos y pintura, que se utilizan en una gran cantidad de aplicaciones. Dada su resistencia a varios tipos de combustible y su amplio rango de temperatura, el caucho de nitrilo se usa a menudo en juntas y mangueras.
Las pinturas que contienen plástico se utilizan en varias áreas diferentes, por ejemplo, para recubrir las superficies de edificios, barcos, automóviles y plataformas petrolíferas en alta mar. Cerca del camino rural en Baviera, las muestras contenían especialmente varios tipos de caucho, que se utilizan en innumerables aplicaciones, como los neumáticos de automóviles.
Un aspecto intrigante del estudio AWI son las concentraciones de microplásticos encontradas, que son considerablemente más altas que las de los estudios realizados por otros investigadores, por ejemplo, en depósitos de polvo.
Según Gunnar Gerdts, esto podría deberse a una de dos razones: «En primer lugar, la nieve es extremadamente eficiente cuando se trata de lavar microplásticos de la atmósfera. En segundo lugar, podría deberse a la espectroscopía infrarroja que utilizado, lo que nos permitió detectar incluso las partículas más pequeñas, hasta un tamaño de solo 11 micrómetros».
A la luz de las realidades meteorológicas, los expertos de AWI están convencidos de que una gran parte del microplástico de Europa, y aún más en el Ártico, proviene de la atmósfera y la nieve. Según Melanie Bergmann «esta ruta de transporte adicional también podría explicar las altas cantidades de microplásticos que hemos encontrado en el hielo marino del Ártico y en las profundidades del mar en estudios previos».
Por último, hay otra pregunta clave que motiva su trabajo. «Hasta la fecha, prácticamente no hay estudios que investiguen hasta qué punto los seres humanos están afectados por la contaminación por microplásticos». Además, la mayoría de las investigaciones se han centrado en cómo los animales o los seres humanos absorben el microplástico de lo que comen.
Como explica Bergmann, «una vez que hemos determinado que grandes cantidades de microplásticos también pueden ser transportados por el aire, naturalmente surge la pregunta de si y cuánto plástico estamos inhalando. Los hallazgos más antiguos de la investigación médica ofrecen puntos prometedores de partida para trabajar en esta dirección».
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