Los Nacionales conquistaron su primera Serie Mundial con una remontada dramática para coronarse en el primer Clásico de Otoño en el que el equipo visitante ganó todos los partidos. Posiblemente ningún otro club de Grandes Ligas entiende más que Washington que un campeón es recordado por siempre. Son muchos los equipos que apuntan a un futuro incierto en lugar de entregarse de lleno a ganar en el presente.
Pero los capitalinos se dieron cuenta de que su mejor oportunidad para ganar era ahora mismo y fueron por todo. Siguieron el plan y alcanzaron la meta, lo cual es motivo para celebrar su éxito … y alimentar la esperanza de que otros equipos hagan lo mismo.
Durante los últimos años, muchos equipos que “jugaron todas sus fichas” han fracasado. Los Tigres invirtieron en veteranos y se desprendieron de jóvenes, con la esperanza de ganar con un núcleo de jugadores en las fases finales de sus carreras. No dio resultados y Detroit ha pagaso las consecuencias.
Los Marineros pasaron por algo similar, mientras que los Gigantes y — hasta cierto punto — los Filis sufrieron para mantener sus exitosos núcleos con las intenciones de exprimir otro título. Todos han tenido que empezar de nuevo luego de quedarse corto y de muchas maneras, todavía no se han recuperado. Y el hecho de que nunca ganaron incide en sus estrategias: Nadie quiere comprometerse de lleno y no ganar. Se han convertido en ejemplos de lo que no se debe hacer.
Pero los Nacionales nos han permitido ver lo que sucede cuando el plan rinde dividendos. Los capitalinos estaban conscientes de que después del 2018 probablemente perderían a Bryce Harper y que al año podrían quedarse sin Anthony Rendón y Stephen Strasburg. (Eso todavía no es un hecho y se puede argumentar que deberían de hacer un esfuerzo por retener a ambos.) Posiblemente fue un sentimiento de ponerle punto final a una etapa, puede ser que fue el persistente dolor de los fracasos pasados o puede ser que decidieron avanzar a toda velocidad y ver qué sucedía. Pero Washington no dudó a la hora de armar a este equipo.
Observen lo que los capitalinos cedieron para llenar algunos de los vacíos. Cuando necesitaban a un bateador para encabezar la alineación con una sólida defensa en las praderas, adquirieron a Adam Eaton por medio de un cambio con los Medias Blancas en el 2016. Enviaron a Chicago piezas de gran valor, incluyendo a Lucas Giolito, quien fue uno de los mejores abridores en la Liga Americana esta campaña. (¿Se imaginan si el derecho hubiera sido parte de la rotación de los Nacionales?)
El bullpen por mucho tiempo fue una debilidad, por eso en la fecha límite de cambios del 2017 adquirieron a Sean Doolittle y Ryan Madson desde los Atléticos; luego vieron a Blake Treinen convertirse en un relevista de alto nivel y al peruano-venezolano Jesús Luzardo desarrollarse como uno de los mejores prospectos de pitcheo en Oakland. En un mundo de simples conclusiones, estos movimientos no fueron los ideales pensando a largo plazo. Pero los Nacionales estaban desesperados por un título y lo apostaron todo, cediendo futuras estrellas para lograrlo.
Los Nacionales tampoco se quedaron con los brazos cruzados tras la partida de Harper a Filadelfia. Washington firmó a Patrick Corbin, el abridor más cotizado en el mercado libre la temporada muerta pasada, pese a tener al as Max Scherzer por varios años y al otorgarle una extensión a Stephen Strasburg. Los capitalinos tuvieron muchas oportunidades para rendirse y pensar en una reconstrucción para el futuro. Hasta hubiera tenido sentido: Los jardineros dominicanos Juan José Soto y Víctor Robles, junto al torpedero Trea Turner pueden ser las piezas angulares para cualquier franquicia. Pero no pensaron en un futuro. Planearon para ganar ahora mismo. Nunca trataron de convencerse en pensar en teóricas glorias en el futuro a cambio de las que se podían alcanzar en el presente.
Por eso fueron recompensados el miércoles. Todos esos jugadores que agregaron o a queienes les otorgaron extensiones marcaron la diferencia. Eaton, Scherzer, Howie Kendrick — el excelente veterano utility que encajó en un club que no pensaba en “oportunidades de ser contendiente” — dieron la cara en momentos bastante cruciales.
En esta Serie Mundial, los Astros no respondieron a los golpes de los Nacionales; no tuvieron impresionantes remontadas, lucieron más como un conjunto que pensaba que podían ganar con sólo salir al terreno y no tuvieron respuestas cuando ese no fue el caso. Pero Washington jugó como si esta fuera su única oportunidad de ganar. Fue una actuación similar a la de los Reales del 2015, un club que tenía el presentimiento de que no iba a seguir junto por mucho tiempo. Los Monarcas ahora pasan por un momento difícil, pagando el precio de su éxito. Pero todos recuerdan al equipo campeón del 2015.
Los Nacionales no dejarán de tratar de ganar juegos. Cualquier equipo que cuente con Soto será un hueso duro de roer. Los capitalinos podrían retener a Rendón y Strasburg como podrían buscar otras piezas para reemplazarlos. No tendrán el mismo destino de los Reales. Pero han demostrado que cuando se presente la oportunidad, no pensarán en el futuro. Tratarán de ganar ahora mismo.
A los aficionados no les importa la eficacia. Valoran los triunfos. Valoran los títulos. Gracias a que entendieron eso, los Nacionales alzaron el trofeo este año.
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