Los estragos ambientales y de salud son escandalosos. El gobierno mexicano ha dado indicios de un abandono en la búsqueda de proyectos de energías renovables y continúa abriendo la puerta a una contaminación tóxica masiva. 

La refinería Dos Bocas, el nuevo proyecto de Petróleos Mexicanos (Pemex)en el municipio de Paraíso en Tabasco, está poniendo en riesgo la vida de los habitantes que la circundan. Recientes lluvias marcaron el inicio de los posibles daños; una inundación severa ahoga los hogares de los municipios cercanos y una afectación en el aire se vuelve latente.

Las redes sociales denunciaron las fuertes inundaciones de comunidades como el Ejido Madero, Lienzo Charro y Lázaro Cárdenas, señalando a la refinería Dos Bocas como la culpable de este fenómeno.

Estas construcciones suelen causar diversos cambios, y los habitantes explican que la elevación del terreno en el que se lleva a cabo la refinería ha dejado sus casas en un nivel más abajo. Ahora sus comunidades se convirtieron en el desagüe que evita que la excavación se inunde.ADVERTISING

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Este es uno de los peligros de las grandes construcciones petroleras. Es cierto que no todas las inundaciones son provocadas por la refinería, ya que el estado de Tabasco enfrentó potentes lluvias provocadas por el paso del frente frío número 7, pero el daño ahora es distinto y más potente para los que viven a su alrededor.

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La construcción de la refinería Dos Bocas y los daños ambientales 

El terreno parece presentar algunas dificultades para soportar la construcción. Las fotografías revelan que una barda provisional sostiene un inminente derrumbe. Las lluvias han atrasado la construcción y los habitantes ya han podido notar el impacto del proyecto.

Debemos reconocerlo: las refinerías son instalaciones contaminantes. En mayor o menor escala, todas producen detrimento en el entorno. La extracción del combustible fósil (crudo) para fabricar distintos productos se ha convertido en la droga comercial del mundo. Sin importar los problemas que provoque, se continúa su explotación, incluso después de la declarada emergencia climática que enfrentamos.

La contaminación del aire es uno de sus defectos; las emisiones de las refinerías exponen a las poblaciones cercanas a gases tóxicos. Pero los gases no son la única forma de contaminación: otras son los escapes de crudo, la quema de gas, las aguas residuales, la emisión de materiales tóxicos y otras que probablemente desconocemos.

No hace falta indagar mucho en las secuelas de estos proyectos, la finalidad de las refinerías es clara: la creación de productos de uso humano. No obstante, su construcción y producción parecen tener más impacto en el ser humano, en comparación con los nulos beneficios que ofrece su desarrollo.

Una especie de autosabotaje, un consumo que nos está consumiendo —valga la redundancia—. Estas refinerías son un daño que acaba con el planeta y con nosotros, y ello sucede más rápido de lo que queremos creer.

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