«La reducción del riesgo será crucial en nuestro empeño por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En el Día Mundial de Concienciación sobre los Sunamis, aliento a los gobiernos, las autoridades locales y el sector de la construcción a que trabajen en pro de un desarrollo en el que se tengan en cuenta los riesgos e inviertan en la resiliencia».
—Secretario General, António Guterres
Un riesgo que se puede reducir
Los sunamis son fenómenos poco frecuentes, sin embargo, pueden ser extremadamente mortales. En los últimos 100 años, 58 sunamis se han cobrado más de 260.000 vidas, un promedio de 4600 pérdidas humanas por desastre, superando cualquier otro riesgo natural. El mayor número de muertes se concentró en el sunami del Océano Índico de diciembre de 2004. Este sunami causó aproximadamente unas 227.000 muertes en 14 países; los más afectados fueron Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia.
Apenas tres semanas después, la comunidad internacional se reunió en Kobe, en la región de Hyogo de Japón, donde los gobiernos aprobaron el Marco de Acción de Hyogo para 2005-2015, el primer acuerdo mundial de gran alcance sobre la reducción del riesgo de desastres. Crearon, además, el sistema de alerta y mitigación de los efectos de los sunamis en el Océano Índico , que cuenta con decenas de estaciones de vigilancia sismológica y del nivel del mar y difunde las alertas a los centros nacionales de información de sunamis.
La rápida urbanización y el aumento del turismo en las regiones propensas a los sunamis expone a más personas al peligro. Eso convierte la reducción de riesgos en un factor clave para lograr una disminución sustancial de la mortalidad de desastres en el mundo, que es el objetivo primordial del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, adoptado en marzo de 2015 y relevo del Marco de Acción de Hyogo.
En diciembre de 2015, la Asamblea General designó el 5 de noviembre como Día Mundial de Concienciación sobre los Sunamis.
La creación del Día Mundial es una idea original de Japón, que, desafortunadamente, se ha visto expuesto a estos desastres en repetidas ocasiones a lo largo de los años. Este país tiene una gran experiencia en áreas tales como la alerta temprana de sunamis, la acción pública y la reconstrucción posterior a los desastres para conseguir reducir los impactos futuros.
La fecha elegida tiene su origen en la anécdota «Inamura no hi», es decir, la «quema de las gavillas de arroz». Durante un terremoto en 1854, un aldeano vio que la marea estaba bajando, una señal de que se avecina un sunami. A expensas de sus bienes, decidió prender fuego a toda su cosecha para advertir al resto de habitantes de la aldea que huyeran a tierras altas. Posteriormente, construyó un terraplén y plantó árboles para que actuaran como sistemas naturales de amortiguación frente a futuras olas.
La Asamblea General invita a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales, así como a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y los particulares, a observar el Día, a fin de concienciar a la población sobre el riesgo que plantean los sunamis. También solicita a la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres que promueva la celebración del Día, en colaboración con las organizaciones relevantes del sistema de las Naciones Unidas.
Reducir los daños
Este año, 2019, la conmemoración del Día Mundial de Concienciación sobre Tsunamis se alinea con la Campaña Sendai Siete y se centra en la Meta D del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desatres 2015-2030 y la Campaña Sendai Siete: «Reducir considerablemente los daños causados por los desastres en las infraestructuras vitales y la interrupción de los servicios básicos, como las instalaciones de salud y educativas, incluso desarrollando su resiliencia para 2030».
Para 2030, se estima que el 50 por ciento de la población mundial vivirá en zonas costeras expuestas a las inundaciones, las tormentas y los sunamis. Es, por tanto, fundamental invertir en infraestructura resilente, en sistemas de alerta temprana y en educación para ser capaces de salvar a las personas que viven en esas zonas y proteger sus pertenencias contra el riesgo de sunamis en el futuro.
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