PANAMÁ — Mariano Rivera fue abanderado de las fiestas patrias panameñas este mes. La zona donde se formó en este país como beisbolista le dedicó una calle.
Rivera sumó otra distinción el martes, al ser designado por el gobierno como embajador deportivo de Panamá y recibir una de las más altas condecoraciones oficiales.
El gobierno del presidente Laurentino Cortizo nombró embajador por decreto a Rivera, el legendario cerrador de los Yanquis de Nueva York, que se convirtió este año en el segundo panameño exaltado al Salón de la Fama del béisbol. Antes de Rivera, ningún pelotero había sido votado de forma unánime como nuevo miembro del recinto de Cooperstown, Nueva York.
Durante una ceremonia en la casa presidencial a la que asistieron los familiares del expelotero, Cortizo también lo galardonó con la orden Belisario Porras, la cual debe el nombre a ese difunto intelectual y político, quien fue tres veces presidente de Panamá.
«Los reconocimientos son un acto de doble vía, un honor para quien lo recibe y un honor para quien lo da», dijo Cortizo. «Lo recibe Mariano Rivera, lo da el pueblo panameño; sobre todo (un honor) si se trata de una persona que, con sus actos, con su esfuerzo, con su voluntad, suma glorias y páginas al libro de Panamá».
Oriundo de un pueblo pesquero al oeste de Panamá, Rivera se convirtió a lo largo de 19 años con los Yanquis en el líder histórico de las mayores en salvamentos, con 652. También se acreditó 42 partidos salvados y efectividad de 0.70 en 16 apariciones en postemporada, incluyendo 11 rescates en el Clásico de Otoño.
Rivera, que cumplirá 50 años el 29 de noviembre, fue elevado al Salón de la Fama en julio, el segundo panameño en ser exaltado después de Rod Carew.
El taponero retirado formó parte de un selecto grupo de jugadores que llevaron a los Yanquis a ganar cinco anillos de Serie Mundial, cuatro entre 1996 y 2000, y uno en 2009. Entre ellos figuraron el capitán Derek Jeter, el puertorriqueño Jorge Posada y el lanzador Andy Pettitte.
Jeter, quien se retiró en 2014, un año después que lo hizo Rivera, estará por primera vez en la boleta para la selección del Salón de la Fama en 2020.
«Para mí él ya es Salón de la Fama», dijo Rivera a The Associated Press tras ser condecorado. «No sabemos con qué (votación), pero lo va a ser».
Cortizo resaltó la fe y humildad de Rivera, quien nació en Puerto Caimito, un poblado de pescadores artesanales donde el excerrador de los Yanquis comenzó a jugar de niño fútbol y béisbol sobre la arena con pelotas de trapo.
«La gente buena y noble como Mariano construye destinos buenos y nobles», señaló el mandatario. «Así se alcanzan las metas, trabajando duro».
Mariano Rivera padre estuvo entre los familiares en la condecoración, apartado de las cámaras, pero emocionado.
«Es muy buena, me ha gustado mucho», dijo Rivera padre a la AP. «Yo nunca pensé que esto iba a suceder, porque yo sabía que él era un pelotero bueno, lo había visto en las juveniles en Panamá, pero nunca pensé que iba a llegar hasta allá (triunfar en las Grandes Ligas)».
Rivera es una figura que levanta admiración, pero también hay quienes lo critican por no haber jugado para la selección de Panamá que disputó las primeras ediciones del Clásico Mundial de Béisbol.
El lanzador argumentó que por razones de su contrato con los Yanquis en ese momento y ante el riesgo de lesiones no pudo darse esa posibilidad.
«Es una condecoración merecida», dijo a la AP el excampeón olímpico en salto largo panameño Irving Saladino, quien llegó a la ceremonia. «Un deportista que viene desde abajo, que supo desarrollar y explotar su talento».