Bajo una presión social sin precedentes por las divergencias entre lo que los Gobiernos deben hacer según la ciencia, y lo que hacen, la cumbre COP25 en Madrid disparará la carrera entre los países para pasar a la acción y presentar planes climáticos más ambiciosos que habrán de estar listos en 2020.

Los mercados de carbono, las aportaciones al Fondo Verde del Clima, el mecanismo de daños y compensaciones por fenómenos climáticos extremos, el apoyo a los países en vías de desarrollo en su transición a un nuevo modelo energético y los próximos pasos a seguir a partir de 2020 son algunos de los principales asuntos de las negociaciones de esta cumbre.

La COP25 debe ser “la punta de lanza” para que la acción climática se haga transversal y “permee” en todas las administraciones y en los sectores económicos y sociales, ha asegurado esta semana la ministra en funciones para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en el acto Foro Líderes de la Agencia EFE.

En virtud del Acuerdo de París, que empezará a funcionar el próximo año, los planes climáticos deberán ser mejores que los anteriores para intentar alcanzar la neutralidad de emisiones contaminantes a mediados de siglo.

En esta cumbre en Madrid, bajo presidencia chilena, deberá definirse la periodicidad de revisión de las contribuciones a nivel nacional o NDC, y es posible que en el marco de la misma, según los expertos, la UE podría anunciar su plan neto cero emisiones para 2050.

Asimismo, un centenar de países o más podrían comprometerse a la neutralidad de carbono en ese mismo horizonte, generando mayor presión sobre los grandes contaminadores del planeta para que dejen de hacerlo.

Para España, la COP25 en Madrid es una gran oportunidad para mostrar los grandes avances del Ejecutivo socialista en el apoyo a las energías renovables y la transición energética justa, con un ambicioso plan nacional de Energía y Clima para 2030 y un proyecto de ley de cambio climático cuya aprobación será prioritaria para el nuevo Gobierno.

Según el secretario general de la ONU, António Guterres, “más ambición” es lo que se espera de esta cumbre, que volverá a llevar a las calles el fervor social en defensa del clima, con una movilización mundial prevista tres días antes del inicio de la COP, siguiendo el clamor de las protestas de la popular joven activista sueca Greta Thunberg, que está ya rumbo a Madrid. Los puntos calientes de la cumbre son los siguientes:

Mercados de carbono

Se necesita determinar el papel de los mercados de carbono para contribuir en los esfuerzos globales que permitan alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de reducción de emisiones. El desarrollo de las reglas del Artículo 6 será una de las negociaciones políticas más complicadas de la cumbre. Por un lado, está el tema de la transferencia de compensaciones país a país, que seguirá adelante incluso sin reglas, que exige que estas se determinen rápido y se establezca un sistema contable fiable. Por otro, está la configuración de un mercado global de carbono que permita a los países (y a través de ellos a las empresas) intercambiar compensaciones, con el establecimiento de un sistema totalmente nuevo que vincule los mercados de carbono existentes.

Mecanismo de pérdidas y daños

Los costos crecientes de las pérdidas y daños relacionados con los fenómenos climáticos extremos vuelven a estar en la agenda de los gobiernos, y serán un tema de gran importancia en la COP25. Los países más vulnerables piden que el organismo de la ONU que trata el tema -conocido como el Mecanismo Internacional de Varsovia (WIM, por sus siglas en inglés)- tenga acceso a recursos financieros en beneficio de los afectados.

La ciencia en el candelero

El mensaje de los científicos es claro: el mundo necesita reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero entre 2020 y 2030 y tener un balance neto cero a mediados de siglo, al mismo tiempo que se debe regenerar la naturaleza, para tener más posibilidades de no superar los 1,5 de aumento de temperatura global. El panel de expertos sobre cambio climático de la ONU, conocido como IPCC, ha elaborado tres informes en poco más de un año sobre las consecuencias del calentamiento global en el planeta; uno sobre el grave impacto de una subida de la temperatura del planeta por encima de 1,5 grados; otro sobre los efectos del clima a causa de los cambios de uso del suelo y la deforestación, y un tercero sobre océanos y la criosfera. Estos informes serán debatidos en Madrid y los países decidirán cómo enfocar las recomendaciones científicas para avanzar en la lucha contra la crisis climática. No será fácil: a principios de este año, países como Arabia Saudí, Irán, Kuwait y Estados Unidos se opusieron a que las referencias del informe sobre el calentamiento de 1,5 grados del IPCC fueran incluidas en las negociaciones políticas.

Próximos pasos a seguir

Los enviados a esta cumbre, que representarán a casi 200 países, también discutirán qué nuevos pasos seguir a partir de 2020 cuando se activará el Acuerdo de París. Los países en desarrollo piden garantías de que se les apoye cuando se comprometan con nuevos planes climáticos más severos. Es esperable que en Madrid se plantee la cuestión del compromiso de los 100.000 millones de dólares de las economías avanzadas para 2020 en favor de los países en desarrollo. Las nuevas promesas de contribuciones al Fondo Verde para el Clima garantizan hasta ahora una cantidad lejos de lo que se necesita para hacer frente a la emergencia climática.

La mirada hacia un cambio transformador

También con la vista puesta en 2020, se empezará a perfilar la próxima cumbre climática prevista en Glasgow, Reino Unido, a la que los expertos se refieren ya como la de “la ambición”. A su juicio, para esa cumbre, el mundo deberá aceptar un cambio realmente transformador, con planes climáticos nacionales más potentes y deberá cuajar un cambio de mentalidad global que trate la crisis climática como lo que es, un desafío planetario. EFEverde